Hijos de los paraguas: revés electoral de China | El Nuevo Siglo
Foto Agence France Press
Martes, 6 de Septiembre de 2016
Pablo Uribe Ruan

Occidente está lleno de intentos independentistas. Pero al parecer en Asia existen más procesos de este tipo. Hong Kong, por ejemplo, celebró elecciones el pasado domingo y le dijo sí a los partido independentistas, iniciando una nueva era en sus relaciones con China.

En unas elecciones atípicas, un grupo de jóvenes hongkoneses logró 2,2 millones de votos, asegurando por primera vez su ingreso al parlamento. Muchos de ellos fueron parte del “Movimiento de los paraguas”, cuya propuesta buscaba una independencia absoluta de Pekín.

Tras ser colonia inglesa, Hong Kong logró su independencia de Gran Bretaña en 1997 y firmó un acuerdo con China, que le concedió una semiautonomía económica y política. Sin embargo en los últimos años Beijing ha intervenido en su política, cultura y educación, generando una masiva participación en las urnas pidiendo la independencia.

Los nuevos legisladores, en su mayoría menores de 40 años, representan un giro en la política de la ciudad. Alejados de los partidos tradicionales y su discurso moderado con Beijing, plantean una renegociación de la relación buscando la autonomía necesaria para fijar sus políticas, sin la intervención del gigante asiático.

En 2014, inspirados en la “Primavera Árabe” y los movimientos sociales que surgían en el mundo, Nathan Law lideró “Los Paraguas”, paralizando barrios de la ciudad y llamando la atención de Beijing, que volvió a chocarse con una incómoda y constaste realidad: la independencia de Hong Kong. 

Law, quien fue entrevistado por la AFP,  dijo “que los hongkoneses realmente quieren un cambio”, luego de ser uno de los cinco elegidos para ocupar los asientos de parlamento. "Tenemos que estar unidos contra el Partido Comunista (chino)", añadió, demostrando el cariz de su combativo discurso independentista.

Medios locales muestran el tabú lingüístico que existe a la hora de hablar de independencia. Esa palabra, que esconde algo más que un proceso político, es mal vista por Beijing. Algunos de los jóvenes que acompañaron a Law en 2014 fueron detenidos en el momento en que las autoridades se percataron de su propuesta independentista. Por eso, Law y otros elegidos optan por referirse a este momento como un proceso de “autodeterminación”.

 

La encendida mirada del dragón

Como Madrid o Londres, Beijing no ve con buenos ojos la independencia. Hong Kong es su principal centro financiero y uno de los puertos más importantes en el Mar de China. De ahí que busque un control de la situación fijando políticas de manera indirecta, aunque el clamor general de la ciudadanía sea lograr la “autodeterminación” de la ciudad.

Según un sondeo publicado por The New York Times, el 40% de los hongkoneses, la gran mayoría jóvenes, apoyan la independencia. Otros, por miedo o desinformación,  no opinan al respeto, pero son pocos aquellos que están en contra.

China no se ha pronunciado sobre los resultados electorales del domingo pasado. Su atención está puesta exclusivamente en la reunión que tiene lugar en Hangzhou, ciudad donde recibe a los líderes mundiales. Se sabe, sin embargo, que su agenda fronteriza en la actualidad es movediza e incómoda. El Tibet alega su independencia tras la conquista china en 1959,  la región de Guangdong busca más autonomía y, Hong Kong, que siempre ha estado en el país pero a la vez fuera de él, votó por su autodeterminación.

A comparación de otras regiones, Hong Kong cuenta con mayor autonomía y libertad en sus decisiones. El lema “un país, dos sistemas” parece insuficiente para la mayoría de habitantes que si bien tienen total autonomía en materia económica, no logran alejarse de las políticas tomadas desde Beijing.

Como Región Administrativa Especial, firmó una declaración conjunta con China, que le concedió autonomía en sus decisiones administrativas, sociales y económicas. Aunque tiene su propia Constitución o ley fundamental que sirve de base jurídico política, también se rige por la Constitución de la República Popular de China, que, como norma de normas, prima en la toma de decisiones.

China, por ejemplo organizó las elecciones de 2014 y estableció, que, de acuerdo a las directrices del Congreso Nacional de los Pueblo, sólo podían aparecer aquellos candidatos previamente escogidos por Beijing, lo que generó la masiva movilización en las calles de la ciudad y el inicio del nuevo partido político que triunfó en las urnas el domingo pasado.

 

El presente

 

Aún no se conoce el impacto que tiene la elección de Law y sus otros cinco compañeros. En apariencia y proporciones parece pequeño, pero su significado político es sumamente importante. Su principal obstáculo es el sistema electoral, impidiendo que ellos y otros partidos a favor de la independencia logren más asientos en el parlamento.

Sólo 35 escaños son elegidos mediante sufragio universal en Hong Kong. La otra mitad, o un poco menos (30),  de un total de 70,  son escogidos directamente por Beijing o están alineados con China, logrando una mayoría desfavorable al cambio.

La oposición, sin embargo, logró 27 escaños en las últimas elecciones, entre los cuales está Law y sus compañeros.  Ese total le concede a los “anti-Beijing”, quienes engloban diferentes movimientos a favor o no tanto de la independencia, el poder de veto en un parlamento que en años anteriores legislaba de acuerdo a los lineamientos de las autoridades chinas.

En todo caso, sigue siendo débil su poder de cambio. Aunque el furor independentista es una realidad que encuentra homólogos en diferentes partes del mundo. Si hubo “primavera árabe”, hoy existe una primavera independentista en todos los continentes.  Pero dar el salto a convertirse en país parece una ilusión o una realidad. Todo depende de lo suceda los próximo años.