La nueva Fórmula 1, más políticamente correcta ya que es menos ruidosa y más económica con el combustible, desembarca esta semana en el Principado para el 72º Gran Premio de Mónaco que debería ser dominado por la escudería Mercedes, vencedora de las primeras cinco carreras de 2014.
Es el primer gran test de la popularidad de la Fórmula 1 híbrida, con los nuevos motores V6 turbo con recuperación de energía (en el frenado y en el tubo de escape), que llega a la gran caja de resonancia que es la carrera con más 'glamour' del calendario, organizada desde 1929 en las calles de la ciudad-estado de la costa mediterránea.
"Es una cuestión de gusto", resume Jean Todt, presidente de la Federación Internacional de Automovilismo (FIA), sobre la polémica de los nuevos motores de la F1. "El nuevo ruido no me supone un problema, pero tengo que tener en cuenta el hecho de que mucha gente quiere más ruido. Y que los que se quejan hacen más ruido que los que no", añadió el directivo.
Tras el GP de España, ganado como las cuatro carreras anteriores por una Flecha de Plata, se realizaron dos días de entrenamientos en el Circuito de Cataluña y Mercedes probó un megáfono, que colocado en la parte trasera de su monoplaza incrementaba el ruido, haciendo felices a los hinchas, deseosos de las sensaciones de la vieja Fórmula 1. Pero los resultados no fueron concluyentes, según la opinión del alemán Nico Rosberg, vencedor el año pasado en Mónaco.
"No debemos olvidar que si hacemos más ruido, despilfarramos energía", apuntó Robert Fernley, director adjunto de Force India.
Este británico de buen juicio forma parte del grupo que, como Rob White, director técnico de Renault F1, piensa que la Fórmula 1 debe evolucionar y lo que debe primar es la lucha en la pista sobre un fondo tecnológico más cercano entre sí /AFP.