El $1 millón | El Nuevo Siglo
Jueves, 30 de Agosto de 2018

LA confianza de los hogares se está deteriorando nuevamente por el anuncio del Gobierno de pasarle otra reforma tributaria a la canasta familiar.

Consumidores sienten incertidumbre ante la propuesta de rebajar carga impositiva a empresarios y al mismo tiempo poner a tributar más fuerte a quienes menos tienen.

A su vez, productores sienten alivio ante eventualidad de menores impuestos, pero guardan silencio frente a iniciativa de elevar el salario mínimo de los trabajadores.

Dos consideraciones: 1, flexibilizar carga tributaria a los inversores y a los ricos, no garantiza que se crearán nuevos puestos de trabajo.

Y 2, no es inviable proceder este año a un incremento del ingreso básico, llevándolo siquiera al millón de pesos.

Finanzas de las compañías y parafiscales no se ahogarán si Ejecutivo, patronos y centrales obreras negocian un salario mínimo del millón de pesos.

Las arcas de Estado no van a sufrir porque el grueso de trabajadores con salario mínimo está en empresas y mipymes.

Y las fábricas podrían compensar el pago de mejores sueldos a sus trabajadores con el estímulo que recibirían por vía de menores impuestos.

Otra opción para premiar el mayor sueldo a los pobres es la vinculación de técnicos calificados del Sena en áreas que demanden empresas. El Sena repotenciaría compromiso con el sector privado llevándole personal idóneo que además puede reforzar la nómina de compañías.

Si a los más necesitados y a la clase media la ponen a tributar más, inevitablemente se resentirá el consumo.

Si el Presidente Duque quiere reactivar las ventas en el comercio necesitará darle combustible a los hogares concertando un salario decente.

La teoría de ricos sentados en sus cómodas burocracias de que el mínimo alcanza y sobra, no puede ir más.

Si hombres de negocios pretenden impulsar actividad productiva, modernización, expansión comercial y competitividad, es preciso que consideren ser algo más generosos con su planta de personal.

Colombia es el tercer país más desigual del mundo.

Estamos muy abajo en la línea de productividad y competitividad. En calidad de educación vamos horribles.

Más de 10 millones de personas aguantan en Colombia en la pobreza extrema.

Otros 7 millones de pobres sobreviven del rebusque donde en promedio arañan un ingreso de unos 700 mil pesos.

Hay 3 millones de desempleados, incluyendo independientes y profesionales, que en los últimos dos gobiernos no encontraron trabajo. ¿De qué viven?

En sector rural no menos de 1,5 millones de campesinos, arrieros, cultivadores, sembradores y jardineros, se ganan menos del mínimo y no tienen seguridad social.

Así las cosas, solo hay dos salidas a la crisis social de exclusión y deterioro económico: aumentar el salario al menos a 1 Millón de pesos dándole a los patronos incentivos y reglas de juego estables, o vamos rumbo a un peor escenario.

Dirán que esta tesis es inviable, impresentable. Pero no es así. Es justa con los más pobres y sensata con los que más tienen.