La Fiscalía imputó cargos al patrullero Wílmer Antonio Alarcón Vargas y al agente de policía Freddy Schneider Navarrete Rodríguez, quienes son investigados por la alteración de la escena del crimen de Diego Felipe Becerra, quien escribía con pintura letreros en los puentes vehiculares de la ciudad y fue muerto en un incidente con la Policía.
Ante la jueza 56 penal municipal de Bogotá, con función de control de garantías, el fiscal del caso señaló que Alarcón Vargas responde ante la justicia por la muerte del joven de 16 años, quien recibió un disparo en un evento ocurrido el 19 de agosto del 2011 en la avenida Boyacá con la calle 117, en el norte de Bogotá.
Por su presunta actuación, el fiscal 295 imputó a Alarcón Vargas los delitos de fraude procesal, tráfico, fabricación y porte de armas de fuego, agravado, atenuación y supresión de elementos materiales probatorios y falsedad ideológica en documento público agravado.
A Navarrete Rodríguez, quien responde en otro proceso por el delito de hurto, el fiscal anticorrupción le imputó los delitos de favorecimiento al homicidio, fraude procesal, tráfico, fabricación y porte de armas, de fuego, agravado, atenuación y supresión de elementos materiales probatorios y falsedad ideológica en documento público.
El fiscal señaló que la escena de los hechos fue alterada al ser puesta en el sitio un arma de fuego que, según algunos testigos, no concuerda con la que presuntamente llevaba un sujeto que atracó un bus de servicio público, hechos de cuya autoría se imputa al menor muerto.
El fiscal indicó que se pudo establecer que la denuncia del conductor de la buseta fue falsa, ya que para el momento de los hechos, el automotor en mención tenía pico y placa ambiental. Con su accionar y sus declaraciones falsas, los implicados en el proceso buscaban crear un perfil criminal en la víctima, aseguró el fiscal anticorrupción.
Asimismo, añadió que el arma colocada al menor muerto no era apta para disparar. También aseveró que una vez realizada la prueba de absorción atómica, se pudo establecer que el muerto nunca activó tal arma, ya que se confirmó que sus manos solo tenían pintura con la cual grababa el grafiti, al momento de ser sorprendido por los policías.
Al término de la imputación, ninguno de los dos investigados aceptó los cargos.
Schneider Navarrete Rodríguez se encuentra privado de la libertad en las instalaciones de la Cárcel Nacional Modelo, mientras que Wílmer Antonio Alarcón Vargas está recluido en la cárcel de uniformados de Facatativá.