Pandemia y norte científico | El Nuevo Siglo
Martes, 31 de Marzo de 2020

* Papel primordial del Ministerio del ramo

 *No distraerse en polémicas desgastantes

La carrera contra el reloj que están desarrollando científicos de todo el mundo en búsqueda de una vacuna y de otras medidas de contingencia eficaces para frenar la expansión del Covid-19 pone de presente que pese a todos los adelantos y descubrimientos revolucionarios en el campo de la salud, la humanidad está muy lejos de haber generado el suficiente conocimiento acumulado para poder neutralizar este tipo de amenazas virales, en este caso una que ha cobrado más de treinta y siete mil vidas en tres meses.

En Colombia, a decir verdad, el desarrollo científico es una de las materias pendientes de las últimas décadas. No en vano cuando se hacen comparaciones a nivel internacional sobre la cantidad de presupuesto que se invierte en ciencia, innovación y tecnología, nuestro país tiende a quedar en la mitad de la tabla e incluso más abajo. Por ejemplo, en materia de grupos de investigación certificados y con resultados publicados estamos muy atrasados. A ello se suma que los recursos que se dirigen a estos tres campos, como es el caso del diez por ciento del presupuesto del Sistema Nacional de Regalías, terminan siendo destinados a proyectos y programas de bajo alcance, cuando no dilapidados en iniciativas que no generan valor agregado suficiente e incluso son blanco de redes de corrupción locales y regionales.

Tras muchos diagnósticos reiterativos y no pocas reformas en pos de crear una política estructural de incentivo y desarrollo científico en nuestro país, el último avance sustancial se concretó a finales del año pasado cuando se activó el Ministerio de Ciencia y Tecnología, a partir de la base institucional de Colciencias.

En medio de esta emergencia sanitaria que ha movilizado todas las instancias gubernamentales son muchas las expectativas sobre el papel que debe desarrollar esta cartera. Sin embargo, en estas primeras semanas de la crisis desde varios sectores han surgido críticas en torno al poco protagonismo del Ministerio, pese a que debería ser uno de los más activos dados los desafíos que impone la epidemia. La titular ministerial respondió que, por el contrario, se viene desarrollando una agenda objetiva, técnica y estructurada que combina acciones de corto y mediano plazos. Por ejemplo, se confeccionó un panel de expertos de distintas disciplinas para asesorar y definir un plan estratégico para enfrentar la pandemia. De igual manera se convocó a una “Cienciatón” con el objetivo de estimular la creación urgente de distintos grupos de investigación sobre mecanismos para enfrentar la difícil coyuntura sanitaria. A ello se suma que se están apoyando iniciativas para que con talento e infraestructura nacional se puedan desarrollar y producir pruebas diagnósticas que aceleren la detección temprana del virus así como avanzar distintos prototipos en materia de biotecnología, desarrollo de medicamentos y dispositivos médicos. A todo lo anterior deben adicionarse los esfuerzos por crear un documento base sobre todo lo que se sabe alrededor de este coronavirus y la metodología multidisciplinaria y multisectorial para mitigar sus efectos…

Es claro que no es momento para entrar en discusiones bizantinas ni polémicas alrededor del papel del Ministerio de Ciencia. Como lo hemos reiterado en estas páginas estamos enfrentando una crisis sin precedentes y es necesario ir ajustando y corrigiendo la estrategia de respuesta a medida que se va implementando el plan de contingencia y se evidencian los flancos débiles. En ese orden de ideas, lo que procede es que bajo el liderazgo de esta cartera se defina de forma técnica y eficiente un plan de desarrollo y respuesta científica que articule todos los esfuerzos que desde la academia, los centros de investigación, las universidades y los proyectos y emprendimientos independientes se están impulsando afanosamente para mitigar el impacto del brote epidémico, que ayer sumaba casi ochocientos contagios confirmados y doce muertes, pero que tendrá en las próximas dos semanas su pico más alto.

Debemos aprender de lo que se está haciendo en otras naciones en materia de desarrollo de ciencia y tecnología para combatir la pandemia. Aquellas experiencias exitosas que puedan ser replicadas tienen que apropiarse de forma dinámica y efectiva, y es allí en donde los expertos en epidemiología, biomédica, infectología, salud pública, desarrollo de infraestructura, farmacéutica e investigación tienen la palabra. Lo importante es que todos esos aportes se canalicen hacia una sola estrategia de respuesta y no terminemos en una especie de torre de babel, en donde cada proyecto o propuesta va por su lado sin ningún tipo de articulación y, peor aún, con nula o baja posibilidad de analizar y comprobar fáctica y objetivamente su utilidad y resultados. Es allí en donde el Ministerio de Ciencia debe erigirse como timonel de todo este esfuerzo y evitar a toda costa la dispersión de esfuerzos, conocimiento, recursos e iniciativas. No hay que distraerse en controversias desgastantes, pues en esta clase de coyunturas esos debates solo pasan factura en materia de enfermos y decesos.