Fatiga anticovid, el otro ‘virus’ que se propaga en China | El Nuevo Siglo
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Viernes, 25 de Noviembre de 2022
Redacción internacional con AFP y Europa Press

Increíble pero cierto. A escasos días de que se cumplan tres años de la pandemia del coronavirus, cuyo primer caso se registró en el distrito chino de Wuhan a principios de diciembre de 2019, los casos de covid-19 en ese país son más altos que nunca, forzando tanto al encierro obligatorio de millones de personas como a la práctica diría del test de detección a millones más.

Definida en los estertores de ese año como ‘neumonía atípica’, una cepa mutante del Síndrome Respiratorio Agudo Grave (SARS) pero que exigía ‘tratamiento aislado’ se expandió tan inesperada como rápidamente por el mundo, confinándolo en el 2020 pero generando también un hito científico: el desarrollo de varios biológicos con los que, desde entonces, se ha realizado la inmunización global.

En el misterio permanece el origen de este coronavirus, así como su vector transmisor. Y gracias a las vacunas y las medidas sanitarias implementadas, este año se pudo volver a la presencialidad en todas las actividades, salvó en China donde durante estos tres años y en desarrollo de su política de cero covid, la mayoría de sus regiones estuvieron semanas bajo forzoso encierro, medida que desde este viernes cobija a más de seis millones de Zhengzhou, conocida como la ‘ciudad del iPhone’.

Así, cuando todo el mundo vive sin restricciones sanitarias y plena movilidad, el gigante asiático mantiene su férrea política sanitaria a través de confinamientos, restricciones de viaje y test masivos ante el sorpresivo aumento de casos diarios de covid-19, así como la muerte de tres personas el fin de semana pasado por éste, lo que no ocurría desde el pasado mayo.

Cuesta arriba está el coronavirus en China desde hace dos semanas. La Oficina Nacional de Salud reportó run total de 31.444 nuevos casos el miércoles, de ellos 3.103 confirmados de covid y, al día siguiente, de 29.840, de los cuales 3.041 dieron positivo al coronavirus. Estos últimos fueron en Cantón (sureste, 892), Beijing (424), Hebei (norte, 329), Chongqing (centro, 258), Shanxi (centro, 208) y Henan (centro, 140).

Personas con mascarillas caminan junto al modelo gigante del balón de la Copa Mundial de la FIFA Qatar 2022, en medio del brote de la enfermedad coronavirus (COVID-19) en Shanghái, China

Según las cuentas de la institución, -de las que desconfía la comunidad internacional- desde el inicio de la pandemia, se han infectado 300.619 personas en ese país y 5.232 fallecieron, aunque la cifra total de infectados excluye a los asintomáticos, que son la mayoría de los casos diarios.

El récord precedente se remontaba a mediados de abril de este año, con 29.317 infecciones, coincidiendo con el confinamiento de Shanghái, la tercera ciudad más poblada del mundo, que se alargó durante dos meses y provocó problemas de abastecimiento para sus habitantes.

En Pekín se informaron el miércoles casi 1.500 nuevos casos, la inmensa mayoría asintomáticos, en una población de 22 millones de habitantes. Es la cifra más elevada en la ciudad y en prevención, se cerraron escuelas, restaurantes y otros sitios públicos.

Y aunque en números absolutos los nuevos contagios diarios en China son apenas el 0.002% de este poblado país (1.400 millones), la fatiga ciudadana por las medidas que consideran draconianas y el impacto que ha tenido en su economía, el gobierno chino no cede un milímetro en su política de cero covid.

En esa línea, su más reciente decisión fue confinar desde este viernes y por cinco días a seis millones de habitantes de Zhengzhou, conocida como la ‘ciudad del iPhone’ ya que alberga la mayor fábrica de estos celulares, no por los nuevos contagios -un puñado de casos- sino por las protestas que durante dos días protagonizaron sus trabajadores exigiendo el pago de un prometido bono, así como mejoras salariales.

Las autoridades ordenaron que los residentes de ocho distritos, en la provincia de Henan no abandonen la zona, erigieron vallas alrededor de los edificios de viviendas considerados de "alto riesgo", y puntos de control para restringir los desplazamientos.

La orden llegó después de que centenares de empleados de la fábrica de iPhones de Foxconn, a las afueras de la ciudad, protestaran para exigir que les cancelaran un bono de 3 mil yuanes (420 dólares) que les habían prometido a los que confinó dentro del complejo y por lo que recibieron solo 30 yuanes.

Además, muchos trabajadores se quejaban de las "caóticas" condiciones de vida en el interior de la planta, añadió una fuente que pidió no ser identificada.

La firma taiwanesa presentó una disculpa a la plantilla y atribuyó el problema a un "error técnico" en el sistema de pago de salarios.


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También dijo que "entiende completamente" las inquietudes de sus empleados y que "intentará hacer lo máximo para solucionar las preocupaciones y demandas razonables".

Por su parte el gigante estadounidense Apple, cuyo producto estrella es el iPhone, dijo que tiene representantes en el lugar para “revisar la situación y con Foxconn atender las preocupaciones de sus empleados”.

Decenas de ellos abandonaron a fábrica el jueves tras embolsarse una paga de 10.000 yuanes (unos 1.400 dólares). Pero, según unos videos divulgados en las aplicaciones chinas Douyin y Kuaishou, la empresa taiwanesa prohibió ir a trabajar a muchos de los empleados que se unieron recientemente a la compañía.

Muchos de esos nuevos empleados están confinados en hoteles fuera de la planta, según dijeron varios trabajadores.

 "Estamos haciendo cuarentena en un hotel, y no podemos ir al recinto de Foxconn de ninguna manera", explicó un empleado, que pidió el anonimato.

Otro empleado afirmó que a los asalariados que les prohibieron ir a trabajar, les prometieron 10.000 yuanes de compensación por someterse a la cuarentena, pero que solo habían recibido una parte de esa suma.

"No nos dejan empezar a trabajar y no podemos volver a casa, Zhengzhou está confinada", declaró uno de los efectivos que fueron obligados a hacer cuarentena, en la ciudad de Ruzhou.

Malestar creciente

Según él, en otras ciudades de la provincia también se están llevando a cabo protestas, a menor escala, organizadas por empleados descontentos de Foxconn que, como él, no pudieron incorporarse a su nuevo puesto de trabajo por culpa de la cuarentena.

Entre tanto, en la urbe industrial de Guangzhou, en el sureste, millones de personas se vieron obligadas a presentar un test negativo al covid-19 para poder salir de sus casas.

Al igual que en Zhengzhou, fue evidente el descontento ciudadano en lo que muchos han calificado como ‘fatiga anticovid’.  En el distrito de Haizhu, cientos de personas desmantelaron barricadas y arrojaron objetos contra policías, ataviados con trajes de protección.

Esas medidas, las que generalmente se anuncian sin anticipación ni confirmar su dirección están haciendo mella en la población.

Varias ciudades como Pekín, Shanghái, Cantón y Chongqing endurecieron recientemente sus restricciones. La capital exige ahora un test negativo de covid en las últimas 48 horas para entrar en centros comerciales, hoteles o edificios públicos. Además, las escuelas pasaron a enseñar en remoto.

El centro manufacturero de Cantón, donde se detectaron un tercio de los casos nacionales, construyó miles de habitaciones temporales de hospital para acomodar a los pacientes.

Este endurecimiento en múltiples lugares ocurre poco después de que el gobierno central anunciara medidas que apuntaban a una tímida reapertura, como reducir la cuarentena exigida a los viajeros llegados al país.

Pero incluso la ciudad de Shijiazhuang, vecina de Pekín y considerada una prueba piloto de las estrategias de reapertura, revocó esta semana la mayoría de medidas de flexibilización decretadas.

"El camino a la reapertura puede ser lento, costoso y turbulento", dijo en un informe Ting Lu, jefe de economista para China en el banco japonés Nomura.

Así, con megaciudades bloqueadas, cifras de infección en aumento y algunas protestas esporádicas, la política del "cero covid" parece haber llegado a un punto muerto, en la medida que las autoridades persisten en tratar de contener el virus con medidas extremas y al mismo tiempo mantener viva la economía.