Las nuevas condiciones macroeconómicas, derivadas de la actual realidad en materia de petróleo y flujos de inversión, indican que, en el corto plazo, el ahorro privado difícilmente logrará compensar el menor dinamismo del ahorro público y externo de cara al 2015-2016.
En efecto, la caída del precio del petróleo y la lenta recuperación de las economías desarrolladas no sólo afectarán negativamente las finanzas públicas sino que reducirán los niveles de Inversión Extranjera Directa, IED y de portafolio, obstaculizando los canales de inversión en el corto plazo.
No obstante, en los últimos años se han dinamizado nuevos instrumentos de ahorro en el mercado financiero que han permitido una mayor canalización de recursos hacia la Banca, un hecho que ha permitido dinamizar la colocación de cartera destinada a la ejecución de proyectos primordiales para el crecimiento y para la dinámica de la actividad productiva.
De otro lado, las menores tasas de informalidad laboral han hecho más atractivo el ahorro para las empresas y los hogares. En este contexto, el buen comportamiento que ha venido exhibiendo el ahorro financiero hace que este se constituya en una pieza clave para el fomento del ahorro privado y para la consecución de los recursos necesarios para la financiación de los diferentes proyectos que le permitirán a la economía redireccionar su crecimiento hacia sus sendas potenciales.
Sin embargo, esta dinamización del ahorro financiero, que permitirá financiar la inversión requerida en los grandes proyectos del país, deberá mantenerse si queremos que la relación inversión/PIB alcance los niveles requeridos de 32%-35% (frente a los niveles actuales de 27%-29%) que se necesitan para que el país pueda mantener crecimientos sostenibles en torno al 5%-6% en el mediano plazo.
Diversas estimaciones del Capital Incremental -ICOR- para Colombia nos hablan de que para alcanzar esos niveles de apalancamiento la inversión deberá mantener ritmos de crecimiento saludables en torno al 10%-12% real en los próximos años y de allí que el ahorro financiero, como vehículo del ahorro macroeconómico, se constituya como un pilar fundamental para apalancar la dinámica de la inversión no sólo en los grandes proyectos en materia de infraestructura sino en aquellos sectores transables que, diferentes de la minería tendrán que liderar el crecimiento y encaminar la economía hacia una senda de desarrollo sostenible.