Por décadas, cada cuatro años, la historia se revive. Cada vez que estrenamos gobierno, los presidentes ilusionan a los colombianos con un nuevo amanecer para la paz. Cada gobierno, a su manera, presenta un nuevo marco.
Pastrana. En 1998, Andrés Pastrana Arango, una vez iniciadas las conversaciones de paz con la insurgencia y reloj en mano, presentó al Congreso un proyecto de acto legislativo para reformar las costumbres políticas, en cuyo primer capítulo incluyó las facultades para incorporar a la vida institucional y democrática de la nación a aquellos grupos alzados en armas que llegaran a una acuerdo definitivo de paz bajo el título de Herramientas para la paz. Pastrana quiso tener los mecanismos para poder llevar a feliz término la precitada negociación.
Carta. Una carta del presidente López Michelsen dirigida a Horacio Serpa y a Juan Manuel Santos y la unión de esos líderes liberales con Germán Vargas en el Senado, dieron al traste con esta ilusión, sosteniendo de manera mezquina y bellaca que la paz no era conservadora, que tenía otros dueños.
Uribe. En el 2002, Uribe se propuso pacificar al país, ejerciendo presión contra los alzados en amas, pero al mismo tiempo quiso tener los instrumentos que le faltaban para celebrar acuerdos con esos grupos. La Ley de Justicia y Paz le dio vida jurídica a las normas que le permitieron desmovilizar a 52.000 combatientes. Vinieron las entregas masivas de los bloques paramilitares y el frente “Cacica Gaitana”.
Santos. Ahora el turno es para Santos, quien después de haber sido elegido para darle continuidad a las políticas de seguridad democrática, que incluían la represión y la confrontación, dio un giro a la tesis sostenida por su principal animador en su elección (Uribe), quien sostenía que no había conflicto interno sino amenaza terrorista. Por el contrario, Santos reconoce el conflicto y se pasa a la tesis de la negociación, tesis defendida por el gobierno Pastrana. Santos contribuyó al hundimiento en el séptimo debate del acto legislativo que entregaba las facultades para lograr la paz.
Facultades. Hoy, en el Gobierno, se reeditan las facultades que en su momento solicitó Pastrana con la aprobación del marco para la paz. Santos regresa cual veleta a la política de paz. Con este texto el Gobierno podrá entablar conversaciones con los grupos alzados en armas y tendrá facultades para intervenir en la reincorporación a la vida social, institucional y política. El debate se centra en si quienes cometieron actos atroces, pueden hacerse elegir.
Panorama. El país asiste a una nueva era de conversaciones en medio de carros bombas, toma de pueblos, secuestros y extorsiones. El Gobierno tiene en sus manos si continúa con su proceso en donde el estallido de las bombas se hace evidente con el regreso del terrorismo urbano a las grandes ciudades. El atentado de que fue víctima el disco duro de la seguridad democrática Fernando Londoño Hoyos puede ser el comienzo de una escalada criminal sin precedentes.