Redes | El Nuevo Siglo
Domingo, 21 de Octubre de 2018

“Solidaridad, apoyo, crecimiento: prosperidad”

Me relaciono, luego existo. Si Descartes nos sorprendió en la modernidad con su célebre “pienso, luego existo”, ahora ya sabemos que somos en tanto que nos relacionamos: con nosotros mismos, con el otro, con lo Otro.

En el siglo XVI con el triunfo de la razón logramos ir un paso más allá del pensamiento teocéntrico a ultranza, que durante centurias imperó por mérito de la fe de carbonero, la cual no se atreve a cuestionar, disentir ni mucho menos aventurarse a comprensiones del mundo diferentes a las establecidas por obra y gracia de las religiones. 

Con la modernidad ganamos márgenes de libertad dados desde el cuestionamiento, la medición y la verificación, sin que ello implicara que las ideas religiosas sobre el ser humano y el mundo dejen de tener aproximaciones de validez. Sin embargo, el imperio de la razón tampoco dio plena cuenta de todo cuanto nos ocurre, si bien hemos ganado comprensiones que gracias a las ciencias clásicas se hacen posibles.

Existíamos solo en la medida que pensáramos. Eso, sin duda, ha sido un gran avance para la humanidad, pues el pensamiento estructurado ha sido clave para el desarrollo de las ciencias aplicadas.  Pero nos olvidamos de las emociones, del cuerpo y -en el máximo nivel de desconexión- nos alejamos de la espiritualidad, la cual por supuesto escapa a cualquier parámetro del sistema métrico decimal.

Fue necesaria la fragmentación para la comprensión del cuerpo humano como una máquina, compuesta de diferentes aparatos; y quedamos reducidos a partes que no supimos integrar desde la linealidad del pensamiento newtoniano-cartesiano, reducidos a simios un poco más inteligentes desde la teoría darwiniana. 

Nos hemos dado cuenta en los últimos cien años que somos mucho más que un aparato: somos totalidades inmersas en totalidades mayores y continentes de totalidades menores.  Así, nos sumergimos en el mundo de las relaciones. Solo en la relación entre los sistemas cardiovascular y respiratorio tienen sentido el corazón y los pulmones…

El auge de las redes sociales no es gratuito.  Por más que se intenten satanizar y que en efecto pueda hacerse un uso nocivo de las herramientas digitales, ese es el mundo que tenemos ahora.  Posiblemente usted me esté leyendo en una página web, en Facebook, WhatsApp  o su correo electrónico.  Y si no nos conocemos en persona, ya tenemos una relación que nos permite ser.  Las redes de mercadeo también llegaron hace rato, pero ahora están potenciadas con la tecnología: la construcción de tramas vitales de individuos conscientes nos permite construir relaciones ganar-ganar, apoyarnos, crecer, de lo cual doy plena cuenta pues desarrollo Hinode, la cual considero es la mejor red multinivel actualmente en América Latina y sobre la que le puedo contar con todo gusto.  Sí, los seres humanos ahora estamos más enredados que nunca, en el amplio y maravilloso sentido de la palabra.  Redes de solidaridad, apoyo, crecimiento, inclusión, desde las totalidades y en medio de la incertidumbre.  Redes de amor, que parten de la relación íntima con nosotros mismos: desde adentro hacia afuera.