Los nacionalistas en el poder en Cataluña, enfrentados con Madrid por su pulso secesionista, mantendrán su rumbo hacia un referéndum de autodeterminación pese a la sentencia del Tribunal Constitucional español calificándolo de ilegal.
"El proceso político en Cataluña continúa", aseguró el miércoles el presidente nacionalista de la región, Artur Mas, un día después de la sentencia del tribunal.
"A cada escollo que vayamos encontrando en este camino, encontraremos la solución para esquivarlo y sobrepasarlo", añadió el líder de la coalición nacionalista CiU.
Los independentistas de izquierdas de ERC, la segunda fuerza regional después de CiU, aseguró que "no nos moveremos de nuestro compromiso de poner las urnas".
Nadie sabe hasta dónde va a llevar el pulso secesionista Mas y sus aliados nacionalistas, con una amplia mayoría parlamentaria en la región y sometidos a una importante presión ciudadana para celebrar esta consulta.
El pasado 12 de diciembre, estas formaciones anunciaron la convocatoria de un referéndum para el 9 de noviembre satisfaciendo así la demanda del fervor independentista catalán, atizado en los últimos años por los efectos de la crisis económica.
La pregunta será doble: "¿Quiere que Cataluña sea un Estado? ¿Quiere que este Estado sea independiente?".
Pero el martes, el Tribunal Constitucional español anuló parcialmente la declaración de soberanía aprobada en enero de 2013 por el parlamento catalán, que ponía las bases para la celebración de la consulta, en una sentencia algo ambigua.
Una región "no puede unilateralmente convocar un referéndum de autodeterminación para decidir sobre su integración en España", dice el tribunal, declarando "nulo e inconstitucional" el principio que define a Cataluña como "un sujeto político y jurídico soberano".
Sin embargo, reconoce "el derecho a decidir" del pueblo catalán si se ejerce dentro de la legalidad y no se entiende como derecho a la autodeterminación.
La sentencia "no deja dudas sobre la ilegalidad de la declaración soberanista", apunta el miércoles el diario español conservador El Mundo.
"Veo pocas posibilidades de que esto tenga una solución jurídica", señalaba a la AFP Xavier Arbós, profesor de Derecho constitucional en la Universidad de Barcelona.
"El Tribunal Constitucional da la posibilidad de continuar debatiendo sobre este tema sin que pueda interpretarse como derecho a la autodeterminación. Abre las puertas al diálogo político pero no da margen a la viabilidad de realizar una consulta", añadió.
- Posiciones enrocadas -
Pero el diálogo político entre Barcelona y Madrid es inexistente desde hace varios meses.
El próximo 8 de abril, el Parlamento regional catalán llevará al Congreso de los diputados español una petición para transferir la competencia de convocar un referéndum al Ejecutivo catalán.
Las posibilidades de éxito son muy escasas dada la mayoría absoluta del conservador Partido Popular del jefe de gobierno español Mariano Rajoy, que repite incesantemente que la consulta es ilegal y no tendrá lugar.
"Siempre he estado dispuesto al diálogo, pero dentro de la Constitución y de la ley", dijo el 25 de febrero.
Con las posiciones enrocadas en Madrid y Barcelona, el margen de maniobra es cada vez más estrecho para Artur Mas, que prometió llevar a cabo este proceso dentro de la legalidad.
Nacionalista moderado en su origen, el discurso de Mas se radicalizó en las elecciones regionales de noviembre de 2012, que supusieron un retroceso para su partido y lo empujaron a aliarse con ERC.
Rica región industrial en el noreste de España y abierta al Mediterráneo, Cataluña, con una población de 7,5 millones de habitantes, ha vivido en los últimos años un fervor nacionalista, alimentado por la crisis económica, la sensación de un maltrato fiscal por parte de Madrid y las tensiones políticas por cuestiones identitarias.
La tensión se ha trasladado a las calles con masivas manifestaciones independentistas en ocasión del 11 de septiembre, día grande de la región para conmemorar la caída de Barcelona ante las tropas franco-españolas en 1714 durante la guerra de Sucesión.
En 2012, una marea de cientos de miles de personas invadió el centro de Barcelona. Un año después, cientos de miles de catalanes se unieron en una cadena humana independentista de 400 kilómetros de norte a sur de la región.