Disciplina social, la clave | El Nuevo Siglo
Viernes, 29 de Mayo de 2020
  • La cuarentena no ha terminado
  • Ciudadanía no puede confiarse

 

El próximo lunes, tras casi dos meses y medio de cuarentena general para la mayoría de la población del país, Colombia entra en la etapa de Aislamiento Preventivo Inteligente. Se trata de una nueva fase en la estrategia que se ha venido desarrollando para frenar la curva de contagios y decesos por la pandemia del Covid-19. Es claro que el plan de contingencia aplicado para hacerle frente a la crisis sanitaria ha dado resultados, lo que se evidencia no solo en que el número de personas infectadas con este inédito coronavirus es muy reducido frente a lo que ocurre en otros países de la región, sino también en el hecho principal de que el índice de letalidad es de los más bajos a nivel mundial.

Sin embargo, esta nueva etapa en el combate a la enfermedad viral implica, ante todo, un reto de marca mayor ya no sólo para los gobiernos nacional, regionales y locales, así como para las autoridades sanitarias y de control del orden ciudadano, sino principalmente para todos y cada uno de los colombianos. Hay que ser claros: la cuarentena como tal no ha terminado y prueba de ello es que seguirán en sus casas más de la mitad de los colombianos, entre ellos los menores de dieciocho años, los mayores de setenta, gran parte de los funcionarios públicos que continuarán en teletrabajo así como un volumen importante de empleados del sector privado formal y la economía informal, cuyas actividades productivas aún no se reanudarán. Igual ocurre con los sectores del turismo, entretenimiento masivo y otros oficios y labores que impliquen aglomeración de personas o alto riesgo de contagio por proximidad. Asimismo, sigue inamovible la directriz que impide a los sistemas de transporte masivo operar por encima del 35% de su capacidad, so pena de ser paralizados en su totalidad. Otra evidencia de cómo permanecen las medidas de emergencia es que las fronteras marítimas, terrestres y aéreas se mantienen cerradas, así como suspendidos los vuelos internacionales y domésticos. También está determinado que el transporte intermunicipal no se reactivará por ahora y que las escuelas, colegios y universidades solo volverían a clases presenciales en agosto…

Por otro lado, si bien a partir de este lunes más personas podrán reintegrarse a sus labores productivas, el Gobierno ha sido claro en que deben aplicarse de forma estricta los protocolos sanitarios, de bioseguridad y de distanciamiento social para disminuir al máximo el riesgo de contraer el virus.

Es aquí en donde las alertas deben estar más prendidas. Como lo hemos reiterado en estas páginas es imperativo que la ciudadanía no relaje las medidas sanitarias. Es innegable que existe una peligrosa y creciente percepción en un sector de los colombianos en torno a que lo peor de esta emergencia sanitaria ya pasó. Por el contrario, la realidad es que el país está entrando en las tres semanas más críticas de la pandemia, a tal punto que el Ministerio de Salud insiste en que el pico del brote de Covid-19 se dará entre la segunda y la tercera semanas de junio. Es más, la curva epidemiológica de mayo está evidenciando que tanto el número de casos confirmados como el de fallecimientos vienen aumentando en las últimas dos semanas, teniendo como puntos de mayor incidencia a Bogotá, Cali, Cartagena, Villavicencio y Leticia. De hecho, ayer los mandatarios de la capital del país y del Valle anunciaron que extenderán hasta el 15 de junio el Aislamiento Preventivo Obligatorio, y es posible que entre hoy y el domingo otros burgomaestres hagan lo propio, acorde con la orden presidencial de que las alcaldías serán ahora las encargadas de señalar la gradualidad del desconfinamiento de la población en sus respectivas jurisdicciones.

Pero hay que insistir: frenar la curva epidemiológica es responsabilidad primaria y vital de cada colombiano, tanto de aquellos que han podido o se reintegrarán a partir de este lunes a sus actividades productivas y rutinarias, como de quienes seguirán en sus casas, aunque con una mayor flexibilidad de poder salir al espacio público, sobre todo para hacer ejercicio físico. Es imposible poner un policía, un soldado o un funcionario oficial en cada esquina para controlar que la población cumpla con las restricciones de movilidad y los protocolos sanitarios. Será la disciplina social, tanto en el ámbito individual como colectivo, la principal arma contra el Covid-19 en esta nueva fase del plan de contingencia. No hay que confiarse: vienen las semanas más complicadas de la pandemia y un relajamiento de la bioseguridad en las casas, calles, transporte público y sitios de trabajo sería extremadamente peligroso.