Imparable degradación de suelos | El Nuevo Siglo
Martes, 4 de Diciembre de 2018
  • Un riesgo que pasa muy desapercibido
  • Colombia tiene altas vulnerabilidades

 

La degradación de los suelos es una de las problemáticas más graves que está afrontando el planeta, a tal punto que muchos estudios sostienen que aunque la atención del mundo está puesta en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, que son las que generan el calentamiento global, es igual de importante luchar contra la afectación del suelo, ya que este, por ejemplo, retiene el triple de carbono que la atmósfera y de allí que sea clave también en el combate al cambio climático, que hoy se erige como la mayor amenaza a la supervivencia de la raza humana a corto plazo, mediano y largo plazos.

Mañana se celebra el Día Mundial del Suelo, instituido precisamente para que todos los gobiernos tomen conciencia de la importancia de su preservación y, sobre todo, de promover políticas públicas que disminuyan sus ya críticos niveles de contaminación y polución. No se trata de una alerta gratuita ni micho menos. Según datos de la ONU, un tercio de nuestros suelos en el mundo ya están degradados y el riesgo aumenta día tras día. Un riesgo letal si se tiene en cuenta que las proyecciones señalan que dentro de tres décadas la población mundial podría llegar a los nueve mil millones de personas y la degradación de los suelos amenaza no sólo la disposición de agua sino también la producción de alimentos y los ciclos naturales de captura y liberación de oxígeno. Es, por tanto, urgente tomar conciencia -de allí el énfasis de la celebración de este año- de que la capacidad de los suelos para filtrar y amortiguar los contaminantes, degradando y atenuando sus efectos negativos, es finita. De allí la ingente tarea de combatir todas las actividades humanas que lo afectan, como las prácticas agrícolas no sostenibles, operaciones industriales y de minería agresivas, deforestación imparable, urbanización desordenada y la mala disposición de basuras y aguas negras, entre otras. No en vano, como lo recalca Naciones Unidas, en la agenda global de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que tienen como meta 2030, varios puntos hacen referencia a la preservación de los suelos, sobre todo en un planeta en donde ya hoy 815 millones de personas sufren inseguridad alimentaria y aproximadamente 2.000 millones no disponen de comida suficientemente nutritiva. Aunque pareciera una obviedad recordarlo, el 95 por ciento de los alimentos proviene del suelo.

Colombia, como todos los países, no es ajena a esta problemática. Y prueba de ello son las conclusiones del Estudio Nacional de Degradación de Suelos por erosión, dado a conocer el año pasado por el Ministerio de Ambiente y el Ideam. Según ese monitoreo detallado, el 40 por ciento de los suelos del área continental e insular del país están afectados por algún grado de erosión. Incluso en casi un tres por ciento del territorio, equivalente a una zona de 3,3 millones de hectáreas, hay grados de erosión severa y muy severa, en donde las funciones de fertilidad,  regulación y almacenamiento de agua, así como la biodiversidad están afectadas en grado sumo, y se considera que su restauración no solo será muy difícil sino que requerirá millonarias inversiones y mucho tiempo. Departamentos como Cesar, Caldas, Córdoba, Cundinamarca, Santander, La Guajira, Atlántico, Magdalena, Sucre, Tolima, Quindío, Huila y Boyacá son los más afectados.

El mismo estudio puso de presente que entre las principales causas de la degradación de los suelos por erosión en Colombia están la deforestación, las prácticas agropecuarias agresivas, la contaminación de fuentes hídricas, incendios de la cobertura vegetal y hasta el narcotráfico y la minería ilegal por su amplio margen de contaminación. Por último, el citado estudio advirtió que el 45 por ciento de los suelos del país presenta algún grado de susceptibilidad a la degradación por salinización.

Como se ve, este 5 de diciembre no es una fecha más en relación con las celebraciones internacionales relacionadas con el cuidado del ambiente. Todo lo contrario, es una oportunidad más para dar un campanazo más sobre la urgencia de proteger los suelos, so pena de seguir poniendo en riesgo el futuro cercano de la propia raza humana.