ANTE LOS últimos hechos de violencia contra la cultura urbana de los graffiteros, es importante reseñar que en las últimas administraciones se han trabajado para reglamentar este arte en la ciudad pero la falta de voluntad política siempre ha frenado las iniciativas.
Ahora hay una luz en el camino, pues existe un proyecto de acuerdo para regular la ejecución de los grafitis en el que han trabajado la Administración Distrital y el Concejo.
Esta iniciativa fue aprobada en la corporación en primer debate, sin embargo, un segundo debate tendrá que darse este año o se perderá el esfuerzo por la reglamentación.
Después de la edición del Festival Hip Hop al Parque, en la publicación del periódico on line Ciudad VIva de la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte, en un artículo muestra las bondades del proyecto como la protección del espacio urbano y la circulación de obras de grafiti. Esto en la medida de que se considera una manifestación de la cultura urbana enmarcada dentro del derecho a la expresión, cuyo ejercicio debe realizarse teniendo en cuenta el respeto al bienestar ciudadano, al espacio público y al patrimonio.
El proyecto surgió de la concejal Liliana Graciela Guáqueta, del Partido Social de Unidad Nacional (La U), frente a la cual la Administración Distrital elaboró una serie de sugerencias y comentarios acogidos por la cabildante, quien asumió su presentación ante el Concejo. Para ello se designó una mesa compuesta por las secretarías de Cultura, Recreación y Deporte, de Gobierno, de Planeación, de Educación y de Ambiente.
Sin embargo, Paula Arcila, encargada de la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte para las relaciones con el Concejo de Bogotá, advirtió que aunque el proyecto ya pasó el primer debate, le falta el segundo. De ahí pasaría a la firma de la alcaldesa Clara López. De no darse el segundo debate, el proyecto no entraría en vigencia y no se haría realidad.
María Villa, coordinadora de Formación e Investigación de la Gerencia de Artes Plásticas del Instituto Distrital de las Artes (Idartes) -entidad adscrita a la la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte-, explicó que “para empezar, en este proyecto de acuerdo la institución pública reconoce el grafiti como una forma de arte y una expresión cultural. En segundo término, promueve espacios donde esta forma artística pueda darse sin amenazar el patrimonio, al espacio público y la calidad de vida de los ciudadanos. Nos interesa generar vías públicas y legales donde los grafitis se puedan hacer”.
Este tipo de espacios, expresó Villa, generará canales de circulación legales para una actividad que hoy no los tiene. Así gozarán de oportunidades similares a las que tienen artes como el teatro o la danza que en la actualidad pueden realizar eventos callejeros, con los permisos apropiados.
En su artículo tercero, el acuerdo entiende como grafiti “toda forma de expresión artística temporal urbana, entre las que se encuentran las inscripciones, dibujos, manchas, ilustraciones, rayados o técnicas similares que se realicen en el espacio público de la ciudad, siempre que no contenga mensajes comerciales, ni alusión alguna a marca, logo, producto o servicio”.
El proyecto entrega al Distrito la responsabilidad de determinar las zonas o espacios autorizados para la realización de grafitis. Un aspecto de gran importancia es que, según el artículo, cuarto “la reglamentación que expida la Administración Distrital no podrá limitar el contenido de los grafitis. El autor del grafiti será el responsable de su contenido”.
Amado y odiado, el grafiti llena las paredes de las grandes ciudades del mundo. De pinturas en los muros del Imperio Romano (el que quiera ir más atrás podría decir que sus antecedentes están en las pinturas de las cuevas de Altamira), a las pinturas de las paredes de Berlín, Nueva York o Bogotá, las pinturas hechas casi siempre de manera clandestina en paredes ajenas han acompañado la historia de la humanidad.
Al principio perseguidos con legislaciones rigurosas, muchos sus autores han dejado de ser 'parias' sociales para convertirse en estrellas del arte callejero, reconocidos, inclusive, por el establecimiento de las artes.
Basta mencionar al mítico grafitero Banksy, quien no solo se coló en los prestigiosos museos Tate (Londres) y Moma (Nueva York) para colgar sus obras (en el Colombo Americano de Bogotá aseguran que él mismo puso una en su fachada) sino que sitios como los museos de Arte Contemporáneo de Los Ángeles (Moca) y el Pasadena de Arte de California (Pmca), por mencionar dos, han realizado dos exhibiciones dedicadas al tema, este año.