Hace 40 años fue la última ejecución con la guillotina | El Nuevo Siglo
Domingo, 10 de Septiembre de 2017

1789, en las calles de Paris se siente el aire fresco de la revolución y el renacimiento de una era con el poder del hombre. Paradójicamente, ese mismo sentimiento es el que inspira la creación de un artefacto que  garantizaría una muerte digna, rápida, contundente y sobre todo, “equitativa” para todas las clases sociales de una Francia que retoñaba: la guillotina.

Este mortífero verdugo tuvo su apogeo desde ese entonces y durante dos siglos más. Sin embargo su uso fue  quedando de lado a medida que los países europeos comenzaron a abolir la pena de muerte.  Y, aunque es un artefacto del pasado, que muchísimas generaciones no tienen ni idea de que existió, la última vez que la pesada y mortal cuchilla se utilizó fue tan solo hace cuatro décadas.

Exactamente ocurrió en 1977, dentro  de los gruesos muros de la prisión de Baumettes en Marsella, Francia, El condenado a muerte fue un hombre cuyo crimen fue  secuestrar, torturar, violar y asesinar a su novia Elizabeth Bousquet de 21 años, en venganza por haber denunciado sus actividades ilícitas.

Hamida Djandoubi, el último que murió en la guillotina, fue un tunecino que explotaba sexualmente a mujeres. Lo condenaron en febrero de ese año a poner su cabeza en el tajo y recibir una muerte súbita que se hizo efectiva el  10 de septiembre de 1977, exactamente hace cuarenta años.

Los psiquiatras que lo analizaron dijeron que Hamida “poseía una inteligencia superior”, sin embargo él representaba un peligro colosal para la sociedad.  Del mismo modo, el fiscal del caso se refirió al criminal como un “alma demoniaca”.

Y el fin a esa vida la puso el verdugo profesional francés, Marcel Chevalier. Fue él quien  bajo la tradicional e histórica cuchilla apenas al despuntar el alba.

Al igual que la famosa María Antonieta y su esposo el rey de Francia Luis XVI, a Djandoubi no le fue concedido el indulto. El tunecino lo había solicitado al entonces jefe de Estado, Valéry Giscard d’Estaing, aduciendo la vigencia de la carta sobre Derechos Humanos, firmada después de la segunda guerra mundial.

Cuatro años después, bajo el gobierno de Francois Mitterand, se firmó la ley que abolió la pena de muerte en Francia y con ello se “dio de baja” a la guillotina, el terrorífico invento con el que se cumplió la pena capital y literalmente hizo rodar miles de cabezas.

 

Hablando de historia…

Contrario a lo que se conoce, este invento fue propuesto por Joseph Ignace Guillotin, doctor y diputado de importante renombre en la aristocracia, en la Asamblea Legislativa de Francia, como una forma de reducir el margen de error de las ejecuciones hechas por los verdugos, y los sentenciados pudieran tener una defunción más “humana y justa”.

Guillotin solía decir: “Los delitos del mismo género se castigarán con el mismo género de pena, sean cuales sean el rango o condición del culpable”. Esto fue un hecho que lo condenó como una cuchilla que le atravesó el cuello, pues él y toda su familia tuvieron que cambiar su apellido para que dejaran de relacionarlo con la misma muerte.

De hecho, el verdadero creador del artefacto fue Antoine Louis, otro médico y secretario de la Academia de Cirugía, que con ayuda de Tobías Schmidt, crearon en 1971 el Frankenstein mecánico del temor, ya que con partes e ideas de otros artilugios provenientes de Italia y Alemania, lograron construir en dos semanas, el objeto que dejaría la cabeza de Nicolas-Jacques Pelletier y las de quince mil más, rodar por las plazas públicas de Francia durante casi doscientos años  –cifra inexacta por el aumento de esta modalidad durante la época de Napoleón- ; un hecho que no paró hasta principios del siglo pasado cuando fue ejecutado un ladrón alemán de forma pública.

Una aclaración importante que se debe hacer, pues la afilada y oblicua cuchilla cruzó el cuello de varias personas en los años posteriores, sólo que por petición del presidente Albert Lebrun después del fallecimiento de Eugen Weidmann se dejó de practicar a las afueras de las prisiones, debida a la fuerte conmoción que causaba en la gente la sangrienta modalidad, hasta que finalmente se da la abolición de la pena de muerte en Francia, en 1981.

Además de la paradoja que existía sobre la “humana y benévola” guillotina, en 1905 se reabrió el debate sobre la contundencia que tenía la cayente cuchilla a siete pies de altura, después de que el doctor Beaurieux pudiera comprobar durante la decapitación de Henri Languille, que la cabeza conserva la conciencia luego de que es desprendida del cuerpo, “Vi los párpados levantarse lentamente, sin contracciones espasmódicas … Yo no estaba, entonces, tratando con esa especie de mirada vaga y aburrida sin expresión, que se puede observar cualquier día en personas moribundas a las que se habla: trataba de ojos innegablemente vivos que me miraban” Afirmó.

Así que antes de pensar en la guillotina como un objeto de crueldad con tintes medievales, recuerde que fue creada para garantizar la igualdad entre todos los criminales y condenados, además de que hasta pocos años atrás, seguía siendo utilizada para ejecutar a los peores delincuentes.