Historia de un asalto | El Nuevo Siglo
Miércoles, 31 de Octubre de 2012

Historia de un asalto. Ante la imposibilidad de comunicarnos  telefónicamente con Gardeazábal por temor a ser "chuzados" y con el fin de  conocer de primera mano  la historia  del asalto a la privacidad del que son víctimas en sus asuntos profesionales, tanto el escritor  como el director de “La Luciérnaga”, Hernán Peláez, y por considerarlo un acto  lesivo para la libertad de prensa, por parte  de las redes de acupuntura adscritas al régimen, un grupo de ciudadanos amigos del polémico personaje de la radio y de las letras nos trasladamos a Tuluá  el sábado 27 de octubre, aprovechando la celebración de su cumpleaños número 67.

Desagravio. Alrededor de las 12 y 30 meridiano nos reunimos más de 300 personas de todos los lugares del país en las instalaciones del Club Colonial de Tuluá, departamento del Valle: periodistas, columnistas,  directores de medios, magistrados de las altas Cortes y tribunales, exministros, alcaldes,  gobernadores, congresistas y empresarios, incluyendo varios “cacaos” y militares de todos los rangos, para escuchar  atentamente lo narrado por Gardeazábal.

Los inicios. Gardeazábal  nos trasladó al 23 de abril de 2009, cuando irrumpieron en la casa de su señora madre, ubicada en la carrera 24 Nº 29-52, del barrio Sajonia, en el municipio de Tuluá ,ubicado en el centro del Valle del Cauca, desde donde Gardeazábal transmite sus informes periodísticos  para “La Luciérnaga”. El día señalado llegaron seis hombres y una mujer con el fin de auscultar todos los contenidos  de sus memorias y hasta consideraron llevárselo también  a él, situación que finalmente no se dio, por fortuna.

Filmados. Gardeazábal tenía instalada una cámara en la misma calle y descubrió que el carro en el que habían llegado los misteriosos asaltantes pertenecía al régimen. Se comunicó de inmediato con el entonces presidente Uribe, su amigo, quien le dio precisas instrucciones a su ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, quien hoy ejerce como Presidente de Colombia; al secretario general de Palacio, Bernardo Moreno,  y al general Óscar Naranjo, director de la Policía Nacional, para que investigaran el bochornoso episodio contra la libertad de prensa. Solo el quindiano Moreno acudió a escuchar la voz del periodista afectado. Naranjo nunca fue a Tuluá y nunca más lo volvió a llamar. El vehículo automotor resultó ser de los Servicios de Inteligencia del Ejército, pero en Tuluá dicen que lo "alquilaba" la Policía.

El busto atacado. El 31 de octubre de 2011 destruyeron el busto de Gardeazábal que simpatizantes suyos habían descubierto una semana antes, en área pública de Tuluá. La turba que se movilizaba en 400 motos enlazó la escultura como cualquier Sadam y la arrastraron por las calles de la ciudad. Los vándalos eran conducidos por un sujeto apodado "Chorizo", informante de la Policía.

La fiesta del sábado fue un desagravio mientras Gardeazábal gasta grandes sumas de dinero en detectives y técnicos traídos del exterior para que busquen en sus residencias los micrófonos ocultos que le puso el régimen. (Esta historia continuará).