La OEA inició una crucial Asamblea General que debatirá en Guatemala estrategias para frenar la violencia desatada por el tráfico y consumo de cocaína en América, ante el fracaso de la guerra antidrogas impulsada por Estados Unidos por más de cuatro décadas.
"El carácter histórico de esta Asamblea está en que inicia un debate que antes no se podía realizar (...) acaba con un tabú de numerosas décadas", dijo el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, al abrir el 43 periodo de sesiones en una finca cafetalera, en las afueras de la ciudad colonial de Antigua Guatemala, 45 km al suroeste de la capital.
El jefe de la OEA calificó el problema de las drogas como "uno de los desafíos más graves" que enfrentan actualmente las democracias en América, por lo que se requieren nuevas estrategias "con mayor eficiencia y mejores resultados" que la política antidrogas, basada en la represión a la producción y distribución.
"Hoy legitimamos ese debate, en forma transparente, con la convicción de que él puede abrir paso a acciones para reducir las tasas de criminalidad y violencia que azotan a muchos de nuestros países", afirmó en la ceremonia a la que asisten el presidente anfitrión Otto Pérez y 26 cancilleres y delegados de los 34 miembros activos de la OEA.
A la cita, que se celebra bajo fuerte vigilancia de policías y militares, asiste una alta delegación de Estados Unidos, encabezada por su secretario de Estado, John Kerry.
La Asamblea, que concluye el jueves, también tocaría la reforma de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), a la que Caracas y sus aliados acusan de supeditarse a intereses estadounidenses, y temas de actualidad del continente como la crisis política de Venezuela.
En el marco de la Asamblea, Kerry mantendrá el miércoles un breve encuentro con el canciller venezolano, Elías Jaua. Ambos países retiraron a sus embajadores en 2010 tras tensiones políticas.
Una cuerda sensible: la legalización
La Asamblea se celebra en el país que hace un año puso el dedo en la llaga. El debate se basará en un informe hecho por la OEA, por mandato de la Cumbre de las Américas de 2012 de Cartagena (Colombia), la cual acogió la idea de Pérez de buscar alternativas a la guerra antidrogas.
El estudio de la OEA esboza cuatro escenarios posibles e independientes frente al flagelo: el fortalecimiento de las instituciones y la seguridad, la despenalización de las drogas, la capacidad de reacción desde la comunidad y la ruptura de la cooperación entre países consumidores y de tránsito.
Aunque sin consenso, la despenalización gana terreno. La marihuana es legal para consumo recreativo en Colorado y Washington (Estados Unidos), en Uruguay se pretende legalizar y regular la distribución, y en países como Argentina y Brasil se avanzó en despenalizar el consumo personal.
En su primera visita oficial a América Latina, Kerry reafirmará en reuniones el miércoles con cancilleres la estrategia de Estados Unidos, según su subsecretaria adjunta para la región, Roberta Jacobson, quien lo acompaña al igual que el subsecretario encargado de la lucha antinarcóticos, William Brownfield, y el zar antidrogas Gil Kerlikowske.
"Nadie quiere que nuestra relación se vea definida por la aplicación de la ley, la seguridad y los narcóticos", dijo Kerry al inicio de un encuentro con Pérez, poco antes de iniciar la asamblea.
El mandatario guatemalteco repuso por su lado que la lucha conjunta contra el crimen organizado está fuera de todo cuestionamiento, pero que ambos países, como el resto de América Latina, debe plantearse alternativas.
Al menos 14 países de Latinoamérica están interesados en impulsar una nueva política, incluidos los de Centroamérica, Uruguay, Colombia y México, según el canciller guatemalteco, Fernando Carrera.
Monstruo de siete cabezas
El informe de la OEA propone abordar el problema desde una perspectiva en la que prevalezca la salud pública frente a la seguridad, primando la prevención y el tratamiento.
"El problema de las drogas es un desafío a nuestras políticas de salud pública, insuficientes para enfrentar el drama de la drogadicción, lo cual permite que aún se trate a las personas que sufren de esa adicción como delincuentes y no como enfermos que deben ser objeto de atención especializada", agregó Insulza.
Según la OEA, 45% de los consumidores de cocaína en el mundo, la mitad de los que consumen heroína y opiáceos y una cuarta parte de los que fuman marihuana, vive en América, segundo continente más violento del planeta, después de África.
Pero, además, las drogas mantienen un negocio ilícito -la ONU calcula en unos 85.000 millones de dólares la venta mundial de cocaína, 35.000 millones en Estados Unidos-, que altera las economías, corrompe las instituciones y deriva en atrocidades contra las personas.
"La guerra contra el narcotráfico no se ha abordado desde la política de derechos humanos", afirmó el director ejecutivo de HRW, José Miguel Vivanco, al abogar por la despenalización del consumo personal.
Grupos de la sociedad civil pidieron a la OEA convertir "los derechos humanos en el centro del debate./AFP