Para cumplir esa asignatura pendiente contará, de nuevo, con los petrodólares de su aliado Hugo Chávez
Con una hegemonía parlamentaria que hace temer tendencias autoritarias, pese a que el Frente Sandinista descartó cualquier reforma para perpetuar a Daniel Ortega, su líder, éste asumió ayer su tercer mandato en Nicaragua - uno de los países más pobres del mundo- con presencia de varios jefes de gobierno, entre ellos su aliado iraní Mahmud Ahmadinejad.
Ortega, que en los últimos años trocó su uniforme guerrillero por las camisas blancas y los mensajes cristianos de paz, fue reelecto con más del 62% de votos que le permitieron copar más de dos tercios del congreso, suficiente para encarar sin necesidad de alianzas cualquier reforma constitucional.
Pero el Frente Sandinista de Liberación Nacional ha descartado, por el momento, cualquier reforma para perpetuar al "Comandante Daniel" y encara este nuevo período enfocado en atacar la pobreza en que vive el 45% de los casi 6 millones de nicaragüenses, pese a años de crecimiento económico moderado.
Pieza clave de los planes de Ortega para atacar la pobreza es su aliado venezolano Hugo Chávez, que estuvo ayer en Managua, y quien en los últimos años aportó a Nicaragua 500 millones de dólares anuales, equivalentes casi a un salario mínimo mensual por cada habitante.
"Comienza un nuevo periodo muy importante, no sólo para Nicaragua, también para el Alba, para Centroamerica•, dijo Chávez en el aeropuerto, antes de emprender el camino hacia el centro de Managua por la Carretera del Norte a cuya vera se agolparon miles de nicaragüenses para saludarlo.
Más temprano había llegado el presidente iraní, Mahmud Ahmadinejad, quien permaneció apenas 18 horas, antes de seguir viaje a Cuba, siguiente etapa de su gira.
El iraní fue precedido por el Príncipe heredero de España, Felipe de Borbón --quien se reunió luego con Ortega-- y el vicepresidente cubano, Ramiro Valdez.
La ceremonia de reasunción del sandinista Ortega se realizó en la Plaza de la Revolución, emplazada en lo que fue el centro de Managua hasta el terremoto que hace 40 años destruyó la ciudad.
Un arco del triunfo, en el extremo norte de la plaza, remozada para la ocasión, fue el escenario preparado los 8.000 invitados especiales.
Entre los asistentes se contaban, además de Chávez, Ahmadinejad y Felipe de Borbón, los presidentes Porfirio Lobo (Honduras), Mauricio Funes (El Salvador), Alvaro Colom (Guatemala), Desi Bouterse (Surinam) y Michel Martelly (Haití).
Ortega, de 66 años, es el primer presidente reelecto desde el triunfo de la Revolución Sandinista que en 1979 derrocó a la dictadura de más de 40 años de los Somoza.
"El presidente tiene todo el poder que nadie en la historia de Nicaragua ha tenido nunca en su mano (...) Con esa fuerza arrolladora (del FSLN) no puede haber ninguna clase de equilibrio", dijo al diario La Prensa el escritor Sergio Ramírez, vicepresidente de Ortega en su primer mandato, en la década de los 80.
Ortega "tiene todo el poder que antes no tenía y si entonces irrespetó las leyes, se puede esperar que ahora haga lo mismo, pero también es su gran oportunidad para decidir ser un dictador o un estadista", dijo el ex viceministro de Finanzas, René Vallecillo.
El regreso del sandinista al poder en 2007 había despertado el temor empresario de que se descarrilara la economía, pero Ortega se comprometió a mantener la estabilidad económica, lo que al final de su mandato ha sido reconocido por organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI).
De forma paralela Ortega impulsó planes sociales como el emblemático "Hambre Cero" en zonas rurales. Ante las críticas de adversarios por la persistencia de la pobreza, el presidente respondió simplemente que la mejoría no se nota debido a lo gigantesco del rezago social.
Para combatir la pobreza de modo efectivo Nicaragua necesitaría crecer al 6 o 7% durante 20 años, afirma la privada Fundación para el Desarrollo Económico y Social, es decir el doble de lo registrado en el gobierno de Ortega./AFP