Pese a haber lanzado un mensaje claro en las urnas el domingo a favor de la independencia de España, el futuro político de Cataluña se anuncia complicado tras el revés de los nacionalistas conservadores de CiU, obligados ahora a buscar difíciles alianzas con la izquierda.
Para los expertos, la coalición liderada por el presidente catalán Artur Mas pagó el precio político de los duros recortes aplicados desde hace más de un año y no logró capitalizar el auge independentista impulsado por la crisis porque nunca hasta ahora había defendido una separación de España.
Prometiendo organizar un referéndum de autodeterminación en la próxima legislatura, Mas había convocado unas elecciones regionales anticipadas en las que esperaba obtener una mayoría absoluta de al menos 68 escaños, pero en su lugar se tuvo que conformar con 50 y la imposibilidad de gobernar sin alianzas.
Los beneficiados fueron los pequeños partidos independentistas de izquierdas, encabezados por ERC, cuyo líder, Oriol Junqueras, planteó el lunes el fin de las políticas de austeridad entre sus condiciones para un pacto.
"La cuestión no es si estamos dispuestos a llegar a un acuerdo, sino sobre qué estamos dispuestos a llegar a un acuerdo", afirmó en rueda de prensa, dando a entender que prefería pactar como líder de la oposición que como miembro de un gobierno de coalición.
Sus condiciones: bajada de impuestos a los más desfavorecidos e incremento a sectores como la banca, mayor inversión pública en ámbitos que pueden impulsar el crecimiento y, por supuesto, una fecha para la convocatoria del referéndum sobre la independencia que Mas prometió durante la campaña.
En este complicado contexto, "va a haber una crisis de liderazgo en CiU", dice a la AFP Joaquin Molins, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Autónoma de Barcelona.
Y "en un proceso tan complicado como el de la independancia, con un liderazgo tan tocado es prácticamente imposible" avanzar, considera.
El propio Mas ya advirtió a sus seguidores el domingo que aunque se mantenga el proyecto de convocar la consulta popular, la posibilidad de obtener el "Estado propio" que tanto prometió se complica con este revés electoral.
"La perspectiva no es que se aleja el referéndum pero en todo caso va a aumentar la tensión territorial entre Cataluña y el gobierno central" de Madrid, considera Ferran Requejo, Catedrático de Ciencias Políticas que la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona.
Tras conocerse el resultado de los comicios, María Dolores de Cospedal, número dos del Partido Popular (PP, derecha) del presidente del gobierno español Mariano Rajoy, ya descartó cualquier pacto con los nacionalistas catalanes, enfrentados con Madrid sobre un sistema fiscal que consideran injusto.
Además de la dificultad de gobernar la región en minoría, "tampoco será cómodo para Artur Mas el papel de CiU en Madrid y el trato que le dispensará el gobierno y el PP en el futuro", advertía este lunes el diario conservador catalán La Vanguardia.
Al igual que la prensa española, los medios catalanes se hacían eco unánime del fracaso de la arriesgada apuesta de Mas.
"Batacazo", titulaba en enormes caracteres El Periódico de Cataluña sobre una gran fotografía del candidato de CiU, cabizbajo, esbozando una sonrisa que apenas podía ocultar su decepción.
"El 'plan Mas' fracasa", insistía este diario que veía en su editorial "un amargo final de la escapada" independentista de un político considerado hasta hace muy poco como un nacionalista moderado.
Precisamente la imagen de moderación de un candidato que nunca pronunció la palabra "independencia" es lo que podría haber impulsado a buena parte del electorado a votar por las formaciones independentistas de izquierdas, consideran los expertos.
"El gobierno dependerá de ERC, ahora segunda fuerza" con 21 escaños, sentencia Rafael Jorba, analista político y columnista de prensa.
La otra posibilidad sería una alianza con los socialistas catalanes del PSC (20 escaños), pero ambas formaciones se encuentran en un espectro político, y sobre todo económico, opuesto a CiU, advierte Molins.