Los rebeldes tuareg proclamaron el viernes la independencia del norte de Malí, un vasto territorio desértico dominado por grupos islamistas y criminales y amenazado por un "desastre humanitario".
La independencia proclamada por el Movimiento Nacional de Liberación del Azawad (MNLA) dejó a este país africano partido en dos: el Sur, controlado por los militares que dieron un golpe militar el 22 de marzo, y el Norte, en marcha franca hacia la completa anarquía.
La Unión Africana (UA), la Unión Europea (UE) y Francia, ex potencia colonial malí, expresaron inmediatamente su rechazo frontal a la proclamación unilateral.
Centenares de jóvenes malienses, en su mayoría nativos del norte del país, denunciaron el viernes en Bamako "las ignominias" cometidas en sus regiones por rebeldes tuareg e islamistas armados, y pidieron armas para ir a combatirlos, comprobó una periodista de la AFP.
Durante un encuentro organizado en Faladje, en la periferia de Bamako, por varias asociaciones, un miembro de Acción de Jóvenes para Salvar el Norte de Malí (AJSN) leyó una declaración denunciando "las agresiones físicas a los civiles", violaciones de mujeres, inclusive "en la plaza pública".
La AJSN denunció también saqueos, destrucciones de infraestructuras sociales y "flagrantes violaciones de los derechos humanos fundamentales", cometidas en Kidal, Gao (noreste) y Tombuctú (noroeste) desde su toma por los grupos el 30 y 31 de marzo y el 1 de abril.
De acuerdo con Jean Ping, presidente de la Comisión de la UA, esa declaración de independencia "es nula y no tiene ningún valor".
El ministro francés de Defensa, Gérard Longuet, había afirmado a la prensa que una declaración de independencia que no sea reconocida por los Estados Africanos "no tiene sentido".
"Solemnemente declaramos la independencia de Azawad desde hoy", dijo Mosa Ag Attaher, portavoz del Movimiento Nacional por la Liberación del Azawad (MNLA) en Francia, en declaraciones a la televisión France 24, confirmando así una declaración publicada en el sitio web oficial de ese grupo.
Azawad, un territorio árido, con una superficie equivalente a las de Francia y Bélgica sumadas, se sitúa al norte del río Níger y comprende las regiones administrativas de Kidal, Tombuctú y Gao.
Una semana después del golpe militar del 22 de marzo que derribó al presidente Amadou Toumani Touré, esas tres regiones cayeron en manos del MNLA, del movimiento Ansar Dine apoyado por elementos de Al Qaida en el Magreb Islámico (AQMI) y diversos grupos criminales.
El viernes, Omar Hamaha, jefe militar del grupo islamista Ansar Din, que tomó la ciudad de Tombuctú en el norte de Malí, afirmó que su guerra era "contra la indepedencia" de Azawad y "en pro del islam".
"Nuestra guerra es una guerra santa, una guerra legal, en nombre del islam. Estamos contra las rebeliones. Estamos contra las independencias. Estamos en contra de todas las revoluciones que no sean en nombre del islam. Hemos venido para practicar el islam, en nombre de Alá", dijo el dirigente, Omar Hamaha.
Los países vecinos a Malí y que forman la Comunidad Económica de los Estados del Oeste Africano (CEDEAO) impusieron hace una semana un embargo diplomático y económico total al país, aunque este viernes reafirmaron su compromiso con la integridad territorial de todos los países miembros del grupo.
El gobierno del vecino Argelia dejó claro que "no aceptará jamás un cuestionamiento de la integridad territorial de Malí" y propuso el "diálogo" para superar la crisis en el país, según dijo el canciller argelino, Ahmed Ouyahuia, al diario francés Le Monde de este viernes.
Devastadores efectos combinados
De acuerdo con diversas entidades humanitarias, el tiempo apremia, en especial en el Norte del país.
Para Amnistía Internacional, los efectos combinados de la sequía, la violencia y las graves violaciones a los derechos humanos en el Norte de Malí hacen que la región esté "al borde del desastre humanitario".
En la capital, Bamako, un frente formado por partidos políticos y organizaciones sociales, llamaron a la ONU a intervenir con urgencia "para evitar una catástrofe humanitaria", en especial en Gao "donde no existe más abastecimiento de agua ni electricidad".
En esa zona hay numerosos testimonios de secuestros de niñas, dijo el representante de ese frente, Siaka Diakité.
Para la entidad humanitaria Oxfam, "la combinación de las consecuencias devastadoras de los combates y la de la inseguridad, y el agravamiento de la situación alimentaria podrá producir un enorme número de refugiados en la región".
Según la entidad, unas 210.000 personas se han desplazado en la región desde el inicio de la rebelión tuareg.
En tanto, la entidad World Vision expresó sus temores sobre "el impacto negativo y de gran envergadura" a causa de las sanciones al país.
Oxfam y World Vision defendieron el levantamiento del embargo impuesto por la CEDEAO. "El cierre de fronteras significa aumento en los precios de los alimentos", apuntaron.
La junta golpista, que por momento orientó al ejército maliense a no resistir a la ofensiva, llamó el jueves a los ciudadanos del Norte a que resistan a los "invasores", reconociendo implícitamente su incapacidad de defender esas poblaciones.
En Bamako, el canciller de Burkina Faso y emisario de los países de la región, Djibrill Bassole, dijo que un anuncio "en la dirección correcta" era esperado de parte del capitán Sanogo, y que ello llevaría al levantamiento de las sanciones.
AFP