Duque y el discurso más decisivo de su gobierno | El Nuevo Siglo
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Martes, 14 de Julio de 2020
Redacción Política
En medio del pico de la pandemia, el Presidente, con 60% de promedio de aprobación en las encuestas, deberá dejar en claro qué ha hecho, en qué estamos y cuál el nuevo norte del país

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Si bien el presidente Iván Duque ha pronunciado infinidad de discursos a lo largo de sus casi dos años de gobierno, dentro de seis días deberá dar el que bien puede considerarse uno de los más importantes de su mandato, acaso asimilable al del día de su posesión.

La instalación de la tercera legislatura, el próximo 20 de julio, reviste una especial importancia no solo porque todos los ojos estarán puestos en el balance que presente del 50% de su periodo, sino porque es claro que la emergencia sanitaria por la pandemia de Covid-19 cambió toda la hoja de ruta gubernamental de aquí a 2022, desplazando muchas metas y proyectos formulados en el Plan Nacional de Desarrollo cuatrienal. Metas que ahora quedaron en segundo plano por la urgencia de afrontar la grave contingencia socio-económica y el aún más complicado proceso de reactivación del país, que bien podrían demandar más de $100 billones.

Aunque no está claro si habrá una ceremonia presencial, semipresencial o virtual para la instalación del Parlamento, Duque sabe que este corte de cuentas será clave para enviar un mensaje directo y claro a todos los sectores políticos, económicos, sociales e institucionales sobre qué ha hecho, cómo está hoy Colombia y, sobre todo, el nuevo norte del país dada la coyuntura epidemiológica y sus graves impactos en todos los órdenes, cuya reparación será costosa y demorada.

De hecho, el arranque de la tercera legislatura se dará en pleno pico de pandemia en Bogotá y otras regiones, lo que incidirá en el estado de ánimo de una opinión pública atemorizada por el aumento de contagios y muertes, desesperada por la larga cuarentena y sus lesivos efectos económicos, pero también exigente y esperanzada en que el timonel nacional deje en claro en qué estamos y para dónde vamos.

 

Buen momento

Tras una pronunciada caída de imagen y favorabilidad a finales del año pasado y comienzos de este, tras la crisis de  gobernabilidad, los reveses en el Congreso y la ola de paros, la calificación presidencial han ido subiendo de forma sustancial. Es evidente que la opinión pública reconoce una gestión seria y diligente del Gobierno en el manejo de la emergencia sanitaria. Ver al Jefe de Estado todos los días dirigiendo el plan de contingencia en sus múltiples ámbitos y dándole la cara al país sobre las noticias buenas y malas, dimensionó la capacidad de liderazgo de Duque y empujó su credibilidad ante una población que vive momentos de alta incertidumbre y temor.

De hecho, el promedio de la mayoría de las encuestas de los dos últimos meses muestra que la imagen y favorabilidad presidenciales están por encima del 60%, un guarismo muy importante no solo por la caída de comienzos de año, sino porque es un porcentaje positivo para un Jefe de Estado que cumple la mitad de su periodo sin existir la posibilidad de reelección. No hay que olvidar que Uribe y Santos cuando llegaron a sus primeros dos años ya tenían en la mente optar por un segundo mandato y eso incidió fuertemente en el ritmo de sus gestiones de cara a repetir en la Casa de Nariño.

A Duque no solo lo favorece el hecho de estar enfrentando de manera seria y objetiva la pandemia, sin duda la crisis más grave del país en los últimas décadas, como lo prueba el hecho de que el país lleva cuatro meses en cuarentena, registra más de 5.000 muertos y la mayor afectación socio-económica de este siglo. También es evidente que su estilo gerencial e institucional de gobierno, que al comienzo no convenció a las mayorías, muy acostumbradas a los estilos imperativos y combativos de Uribe y Santos en su momento, poco a poco ha ido calando en la opinión pública.

La mayor prueba de ello es, sin duda, que Duque ha mejorado en imagen y favorabilidad mientras que la mayoría de otros dirigentes políticos e incluso precandidatos presidenciales de distinto espectro político pierden terreno ante la opinión pública.

Se puede concluir que el Presidente supo concentrarse en su tarea de gobierno, sin caer en una sobreexposición mediática ni tampoco hacerle el juego a las estrategias de varios sectores de izquierda y derecha que insisten en profundizar la polarización y la beligerancia ideológica diaria, proponiendo incluso cambios drásticos a la institucionalidad. Duque, por el contrario, ha sabido adueñarse del centro-centro de la política, moverse dentro de las reglas del juego y no teñirse en la mayoría de sus políticas y programas de los radicalismos del sector más extremo del uribismo como tampoco cayó en la tentación de hacer cesiones a un bloque de izquierda que más que hacer oposición con una plataforma gubernamental e ideológica sólida, profundiza la crítica como arma típicamente electoral.

 

Los énfasis

En ese orden de ideas, el discurso de Duque el próximo lunes resulta clave. ¿Cuáles podrían ser los énfasis? Según fuentes consultadas por EL NUEVO SIGLO son tres las líneas de acción que se buscará cubrir en el pronunciamiento presidencial.

En primer lugar, la Casa de Nariño quiere hacer un balance muy puntual de las promesas de gobierno y electorales, y cuántas de ellas se han cumplido o avanzado sustancialmente en estos dos años. Este será el eje central, ya que el Presidente no quiere que la pandemia opaque su gestión de dos años. Es más, aprovechará para prometer una aceleración de las reformas pendientes, ahora que tendrá una coalición mayoritaria en el Congreso. 

En segundo término, Duque quiere hacer un inventario del plan de contingencia sanitaria, recalcando en los cuantiosos esfuerzos presupuestales extraordinarios de estos cuatro meses y cómo su objetivo principal ha sido el de salvar vidas y promover una apertura productiva gradual y biosegura.

Y, en tercer lugar, el Presidente buscará revalidar su liderazgo al señalar el norte de Colombia en la segunda mitad de su gobierno, tratando de buscar una integración entre el plan sanitario y de reactivación con su Plan de Desarrollo, de forma tal que las altas exigencias del primero encajen en el segundo.

Como se ve, no será un discurso cualquiera el de Duque el próximo lunes: tiene la difícil tarea de dejarle claro al país, en medio de la más grave crisis nacional, qué se ha hecho, en qué estamos y para dónde vamos.