Por Vicente Torrijos R. *
Especial para EL NUEVO SIGLO
Pocas horas después de que el Gobierno Nacional y las Farc anunciaran un acuerdo sobre participación política, vale la pena hacer un ejercicio de pensamiento crítico sobre el asunto y plantearse cuáles son las verdaderas dimensiones y alcances de lo que está negociándose en Cuba.
- PADRES DE LA DEMOCRACIA: En términos que son inmejorables para la estrategia política que las Farrc vienen desarrollando y que, por supuesto, incluye la movilización de sus aliados no armados, el denominado estatuto de la oposición no se negociará con las fuerzas legales y legítimas en el Congreso de la República sino con los subversivos, dotando así a toda la red asociada al terrorismo de una identidad que sólo puede equipararse a la de actor beligerante.
Este es, sin duda alguna, un estimulante privilegio para una agrupación ilegal que con su comprobada capacidad de infiltración de espacios y sectores ve abiertas todas las posibilidades de delinear el estatuto y convertirse así en refundador del Estado por obra y gracia de su eficiencia en el uso de la fuerza y sin someterse a ningún tipo de control ciudadano.
Se transmite así, nuevamente, un mensaje negativo a la sociedad, como ha sido patente en los paros y movilizaciones a lo largo de los últimos meses, indicando que la violencia es el recurso político por excelencia mediante el cual se presiona al Gobierno para hacer realidad las ambiciones estratégicas de los transgresores.
- DOMINACIÓN SOCIAL:Lo negociado entre Gobierno y Farc se basa en el sofisma de la ampliación de la participación en regiones golpeadas por la violencia y la protección a los opositores, como si no fuera la guerrilla la principal responsable de descomposición política territorial.
En este sentido, se da cabida a un proceso de justificación histórica de la existencia de las Farc y su lucha armada (lo que será sensiblemente explotado por una futura Comisión de la Verdad), puesto que si el mismo Estado acepta que las condiciones para la participación política nunca han estado ni están dadas, sería apenas natural que la oposición recurra a las armas y la violencia.
- CONTROL TERRITORIAL INTEGRAL:Aunque otro de los silencios que presenta el acuerdo se refiere al papel que juegan las Farc en las denominadas circunscripciones transitorias (sin dilucidar cuáles son ni qué se entiende por 'región particularmente golpeada por la violencia'), es claro que ellas han logrado la materialización de su estrategia de control territorial integral puesto que tales circunscripciones y las zonas de reserva campesina (repúblicas independientes), se harán coincidir perfectamente.
Dicho de otro modo, sin entrega efectiva de los fusiles, todo este nuevo mapa de influencia territorial encaja perfectamente en la lógica del proselitismo armado, la movilización forzosa de la población y el control social integral de la guerrilla, ahora legitimado y amparado por unos acuerdos que les confieren a los subversivos el estatus político que tanto les hacía falta en su proyecto revolucionario de acceso indirecto y gradual al poder.
En otras palabras, gracias a este ritual que unge a las Farc como interlocutor político válido y refundador del Estado; la verdadera naturaleza de las Farc como organización terrorista que busca llegar al poder sin renunciar a la violencia, sin disolverse como banda armada y sin entregar las armas, se diluye en la nueva identidad de actor político, sujeto de relaciones internacionales y renovador de la precaria y fallida democracia en Colombia.
- ESCENARIOS DE ALTO RIESGO: En perspectiva, es posible que, a corto plazo, sean dos los escenarios que este acuerdo genere.
Por una parte, el inicio de los diálogos paralelos, coincidentes y armonizados con el Eln como principal aliado armado interno de las Farc.
Y por otra, un "armisticio", es decir, una tregua o cese bilateral del fuego que paralizaría a las FF.MM. y les permitiría a estos grupos desarrollar con las manos libres toda su metodología de movilización forzosa de la población, intimidación selectiva y control social integral.
Al mostrar lo negociado como si fuera un gran avance para la democracia en Colombia, las condiciones para el Eln son inmejorables, pues sin que se le exija cesar hostilidades, entrará en diálogo con un gobierno complaciente y proclive a negociar el futuro del Estado con transgresores que, además, reciben privilegios proporcionales a su capacidad de infligir daño.
En este sentido, el acuerdo tiende un velo que oculta ante la sociedad el modo en que los líderes del terrorismo, y conocidos violadores de los derechos humanos, se beneficiarán como un todo (y bajo absoluta impunidad concertada) de las condiciones y privilegios para acceder a medios de comunicación y propagarse por todo el aparato institucional del sistema.
Y si, además, la alianza Farc-Eln puede desarrollar todo este fenomenal proyecto estratégico teniendo inmovilizadas y acuarteladas a unas FF.MM. -que, ante el menor movimiento serán acusadas de sabotear las órdenes presidenciales-, podrán actuar a sus anchas, convirtiendo a Colombia en lo que, prácticamente, ya es: un país rehén.
* Profesor Titular de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario.