Germán Vargas Lleras | El Nuevo Siglo
Domingo, 17 de Mayo de 2015

En nueve meses de gestión el vicepresidente Germán Vargas Lleras no sólo le dio ya una primera vuelta a todo el país, sino que va muy avanzado en la segunda. Su papel como coordinador de toda la política de infraestructura del gobierno Santos lo ha llevado a los más escondidos sitios de la geografía nacional, en donde las autoridades locales y los pobladores esperan con gran expectativa su llegada y anuncios, ya que más que a enterarse de los problemas o re-diagnosticarlos, arriba con soluciones, presupuesto y orden de ejecución, que es precisamente lo que gran parte de la opinión pública exige.

Obsesivo a cual más en sus metas y exigente al extremo, Vargas Lleras le ha dado a la llamada locomotora de la infraestructura una nueva velocidad en la que priman tres estrategias: planificación, ejecución y control de proceso.

“32 billones de dólares vale el plan de infraestructura que se ejecutará en este cuatrienio”, dijo Vargas Lleras esta semana ante un grupo de potenciales inversionistas en Nueva York.

Y no es para menos, todo el plan de modernización y ampliación de la red portuaria, aeroportuaria y férrea, la política de vivienda, la construcción de las  distintas fases de las llamadas Autopistas de Cuarta Generación, la  conectividad de la red de carreteras a nivel nacional, el nuevo esquema de concesiones y de Alianzas Público Privadas, la creación de escenarios atractivos para la atracción de inversión extranjera… En fin, un menú de tareas muy amplias en el que se juega buena parte de la suerte del Gobierno en materia de calificación de la gestión y percepción pública de su eficiencia. El modelo aplicado en Colombia en esos distintos tópicos no sólo apunta a ser ejemplo en naciones con similar nivel de desarrollo, sino que, como es el caso de los planes de vivienda, ya ha llamado la atención internacional, al punto que distintos gobiernos han enviado a sus expertos a conocer sobre el terreno la aplicación de estas políticas habitacionales.

En materia vial la apuesta es inédita. Dentro del solo plan de modernización vial de Colombia se encuentran las Autopistas de Cuarta Generación (4G), programa que está compuesto por tres olas que incluyen 28 modernas autopistas. De la Primera Ola ya se encuentran todas en proceso de construcción, la segunda está en contratación. Los proyectos de la Tercera Ola se hallan en estructuración.

Como se ve, es una política de largo aliento que apunta a impactar el desarrollo económico, político y social del país, sobre todo en momentos en que la globalización comercial y la entrada en plena vigencia de los TLC exigen de cualquier país una red de infraestructura en transporte multimodal moderna y competitiva. Además, avanzar todo el plan de infraestructura es clave para dinamizar la economía en momentos en que asoma la época de vacas flacas por la crisis petrolera.

No es una tarea fácil ni los resultados de la misma se verán de la noche a la mañana. Se trata de proyectos sectoriales que deben cumplir complejos procesos de diseño, planeación, aprobación, licitación, contratación, licenciamiento ambiental, ejecución e interventoría, además del siempre exigente mecanismo para asegurar la financiación en el marco de un modelo de combinación de recursos públicos y privados. Es un cambio estructural que exige la mayor coordinación oficial para salir avante.