Hostales, hogar de mochileros | El Nuevo Siglo
Foto archivo
Sábado, 22 de Julio de 2017
Catalina Londoño
Estos lugares comenzaron hace 150 en Alemania y hoy se han convertido en una alternativa económica y una experiencia multicultural a la hora de viajar. EL NUEVO SIGLO estuve en el corazón de sus orígenes en el centro de Bogotá, donde to empezó 

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Los mochileros abrieron el turismo de Colombia tras una época difícil donde pocos se atrevían a conocer lugares maravillosos del país. Con ellos, los hostales llegaron a la capital para abrir espacios de integración e intercambio cultural. Sus fundadores encontraron en la Candelaria un lugar ideal para su apertura, debido a su maravillosa arquitectura y ambiente.

 

“La Candelaria es como un pueblo histórico dentro de la ciudad, un lugar lleno de vida, cultura y patrimonio”, le cuenta Paula Gómez a EL NUEVO SIGLO, la fundadora del hostal Fátima, el segundo más antiguo de la ciudad, que abrió sus puertas en el 2007. Es una casa patrimonial con más de 150 años de antigüedad que la fundadora, tras un viaje largo mochiliando por Europa, decidió transformar en un hogar para que pudieran llegar extranjeros de todas partes del mundo a acoger todo lo que la ciudad tiene por ofrecer y a la vez sentirse en casa. 

Las zonas compartidas no solo de este hostal, sino de todos, tienen mayor importancia dentro del concepto de lo que proponen estos sitios: espacios donde se fomenta el intercambio cultural, desde sus habitaciones en que llegan a dormir en un mismo cuarto personas de países distintos, hasta las salas de televisión y la cocina donde todos comparten y se genera un momento de conocerse, de percatarse de cómo es el otro y descubrir sus particularidades culturales. Este hostal dentro de la fascinante casa colonial ha capturado a sus visitantes con sus actividades de clases de salsa una vez por semana, y sus noches de karaoke con música colombiana, dándole una buena vibra social al sitio.

 

El hostal Sue, ubicado también en el centro de la vida histórica y cultural, la Candelaria, comenzó su negocio en el año 2006, convirtiéndose actualmente en el hostal con más antigüedad en Bogotá. Su fundador, Oscar Payán, tomó un viaje presupuestado para un mes que terminó convirtiéndose en seis meses por Suramérica; la razón con mayor peso del alargue de su viaje, fue su estadía en hostales. Desde ese viaje supo que siempre iba a querer quedarse en un hostal por economía, sociabilidad, atención especializada y conocimiento más trascendente de la verdadera cultura del lugar. Sue, hoy en día, acoge a todos sus visitantes en una casa antigua de patrimonio que es lo que más captura de los extranjeros acostumbrados a edificaciones modernas en sus países.

Oscar dice, de manera enfática, que la Candelaria sin mochileros y viajeros sería un barrio diferente debido a que estos son los principales en darle vida y recorrer sus calles. Son la imagen perfecta de que hay que perderle miedo al centro, porque es este el que contiene la mayoría de nuestra historia y cultura. “Mientras los extranjeros elogian el centro, los locales le tienen recelo y pavor después de las 6 de la tarde”, reitera Oscar. Para este fundador de uno de los hostales con más vigencia en Bogotá, la cocina  es el área social de más intercambio cultural y con mayor encanto. Un espacio donde llegan a cocinar comidas de todo tipo y se rescata un aire gastronómico de cada cultura.

 

“Estos sitios generan la emoción de no saber con quién vas a terminar compartiendo una cerveza en la noche, o un café por la mañana, dan la oportunidad de conocer a diferentes personas con las que jamás compartirías en el día a día”

 

También hay hostales como El Crancy Croc y Masaya que siguieron el camino de los primeros de Bogotá. Esta vez fueron extranjeros que abrieron estos sitios.

Andy Farrington, australiano y fundador de Crancy Croc, quien llego a Bogotá como mochilero en el 2004 y quedó fascinado con la ciudad y sobre todo con la Candelaria,  cuenta su visión: “este es para mí el lugar más interesante de Bogotá, especialmente por los visitantes. Tiene la energía, la historia, la cultura y sitios que más le interesan al extranjero. También, por la arquitectura es el lugar más bonito de la ciudad”.

Después de unos años, en el 2007, llegaron a Bogotá tres amigos franceses de intercambio universitario, a final de año, después de haber viajado como mochileros en varias partes en Colombia y Sur América. Nicolás, Paul y Vianney, sus fundadores, tuvieron la idea de regresar al país con el proyecto de montar un hostal. Así, se creó el concepto de Masaya, fundado en el 2012, un hostal aliando confort, diseño y cultura local. Guillaume Janet, se posicionó como el director de Marketing y Comunicaciones para Masaya y le cuenta a este Diario lo qué significa este hostal: “estamos proponiendo a nuestros clientes un hostal con habitaciones privadas y dormitorios compartidos, un bar/restaurante y sobre todo actividades culturales diarias y gratuitas para hacer vivir a nuestros clientes una experiencia cada vez más local.” Así mismo, destaca la importancia de su ubicación: “la Candelaria es el legado colonial de Bogotá. Aquí se encuentran la mayor parte de los sitios culturales, históricos y turísticos de la ciudad. Añade que: “las calles de la Candelaria son cargadas de historia y tienen un encanto inigualable a otras localidades de la ciudad. La mayor parte de los turistas extranjeros desean quedarse en la Candelaria por estas razones. Así que, para nosotros, era una evidencia montar el hostal en este barrio tan emblemático de la ciudad en una casa colonial.”

En Colombia, hasta hace unos pocos años, la gente no estaba muy enterada de lo que es un hostal, debido a que es un modelo de alojamiento europeo que comenzó hace 150 años en Alemania por Richard Schirrmann, un profesor alemán, que tomó la iniciativa de convertir su salón de clase en un dormitorio común para impulsar el compartir y la integración de jóvenes durante las vacaciones.

Las características que propone un hostal van ligadas al tipo de viajero que llega a un destino. Desde el bajo presupuesto económico que este ofrece, hasta el intercambio cultural tanto con otros extranjeros como con locales.

Un hotel comparado con un hostal, se diferencia en el hecho de que el hotel es un espacio más individual y privado, donde no se presenta la oportunidad de compartir con el otro como en el hostal donde la mayoría de sus áreas son comunales.  La belleza arquitectónica de la Candelaria y su historia es la base de la cultura capitalina, convirtiéndola en un sitio sublime para hospedar a los extranjeros, y edificar estos alojamientos, empujándolos a conocer la maravillosa ciudad desde sus orígenes y compartiendo experiencias entre ellos mismos.

 

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