Si algo quedó claro en la semana que termina es que si bien el escenario político está polarizado entre el uribismo y el santismo, hay un tercer jugador en contienda, el ex candidato presidencial y hoy ministro de Vivienda, Germán Vargas Lleras, quien se ha convertido en el principal blanco de las toldas del ex jefe de Estado.
¿Por qué? Hay tres razones básicas. En primer lugar, Vargas ostenta hoy por hoy una popularidad similar a la del exmandatario, algo que es muy significativo pues está encima del 60%. En segundo término, con un presidente Santos que ve caer su favorabilidad a un inédito 48%, es claro que la opción de reelección se complica y el hoy ministro se erige naturalmente como el Plan B sólido para asegurar la continuidad de este gobierno en la Casa de Nariño. Y en tercer lugar, que el ex senador bogotano logró en su paso por la cartera del Interior y Justicia demostrarle al país un perfil ejecutivo y técnico que sorprendió, pues no sólo logró sacar en el primer año del Gobierno una agenda parlamentaria trascendental, sino que se convirtió en el “ministro estrella” de la Administración. Y ahora, en la cartera de Vivienda, toda hace indicar que podrá cumplir sin problemas con la entrega de más de 100.000 casas gratis antes de un año a las familias más pobres.
De alta alcurnia liberal, tras una larga y fructífera carrera política que lo llevó en pocos años de ser concejal de Bogotá a parlamentario estrella y luego a fundar su propio partido, Cambio Radical, y de allí a una candidatura presidencial, Vargas Lleras siempre fue considerado un “político profesional”, pero ahora su paso por el Gobierno lo confirmó como un funcionario ejecutivo y, sobre todo, efectivo. Esa combinación en un dirigente no es fácil de encontrar, como tampoco que pese a las miles de batallas que dio en el campo electoral y proselitista nunca se vio involucrado en anomalías.
Acostumbrado como está al debate y la confrontación ideológica y programática, de carácter recio e indomable, fortalecido en las canteras del galanismo y enemigo declarado de los grupos violentos de extrema izquierda y derecha, que en más de una ocasión han querido acabar con su vida, Vargas Lleras no le teme a la candela política.
Por eso esta semana cuando denuncias anónimas llevaron a la Procuraduría a abrir indagación para establecer si tuvo relación con paramilitares, lejos de amilanarse salió al contraataque y señaló a un hermano del ex presidente Uribe como el presunto autor de un complot en su contra, y luego tuvo un round más en su ya larga lista de contrapunteos con el exmandatario.
Más allá de cómo resulte este nuevo escenario investigativo, lo cierto es que si Vargas Lleras está en la mira del uribismo lo único que confirma es que allí lo ven como un rival fuerte en la pelea por la Casa de Nariño en 2014.