Por favor, ¡No más! | El Nuevo Siglo
Domingo, 26 de Enero de 2020

“No dar gusto a ideólogos del aborto”

 “En el siglo XX, hordas de hombres, en proceso de masificación, hacinados en grandes centros industriales que crecerían indefinidamente. (…) que se dirían heraldos del progreso, con fanfarrias y uniformes, comenzando y terminando el día con himnos, y terminarían por subordinarse a un Soter (Salvador) o el Führer (jefe conductor, caudillo). Y la deplorable patología del antisemitismo tendría una reaparición avivada por el odio. El pueblo no cree ya más en principios, quiere creer en salvadores”.

Pero, “eliminar los principios, cobra identidad, la idolatría de falsos salvadores. La pérdida de la areté (fortaleza que lleva al comportamiento recto y virtuoso en la vida social), lleva, necesariamente, a la pérdida de la libertad humana. Siendo que la areté fue condición de estabilidad y continuidad en la polis (institucionalidad) griega. Por esto, estudiosos, vieron que la voluntad de poder en el siglo XX, en cabezas tenebrosas, llevarían a los totalitarismos que asolarían la centuria”.

“Razón por la cual, en el periodo entre la primera y segunda guerra mundial, “los intelectuales cristianos clamaron por la vuelta a Dios” como fuente sublime para superar los diversos retos de la historia. Denunciaron la pérdida del bien común como condición, fundamental, en procura de rencontrar la Polis, en respuesta a la reducción de la política al ejerció de imponer: con criterios maquiavélicos y afán de dominio”.

 “Estos pensadores, en ese tiempo de crisis -que se alargaba entre dos conflagraciones mundiales con múltiples conflictos y negaciones totalitarias de la dignidad humana- se esforzaron no solo en diagnosticar los males de una coyuntura, sino en resaltar sus causas más profundas y su variedad fenoménica, así como en la necesidad de superación espiritual y cultural, social y política”. (Cf. José Rodríguez Iturbe).

“Expusieron que la vida política entraña unos valores que otras formas de vida no pueden contener. Entre los valores políticos, cabe destacar dos: la libertad y la igualdad. Como afirma Aristóteles: la vida política es la vida en común entre libres e iguales. Pero la libertad y la igualdad política no son solamente la proyección, la traslación al campo de lo político de la libertad y de la igualdad originarias, son radicales u ontologías del ser humano […] Lo que nos mueve a buscar la igualdad: el deseo de compartir una misma sociedad, una forma de vida en común, a pesar de las desigualdades que existan entre nosotros, pues lo común solo es vagamente común entre iguales.  Por esto, el pensamiento clásico considera la libertad como fruto del orden político, de la medida estable de lo común, de la ley”.

“Por el contrario, el pensamiento moderno ha entendido la libertad, fundamentalmente, como emancipación, como desvinculación de las formas comunes, dando cánones o patrones socialmente constituidos. Y la ley se convierte en lo opuesto a la libertad, en una corte de estas, admisible solo por razones fácticas o instrumentales” (Cf. Alfredo Cruz Prados).

Señores y señoras de la Corte Constitucional, así las cosas: darle gusto a los ideólogos del aborto es marchar, vendados, por encima de la vida humana, la dignidad, el bien común, la verdad antropológica, la historia, principios y valores.