Historias urbanas de calles del centro | El Nuevo Siglo
Miércoles, 29 de Junio de 2016

Cara de perro, La Fatiga, El Cajoncito, Las Culebras, El Pecado Mortal, Patio de las Brujas y Del Divorcio no son insultos ni malos recuerdos, son algunos de los nombres más curiosos que aún conservan algunas calles del centro de Bogotá.

 

El 10 de noviembre de 1774, el Virrey Manuel Guirior decidió organizar las calles de Santa Fe; para eso, ordenó a los respectivos alcaldes ponerle un nombre a las calles y un número a las casas. En esta época, el Virrey dividió la villa en cuatro cuartos y ocho barrios. Desde un principio se usaban nombres de Santos y de las personas que habitaban en la ciudad. El censo de la época arrojó que en la ciudad habitaban 16.233 personas.

 

Con los nombres de las calles salían a relucir las creencias, recuerdos heroicos y sus románticas evocaciones. En la actualidad, algunas calles tienen su representación sobre todo por los nombres de santos, por el fervor religioso de la época. Así es como todavía existen las calles San Andrés, Santa Ana, Santa Bárbara, San Bruno, Santa Isabel, San Raimundo, y Santa Martha.

 

El enigma de La Candelaria

En el centro de Bogotá también hay espacio para las emociones humanas,  y por eso existen las calles del Amor, de la Esperanza, del Agrado, de la Alegría y de la Paz, y De la Fatiga, de los Dolores, del Afán y de la Agonía.

 

Ya en 1849, el gobernador de la provincia de Bogotá, Vicente Lombana, tomando como centro la actual Plaza de Bolívar, organizó la nomenclatura de la ciudad y señaló las calles que iban de oriente a occidente y viceversa y las carreras que iban de sur a norte y de norte a sur.

 

Hoy, es muy difícil localizar en las calles numeradas los nombres de pila, que suman más de 200. La pérdida de los archivos municipales en el incendio de las antiguas galerías borró las huellas; si hoy se pudieran seguir sabríamos todos los secretos de las calles de esa época desaparecida.

 

La antigua calle de Egipto, donde fue aprisionada Policarpa Salavarrieta una noche de noviembre de 1817, clama por una lápida donde se pueda honrar a esta joven heroína.

 

En la carrera 4ª, entre calles 10 y 11 se encuentra la Calle de la Rosa, que guarda recuerdos históricos, famosa por haber alojado en una de sus casas (10-18) a Juan José Francisco de Sámano, militar español, considerado el último virrey efectivo de Nueva Granada.

 

En la calle de la Fatiga, ubicada en la calle 10 entre carreras tercera y cuarta, todo peatón que sube llega casi sin aire por la pendiente de su vía. No es fácil caminar a 2.600 metros sobre el nivel del mar.

 

La conocida calle del Pecado Mortal (calle 21 con carreras primera y tercera), tomó el nombre por cierto viejo que usaba una capa larga y un sombrero chambergo, que desde lejanos tiempos cruzaba las calles de Santa Fe en altas horas de la noche. Se le conocía por llevar siempre en la mano una linterna, hacía sonar una campanilla, y con voz hueca pedía limosna para servir a los que estaban en pecado mortal.

 

También existe la Calle del Silencio, ubicada en la carrera 5ª entre calles 21 y 22. Fue nombrada así por haber sido en tiempos coloniales la más silenciosa de las calles de Santa Fe.

 

En la carrera 10ª con calle 13 se ubicaba la calle conocida antiguamente como el Patio de las Brujas, una zona tenebrosa. Cerca de esta calle corrían las aguas del río San Francisco, haciendo que los habitantes de la zona fantasearan con ella diciendo que era el sitio de aquelarres de las brujas.

 

Entre la carrera 5ª con calles 7ª y 8ª se encuentra la calle de las Culebras, nombre que recibió gracias a que cerca tiene varios riachuelos, que a su vez contenían serpientes, quienes inevitablemente terminaban metidas en las casas cercanas.

 

Gracias al asentamiento de las primeras herrerías de Santa Fe, la carrera 6ª con calles once y doce fue reconocida como la Calle de los Herreros.

 

Otra de las calles más conocidas en el centro de la ciudad y que llaman la atención por su nombre es la Calle del Divorcio, bautizada así porque, según cuenta la leyenda y varios habitantes del lugar, en este calle una pareja que duró veinte años de noviazgo vivió allí. Al parecer estos enamorados eran de otra parte de Colombia y llegaron precisamente a esta calle de Bogotá con el fin de escapar de sus familias que querían separarlos para que se casaran con otras personas previamente elegidas por éstas.

 

El Triunfo fue el nombre que le dieron a otra calle donde estaban algunas edificaciones importantes de la época, entre ellas el Camarín del Carmen, ubicada en la carrera 5ª, entre calles octava y novena.

 

En la carrera 3ª, entre calles 14 y 15 se ubica la Calle de la Paloma, y dicen que se llama así porque en sus casas hay tesoros escondidos.

 

La Calle de la Enseñanza, conocida por ser la zona que albergó el primer colegio para señoritas, se ubicaba en la calle 11, entre carreras 5ª y 6ª.

 

En la carrera 8ª con calles 13 y 14 reposa la Calle de la Artillería, donde el 20 de julio de 1810 una colombiana (nunca se conoció su nombre) apoyó al Ejército y cuando el pueblo avanzaba sobre el cuartel reunió a muchas mujeres. Allí, en presencia de todos, tomó la mano de su hijo, y lo bendijo diciéndole: “Ve a morir con los hombres, nosotras las mujeres marcharemos delante, presentemos nuestros pechos al cañón, que la metralla descargue sobre nosotras y que los hombres que nos siguen y a quienes hemos salvado en la primer descarga pasen sobre nuestros cadáveres”.

 

Hay muchas historias por conocer sobre los nombres de las calles de la antigua Santa Fe. Todas han sido testigo por años de todo lo que ocurrió y ocurre en la ciudad. Estas calles fueron escenario protagonista de la Independencia de Colombia, por eso como tributo hay que reconocer la astucia, creatividad y amor por la vida de las personas que bautizaron las vías de esta ciudad. /Con Bogotá.gov.co