Presa de pánico por la posibilidad de perder su inmunidad parlamentaria, Silvio Berlusconi abrió un nuevo período de incertidumbre política en Italia, al obligar a los ministros de su partido a dimitir.
Ayer, un día después de su dimisión, exigida por su mentor, los cinco ministros del su partido, el Pueblo de la Libertad (PDL, derecha), expresaban su preocupación ante la última jugada política de Il Cavalieri.
El viceprimer ministro y ministro de Interior, Angelino Alfano, considerado como el delfín de Berlusconi, declaró que quiere ser "berlusconiano de otra manera".
El partido Forza Italia, antiguo partido de Berlusconi que éste intenta refundar en los últimos tiempos, "nos lleva a una derecha radical, se cierra a los moderados", se quejó la ministra de Salud, Beatrice Lorenzin, que aseguró, al igual que su colega encargado de las Reformas, Gaetano Quagliariello, que no formará parte de ese movimiento.
"Ya no hay que hablar de tránsfugas, traidores o fieles. La libertad de conciencia puede devolver a Italia un nuevo gobierno", subrayó otro de los ministros que dimitieron, el de Defensa, Maurizio Mauro, que parece marcar sus distancias con la solidaridad a cualquier precio con el magnate condenado.
"Queremos seguir con Berlusconi, pero no con sus malos consejeros", añadió el titular de Transportes, Maurizio Lupi.
La pelota está ahora en el campo del presidente de la República, Giorgio Napolitano, que se reunió por la tarde con su primer ministro, Enrico Letta. Ya indicó que sólo decidirá "una disolución (de las cámaras) si no hay otras soluciones".
Para Napolitano, una disolución es inútil mientras la ley electoral siga sin modificarse.
"Locura", "indigno", "el condenado hace naufragar a Italia": la prensa italiana condenaba el domingo unánimemente la decisión de Il Cavaliere, en un momento económico muy delicado para el país.
Incluso Enrico Letta, jefe de un frágil gobierno de coalición entre su formación de izquierda y el centro-derecha de Berlusconi, perdió su habitual serenidad y tachó la dimisión en bloque de "loca e irresponsable, totalmente destinada a proteger los intereses personales" del magnate con la justicia.
El 1 de agosto, el ex primer ministro fue condenado a cuatro años de prisión (reducidos a sólo uno) por fraude fiscal. No obstante, debido a su edad --este domingo cumple 77 años--, Berlusconi no irá a prisión.
El magnate de las comunicaciones, que gobernó en Italia durante 12 de los últimos 19 años, eligió cumplir su condena en su domicilio de Roma en vez de realizar trabajos de interés general.
Otra perspectiva humillante: el Senado tiene que decidir el 4 de octubre si retira el escaño que tiene Berlusconi en esa cámara por su reciente condena, lo que implicaría la pérdida de su inmunidad parlamentaria a la espera de nuevos juicios, entre ellos, el denominado "Rubygate" por prostitución de menores y abuso de poder./AFP