Sexo en las aulas, droga en las calles | El Nuevo Siglo
Jueves, 27 de Septiembre de 2018

La degradación de la sociedad se afirma cuando la máxima autoridad jurídica del país desconoce los valores éticos y morales. Para dar mayor precisión a este artículo de opinión, quiero comenzar diciendo que la ética son las normas y conducta de uno frente a si mismo (ethos); y la moral son las normas y conducta de uno frente a la sociedad (Mos). Lo anterior implica que nuestro comportamiento de lo que debe ser correcto es que algunas cosas no deben hacerse como transgredir, robar, mentir, matar, calumniar, etc. Pero también otras de mayor intimidad como practicar sexo en lugares inapropiados.

Entendiendo que hacer el amor es un acto sublime, natural y hermoso cuando está cargado de amor, sea momentáneo o permanente, es un acto privado que se debe practicar en intimidad, mas no se trata de un acto ni publico ni en lugares inapropiados que no están hechos para eso. Por ejemplo hacer el amor en lugares semipúblicos o semiprivados, como en un oratorio, en los recintos de la democracia o en los estrados judiciales, así mismo en aulas escolares, es una falta de respeto a esas instituciones y un mal ejemplo a la sociedad. Imaginémonos que un alto magistrado de las cortes tome como practica tener sexo en los estrados judiciales o se complazca masturbándose en el mismo, antes de cada sagrada sesión de jurisprudencia o que un sacerdote o pastor hiciera lo mismo en la capilla o culto, así mismo el profesor escolar o universitario lo podría hacer en el aula con alguna alumna o alumno o la persona de servicios generales, todo esto invocando el libre desarrollo de la personalidad del articulo 16 de la CN. A que nivel de degradación llegaríamos o mejor estamos llegando, pues ya la Corte Constitucional emitió doctrina al respecto, declarando en su sentencia T-364 de 2018 “que no se puede despedir a nadie por sus prácticas sexuales”.

En este orden de ideas las prácticas sexuales deben ser respetadas pero cada cosa en su lugar, las aulas escolares no están para eso, así mismo como los altares o recintos sagrados de la fe, la justicia o la democracia.

Esto mismo sucede con el consumo de las drogas que ya pasó de lo privado a lo público, pues con la aprobación de la dosis personal, en los parques, calles, colegios, universidades, teatros y hasta iglesias, los consumidores se drogan sin recato alguno, inundando el ambiente de ese nauseabundo olor de la marihuana y bazuco, contaminando el ambiente.

Estas prácticas, unas naturales como el sexo y otras antinaturales como la droga, degradan el espíritu social cuando se hacen en lugares inadecuados, incitando a otros y ofendiendo a muchos. Nuestro país va cuesta abajo por ese criterio “progresista”, que las cortes le aplican a las leyes, desconociendo los principios y valores éticos y morales pilares de una sociedad.

arangodiego @hotmail.com