El talento y los goles en el fútbol son los que mueven afición y, desde hace un tiempo, los que sacuden los mercados con multimillonarias contrataciones, las cuales se han visto reforzadas con la llegada de los jeques y de los chinos y alguno que otro ruso, decididos a montar máquinas de ganar títulos.
A ellos se suman poderosas empresas que pagan exuberantes sumas para que su marca o logo vaya en la camiseta y, ahora hasta están dispuestas a aportar dinero para que esos clubes puedan contratar a las superestrellas.
Desde luego que el espectáculo gana con la llegada de las grandes figuras a una u otra liga y que la competencia en la lucha por los títulos ligueros, de Champions o Europa League, en el caso de Europa, o en China, que es la otra nación en la que se están moviendo motones de dinero, mientras que Suramérica se queda con los jugadores que están en formación o los que ya están de regreso, para sus torneos locales.
Pero esas grandes inversiones están contribuyendo a que las brechas cada vez sean mayores entre los todo poderosos, como Barcelona, Real Madrid, Manchester United y City, Chelsea, PSG o Juventus, frente a los demás elencos de sus respectivas ligas.
Muchos elencos viven de la venta de jugadores porque los patrocinios no les dan lo suficiente y menos las taquillas por buenas que sean, mientras que otros viven de adquirir a los que empiezan a brillar en esos clubes chicos. Ese es el negocio de fútbol. Lo malo es que un equipo chico o de media tabla nunca podrá retener a sus estrellas, como le ocurrió al Nápoles, que ha vuelto por sus fueros en Italia, pero le quedó imposible mantener en sus filas al goleador Gonzalo Higuaín.
El artillero, que en la selección argentina no es bien recibido, fue adquirido nada menos que por 90 millones de euros por la Juventus, y eso que ya está por arriba de los 30 años.
El cuadro turinés necesitaba un artillero y aprovechó el negocio que hizo con el francés Paul Pogba, al que transfirió el Manchester United por 110 millones de euros, es decir que le sobraron 20 millones.
Otro negocio que sacudió el mercado fue el de otro francés, Anthony Martial, de 19 años, del que se “enamoró” Luis Van Gaal y por el que el United pagó 80 millones de euros.
En China el mercado se ha movido con cifras también muy llamativas, que benefician al jugador primero y luego al club dueño de sus derechos, pero, desde luego, también al espectáculo e incita a los aficionados a colmar los estadios.
Lo que viene
Qué viene en el futuro inmediato nadie lo sabe, pero los rumores de que el Manchester City estaría dispuesto a pagar 233 millones de euros por Lionel Messi, más 100 millones para que no firme la renovación del contrato con el Barcelona de España, estremecieron el mercado futbolero.
Pasar de 110 millones a 233 son palabras mayores, pero no sería extraño porque el elenco que dirige Guardiola tiene los recursos y sumado a ello, se dice que una firma de ropa y utensilios deportivos estaría dispuesta a aportar para que se realice la transacción.
Guardiola, quien dirigió a Messi en el Barcelona, se asegura, quiere tenerlo en el City para armar un plantel que le garantice superar lo hecho en el elenco catalán y más recientemente en el Bayern Múnich, del que se fue con la frustración de no conquistar la Champions.
Desde luego que Messi no es el único objetivo de Guardiola en el City porque contratar al argentino no lo dejaría con las arcas vacías y podría enfilar baterías por otros jugadores que le permitan armar ese equipo invencible, bueno o casi invencible que quiere el técnico y que anhelan los directivos.
Tal vez en Inglaterra el único que pueda interponerse en el camino del City es el Chelsea, pero la pregunta es ¿estará interesado el ruso Roman Abramovich en gastar tanto dinero en un jugador? Es posible que sí porque tendría seguro que sería una buena inversión y no un riesgo como le ha ocurrido con otros elementos que no han rendido.
Otro que podría pagar semejante cantidad es el jeque Tamim bin Hamad Al Thani, el hombre que con su dinero puso a ganar al PSG todos los títulos en la liga francesa, con amplia ventaja sobre los demás rivales, pero que tiene la frustración de que hasta ahora en las competiciones internacionales no ha logrado brillar.
El gusto del jeque ha sido más por el portugués Cristiano Ronaldo, cuyos derechos deportivos podrían estar a la altura de los de Messi. ¿Será que se anima?
¿Qué puede pasar?
El fútbol es un espectáculo que mueve masas pero también mucho dinero y que se estén pagando cifras astronómicas por las estrellas del momento, no debería sorprender, pero con el paso de los días surgen dudas. ¿Qué pasará si desaparecen los jeques, chinos, rusos y otros grandes inversionistas del mercado?
Algunos de ellos han llegado porque les gusta este deporte y su gran retribución es alardear de que tiene a este o a aquel jugador y a renglón seguido, los títulos que consiga.
Es lógico que si el Manchester City llega a pagar 233 millones de euros por Messi, lo hace bajo la premisa de que ese dinero lo recuperará con títulos, venta de camisetas, y publicidad, pero que nunca lo podrá transferir por una cifra similar o ni siquiera menor.
Y, mientras los clubes tengan dinero, patrocinados e inversionistas que no cuentan el dinero sino que lo pesan, se pueden dar transferencias por cifras tan descabelladas, pero seguramente llegará el momento en que tengan que ser austeros. De hecho hace unos años, no más de 8 o 10, ya muchos de los grandes clubes pasaron por épocas de vacas flacas y el mercado entrará en una etapa en que se quedará sin oferta.
Para que no lleguen épocas de crisis o para que el mercado no alcance niveles imposibles de manejar, se hace necesario que se pongan topes a las transferencias de jugadores.
Sí, cada quién hace con su dinero lo que quiere, pero hay que mirar a los lados y tener como referencia lo que ha sucedido con otros mercados que de boyantes pasaron a la quiebra y contrataciones por cifras desbordadas, pueden llevar al fútbol a vivir un mal momento.
Los mismos clubes, que a la postre terminarán siendo los perjudicados porque en un mercado tan costoso no van a poder conseguir refuerzos, deberían tomar la iniciativa e imponerse límites y las Federaciones e incluso la FIFA deberían invitarlos a ser más racionales y derrochar menos.