Dilma Rousseff tiene los meses contados como presidenta de Brasil. Con la aprobación del juicio político por parte de la Cámara de Diputados y el aval del mismo por parte del Senado en las próximas semanas del mismo, la mandataria tiene un pie por fuera de Planalto. Durante la agitada sesión en la que se aprobó el impeachment, detractores y oficialistas estuvieron cerca de irse a los puños durante la jornada de votación en la Cámara, en medio de masivas manifestaciones a favor y en contra de Dilma Rousseff. "Está abierta la sesión bajo la protección de Dios y en nombre del pueblo brasileño", dijo el presidente de la Cámara, Eduardo Cunha, en un ambiente de extrema agitación, con diputados que gritaban "No al golpe" o "Impeachment ya" y se dieron empujones. Durante las primeras dos horas habló el autor del informe que recomienda el impeachment de Rousseff por presunta manipulación de las cuentas públicas y los líderes de las bancadas. Acto seguido, cada uno de los 513 diputados, en alternancia entre estados del sur y del norte, fueron llamados a indicar su preferencia y tuvieron 10 segundos para justificarla ante un micrófono. Al cierre de esta edición no se conoció el número exacto de los votos pero se supone que la cifra había superado los 342 votos necesarios para abrir el juicio político. Si el Senado aprueba el juicio político, Rousseff será separada transitoriamente de su cargo. La sustituiría su vicepresidente, Michsel Temer, quien podría gobernar hasta el fin del mandato en 2018 si los propios senadores declaran a Rousseff culpable en un plazo de 180 días. Rousseff niega los cargos que se le imputan y los atribuye a una conspiración liderada por Temer y por Cunha, sobre quien pesan acusaciones de corrupción. "Se desató una batalla entre un gobierno incompetente, sustentado por un partido [el PT] que traicionó sus ideales, y una oposición hipócrita, liderada por un legislador acusado de delinquir, llamado Eduardo Cunha", dijo a la AFP Sylvio Costa, director de la publicación especializada Congresso em Foco. La crisis política brasileña es observada con preocupación por el resto del mundo, a menos de cuatro meses de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Rio. Trifulca en Cámara Instantes antes del inicio de la sesión, un grupo de diputados que respaldan al gobierno comenzó a gritar "¡Democracia! ¡Democracia!" para tratar de tapar la voz de Cunha, que daba una rueda de prensa previa. Decenas de legisladores partidarios de la destitución salieron a cruzarlos, en un embate que terminó con empujones y gritos. La batalla parlamentaria tenía otro epicentro en las calles de las principales ciudades del país, con manifestaciones masivas de ambos bandos. Las fuerzas de seguridad movilizaron a miles de efectivos en una jornada que mostró la puerta de salida al "lulismo", del expresidente Luiz Inacio Lula da Silva (2003-2010), figura emblemática del hoy maltrecho ciclo de gobiernos de izquierda en la región. En Brasilia, partidarios y adversarios del impeachment se concentraban a cada lado de la valla metálica de un kilómetro tendida a lo largo de la explanada de los ministerios para evitar enfrentamientos. Los pro impeachment, envueltos en banderas de Brasil y vestidos de verde y amarillo (los colores nacionales), se ubicaban del lado derecho de la valla (mirando hacia el Congreso) y los pro gobierno, vestidos de rojo, del izquierdo. Las autoridades esperan la llegada de unas 300.000 personas a lo largo de la jornada. Los primeros en llegar fueron los antigubernamentales, enarbolando consignas de "¡Fuera Dilma" ¡Fuera el PT!". "Mi objetivo es el cambio y para eso lo primero es que salga Dilma. Estamos cansados de producir alimentos y ganancias y ver que todo eso no mejora el país o es desviado", declaró a la AFP el agricultor Silmar Borazio, de 50 años, productor de soja y maíz en Paraná sur). Una columna de varios miles de "petistas" (partidarios del PT) engrosó el lado izquierdo de la explanada cuando se iniciaba la sesión, coreando, a ritmo de samba: "¡No va a haber golpe, va a haber lucha"!". La jefa de Estado trató de mantener su rutina y dio por la mañana un paseo en bicicleta por la zona del Palacio de Alvorada, aunque lo acortó a 15 minutos, en lugar de los 50 habituales, informó la estatal Agencia Brasil. En un momento pasó delante del Palacio de Jaburu, residencia de Temer, que la víspera recibió a un centenar de políticos, para tratar de amarrar las fidelidades en la Cámara y preparar un futuro gobierno. A inicios de la semana, en un audio difundido involuntariamente, según dijo, Temer llamó a formar un "gobierno de salvación nacional" y a realizar "sacrificios" para sacar al país de una recesión que entra en su segundo año. También Rousseff aseguró que, de sobrevivir al impeachment propondría un "pacto" a todas las fuerzas políticas para que Brasil pueda salir del pozo. Costa, el director de Congresso em Foco, considera "bastante improbable" que la Cámara rechace el impeachment, pero tampoco ve que cualquiera de las alternativas acerque el fin de la crisis. Si lo rechaza, "Cunha ya anunció que iniciará otro proceso" contra Rousseff, y si lo acepta, quedará por librar la batalla del Senado. "En todas las hipótesis, quien pierda seguirá protestando en las calles", afirma./ENS con AFP