Japón enfrenta la peor crisis energética de su historia, tras el cierre total de las 53 plantas generadoras de energía nuclear, según diversos medios de prensa.
El influyente diario Asahi Shimbun señaló que en ese sentido el pueblo oscila entre dos ansiedades, el miedo a la seguridad de la energía nuclear y las dudas de si el país puede vivir sin ésta.
Este fin de semana, la Hokkaido Electric Power clausuró el último de los 50 reactores que aún funcionaban tras la crisis provocada por el terremoto y posterior tsunami del 11 de marzo del 2011.
Para el periódico la cuestión radica no solamente en criticar al Gobierno sino influir en decisiones políticas que determinen el ahorro y la producción de energía para sacar adelante a la nación.
De acuerdo con las informaciones, el Gobierno del primer ministro Noshihiro Noda espera en este mes definir una política al respecto, incluido un programa de cortes eléctricos para el cercano verano y la racionalización energética.
El desastre originado tras el sismo y el maremoto implicó serios cuestionamientos a la política de generación de electricidad sobre la base de plantas nucleares y la falta de decisiones adecuadas en ese sentido.
En los meses posteriores, salieron a la luz pública los defectos en las operaciones de seguridad de tales instalaciones y la carencia de planes de contingencia, todo lo cual obligó a renunciar al anterior jefe de Gobierno Naoto Kan.
Estimados no definitivos aún calculan en más de 300.000 millones de dólares las pérdidas ocasionadas, además de más de 30.000 muertos y desaparecidos, la evacuación de más de 80.000 personas y cerca de cuatro millones de afectados.
A tales datos se unen los altos niveles de contaminación en zonas agrícolas y áreas marítimas alrededor de la dañada central nuclear de Fukushima, eje del mayor desastre en la historia del Japón.