Ordenar plan de contingencia | El Nuevo Siglo
Viernes, 27 de Marzo de 2020
  • Urge aterrizar y socializar alud normativo
  • Más claridad para empresas y ciudadanía

Los planes de contingencia económica que el Gobierno está activando para apoyar al sector empresarial así como a los estratos poblacionales más vulnerables se han anunciado en la última semana de forma profusa y con amplio eco mediático, en las redes sociales y en el voz a voz de la ciudadanía. En medio del arranque de la cuarentena sanitaria de todos los colombianos para evitar que se dispare la tasa de contagios del Covid-19, existe una gran y creciente expectativa por la activación de todas estas ayudas presupuestales, tributarias, financieras e incluso en metálico para que las compañías puedan seguir sufragando sus obligaciones y eviten al máximo el despido de personal, en tanto que las familias que se encuentran en confinamiento social y no pueden generar ingresos para su sustento tengan un apoyo económico que les permita sobrellevar tranquilamente estas semanas de restricción de la movilidad y de limitación laboral formal e informal.

Debe reconocerse que la Casa de Nariño está actuando con diligencia para tratar de cubrir la mayor cantidad de flancos  afectados directa o indirectamente por el brote epidémico. Al amparo de la declaratoria del Estado de Emergencia se ha dictado una gran cantidad de decretos para poder reglamentar y viabilizar las billonarias medidas de apoyo a los distintos sectores, en tanto que gobernaciones y alcaldías también están expidiendo un volumen grande de normatividades sectoriales sobre la propia cuarentena y el aterrizaje de los planes de apoyo a los más vulnerables.

Es imperativo organizar de forma coherente la aplicación de todas estas medidas legales, reglamentarias y administrativas que se están tomando para hacer frente a la emergencia sanitaria. Sería un error que este alud normativo terminara generando un mar de confusión entre la ciudadanía, el sector privado y las propias instituciones oficiales del orden nacional, departamental y municipal. Aunque es urgente la adopción de medidas excepcionales para hacer frente a la que es, sin duda, la situación de emergencia más grave en Colombia de las últimas décadas, debe tenerse el suficiente cuidado para que todas estas reglamentaciones no terminen chocando entre sí o generando expectativas que no se pueden cumplir o, peor aún, que atenten contra los propios protocolos de aislamiento social.

De hecho ya ayer se alertó en distintos lugares del país que  una gran cantidad de personas se aglomeraba en los puntos a través de los cuales se entregan las ayudas adicionales para distintos programas gubernamentales como Familias en Acción, Jóvenes en Acción y Adulto Mayor. En la capital del país, tras el anuncio de un amplio esquema de apoyo a los hogares más vulnerables por parte de la Administración Distrital, fue necesario advertir que los potenciales beneficiarios no deberían salir masiva y afanosamente de sus casas para reclamar dichas ayudas, sino esperar en sus respectivas residencias la entrega de las mismas o su consignación bancaria.

No menos preocupantes eran las quejas y alertas de muchos empresarios en torno a que no se han activado de forma ágil los decretos sobre créditos extraordinarios y otras ayudas financieras para poder sufragar el pago de las nóminas de este fin de mes y demás obligaciones por vencerse. Una falencia que tiene relación directa con la forma en que estaban creciendo también las denuncias sobre casos de despidos masivos, licenciamiento no remunerado de personal y envío de una gran cantidad de trabajadores a vacaciones indefinidas sin estar claros los temas de salarios y seguridad social.

Visto todo lo anterior es prioritario que se establezca un sistema normativo ordenado, coherente y claramente jerarquizado que permita diferenciar las medidas de contingencia humanitaria y empresarial para afrontar la emergencia sanitaria, de aquellas dirigidas a los planes de reactivación productiva a mediano plazo de los sectores que se están viendo afectados de forma grave por el coletazo de esta primera fase del Covid-19 en Colombia. No se puede perder de vista que lo más complicado en cuanto a número de contagios confirmados y muertes derivadas se presentará en las próximas dos semanas, aumentando de paso la posibilidad de que las restricciones sean más drásticas si la situación se continúa agravando.

Si bien es entendible que no es fácil aterrizar a la práctica y al día a día económico y social todo este paquete de ayudas oficiales, se requiere mayor celeridad para que las familias confinadas y los empresarios puedan acceder de forma  tangible a las ayudas. Esto debe hacerse en cuestión de días, no de semanas ni mucho menos meses, porque el efecto de la emergencia se está sintiendo aquí y ahora. Por ejemplo, millones de colombianos no saben si en este fin de mes tendrán la posibilidad de recibir sus salarios ni sus patronos tienen claridad sobre la disposición real de recursos extraordinarios para cancelarlos oportunamente.

Se requiere, entonces, más audacia y diligencia para que todo ese paquete de decretos, reglamentaciones y anuncios se socialicen efectivamente y se pongan en práctica de forma ordenada y coherente.