El debate: polarización vivita y coleando | El Nuevo Siglo
Foto archivo El Nuevo Siglo
Domingo, 23 de Septiembre de 2018
Redacción Política
Gobierno y oposición midieron tesis por los “bonos agua” de Carrasquilla, pero primó más la emulación de las fuerzas políticas que las razones de fondo  

____________

SI SE necesitaba alguna prueba adicional del alto grado de polarización en que se mantiene el país, el debate del martes pasado al ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, sobre los llamados “bonos de agua”, no hizo más que confirmar que Colombia continúa dividida y esa circunstancia marca sustancialmente las posturas que de antemano, partidos, dirigentes y hasta opinión pública, toman ante las principales problemáticas y discusiones, sea cual sea el fondo de estas.

Tras varias semanas de intensos cruces de señalamientos y réplicas entre el zar de las finanzas, Alberto Carrasquilla y el senador del Polo, Jorge Enrique Robledo, su principal acusador, la expectativa sobre lo que pasaría el martes pasado, en el cara a cara en la plenaria, era mucha. Más aún porque algunos, incluso contra las intenciones de Robledo, se habían encargado de ambientar la posibilidad de una moción de censura contra el ministro de Hacienda, aunque las pruebas, al decir del senador citante, bastarían para no dejarle opción distinta a renunciar inmediatamente. Esto a fin de no convertirse en un lastre en un gobierno que, como el del presidente Iván Duque, viene liderando una cruzada anticorrupción, más aún después del impresionante resultado de la consulta popular del pasado 26 de agosto.

Robledo y otros de la bancada opositora pusieron sobre la mesa un arsenal de argumentos que- en su opinión- demostrarían que Carrasquilla, luego de salir del Ministerio, una década atrás, se habría enriquecido sustancialmente al convertirse, desde su oficina particular, en el estructurador de los llamados “bonos de agua” en los que 117 municipios de baja categoría se embarcaron para conseguir recursos privados internacionales, por 440.000 millones de pesos, dirigidos a la construcción de redes de acueducto y alcantarillado.

Para los acusadores de Carrasquilla es más que evidente que él como Ministro de Hacienda del gobierno Uribe delineó la normativa base de los “bonos de agua”, desde el Plan de Desarrollo, y luego de salir de la cartera, a través de un socio y ex funcionario suyo y ya como particular, usufructuó esa política de financiamiento derivando ganancias por más de 8.000 millones de pesos por su asesoría. Todo ello mientras que la mayoría de los municipios que suscribieron esta herramienta de financiación terminó en graves problemas, no solo porque en muchos casos no se adelantaron las obras presupuestadas, sino porque los altos intereses que tenían que pagar, girados contra las rentas fiscales por 19 años, los ahogaron en el carrusel de una deuda leonina.

En la otra orilla, Carrasquilla y los partidos de la coalición gubernamental descartaron cualquier anomalía, afirmando, de un lado, que el entonces ministro no fue el encargado de impulsar las leyes posteriores y demás normativas que dieron cuerpo a los “bonos de agua” y, del otro, que los altos intereses que estos implicaron para los municipios correspondían a lo que una década atrás se estaba cobrando en los mercados financieros nacionales e internacionales, sobre todo a raíz de la crisis económica global.

Además de todo lo anterior, el hoy zar de las finanzas y el bloque partidista que lo defendió recalcaron que no fue culpa de la oficina estructuradora que muchos municipios no hubieran invertido de forma correcta el capital conseguido con los bonos, y que tampoco era su responsabilidad que años después el gobierno Santos hubiera tenido que salir a recomprar esos títulos para lanzar un salvavidas presupuestal a más de 80 municipios emproblemados.

¿Quién ganó el debate?

Esa, que es la pregunta más obvia después del primer pulso político de fondo entre la coalición gubernamental y la oposición, a la luz del nuevo Estatuto legal, pareciera no tener una respuesta definitiva. Para el oficialismo el ministro salió abiertamente fortalecido, con miras a la reforma tributaria, mientras que para la oposición fue un éxito haber puesto el tema sobre el tapete, en particular por razones éticas, y lo ven “herido en un ala”. En el medio, los partidos independientes, con una posición tácticamente ambivalente, salvaron cualquier intento de censura, a la espera de circunstancias próximas en el ajedrez político en que se ha convertido el Congreso.   

Para Carrasquilla y sus defensores, pues, quedó a todas luces evidenciado que es un hombre probo y que no hubo oportunismo suyo en el negocio de los bonos. Pero para la oposición, es más que claro que sí se enriqueció usufructuando una medida que delineó desde el gobierno. De una parte era lógico que el oficialismo no iba a dejar que le tumbaran, menos a las primeras de cambio, al principal ministro del gobierno. Mientras que del lado de la oposición era más que obvio caerle, no solo a él, sino al mismo presidente Duque por haberlo nombrado a sabiendas de los “bonos”.   

En medio de la polarización, ninguno de los bandos acepta razones del contrario, pese a que quedaron ciertas dudas tras conocer las posturas de unos y otros. De un lado se vio a leguas la intención opositora de “comer ministro”, a como diera lugar, y de otro lado se observó con creces la táctica defensiva anticipada de la bancada gubernamental, que tenía discursos pre-hechos en la mayoría de senadores, sin referirse a las razones de fondo del debate.

Pero los interrogantes finalmente llevaron a que tanto la Contraloría como la Procuraduría decidieran volver a investigar todo el asunto, pese a que años atrás, cuando el gobierno Santos tuvo que salir a recomprar los bonos y denunció el fallido y oneroso mecanismo de financiación municipal, ya los entes de control habían indagado al respecto sin encontrar infracciones penales, disciplinarias o fiscales.

En un país polarizado era de esperar que el Gobierno y su coalición no iban a dejar que se sucediera, bajo ningún motivo, un triunfo tan tempranero de la oposición y también que esta aprovechara el escenario no sólo para reiterar denuncias ya conocidas contra Carrasquilla, sino hacerlo precisamente en momentos en que está a punto de presentar una agresiva reforma tributaria. Hasta en la opinión pública, pese a no estar empapada del asunto de fondo, fue evidente que los resquemores dejados por la contienda presidencial entre derecha e izquierda salieron a flote a la hora de tomar partido por el Ministro. No obstante, y la verdad sea dicha, a sotto voce las opiniones siguen pululando, pese a respaldos como el del Consejo Gremial.

Tras el triunfo de Duque el 17 de junio y la aceptación de la derrota por parte de Gustavo Petro, muchas voces pidieron dejar atrás el agudo enfrentamiento político y concitar voluntades para sacar al país de sus múltiples crisis. Sin embargo, debates como el de esta semana dejan claro que la polarización está vivita y coleando, y tiende a profundizarse aún más. En esa dirección, es posible que Carrasquilla siga siendo “objetivo político”, pero también es cierto que se batió como un tigre y con éxito, en el debate del martes. Es cierto, también y de otro lado, que el senador Robledo recuperó su sitial de opositor parlamentario, pero también es verdad que el país quiere la ruta de los consensos adoptada por el presidente Duque. Así las cosas, está por verse si el anterior debate fue solo un “round” de varios que se vienen o si fue solo un remanente de la contienda presidencial.