Cuando comienzos de este año el presidente Santos fue a Quibdó para activar la Fuerza de Tarea Conjunta Titán, cuya misión sería combatir la acción de las Farc y las Bacrim en la costa chocoana, designando al general Rubén Darío Alzate como su comandante, nadie, ni el propio oficial, podía siquiera vislumbrar que once meses después la carrera del prestigioso uniformado terminaría lánguida y tristemente.
“… Hemos traído aquí, al Chocó, una nueva Fuerza de Tarea que le pusimos un nombre, general Alzate, Titán y usted debe encargarse de que efectivamente esa Fuerza de Tarea se comporte como un Titán en resultados”, dijo el Jefe de Estado.
“… La responsabilidad, general Alzate, suya, aquí como nuevo Comandante de esta Fuerza de Tarea y la de todos los oficiales, es doble: es darle seguridad a los ciudadanos y es crear las condiciones para que la prosperidad pueda realmente traducirse en una mejor calidad de vida de todos y cada uno de los ciudadanos”, agregó Santos.
Y Titán empezó a cumplir la labor encomendada, en gran parte porque Alzate tenía toda la experiencia para combatir a los grupos ilegales, por su trayectoria en manejo de tropa e Inteligencia acumulada desde cuando fue director nacional del Gaula y estuvo en la Brigada Móvil 17, la Décima Brigada y el Grupo Mecanizado, entre otras asignaciones. Precisamente, una de las obsesiones de la Fuerza de Tarea era nadie menos de alias ‘Chaverra’, el cabecilla del frente 34 de las Farc, que ha azotado la región por muchos años.
Varios golpes se le dieron a esa facción insurgente en los últimos meses. Sin embargo, paradojas de la vida, fue el propio ‘Chaverra’ quien el pasado 16 de noviembre, junto a otros tres guerrilleros vestidos de civil, terminó perpetrando algo inédito, insólito e impensable: secuestrar a Alzate minutos después de que éste llegara, sin escoltas, desarmado, vistiendo bermudas y acompañado apenas de un suboficial y una abogada al servicio del Ejército, al caserío Las Mercedes, ubicado a escasos veinte minutos de Quibdó, tras navegar por el río Atrato. Dicho plagio no sólo implicó un duro golpe al Gobierno y a la Fuerza Pública, sino que generó una grave crisis en el proceso de paz. Y, de colofón, tras su liberación el domingo pasado, se llevó por delante la carrera del oficial, que tras aceptar su error en seguridad terminó pidiendo el lunes su retiro del servicio activo, que fue aceptado casi de inmediato por el propio presidente Santos.
¿Y la culpa?
¿De quién es la culpa de que la carrera de un oficial eficiente, al que muchos veían ascendiendo por tiempo a la cúpula del Ejército, terminara así?
Algunos analistas consideran que Alzate fue, al final, su propio “victimario”, pues al violar inexplicablemente, por más acercamiento social que quisiera hacer con la población civil, todos los protocolos de seguridad para el desplazamiento de un general en una zona de alta presencia guerrillera, se puso en ‘bandeja de plata’ para su secuestro. Su renuncia, entonces, es el reconocimiento de que cometió un error tan grave que no tenía opción distinta a pagar con el fin de su carrera.
Pero también hay quienes piensan que Alzate, por más militar que fuera, es una víctima más de las Farc, que no sólo le tendió una celada para secuestrarlo, sino que, además, lo maltrató durante su cautiverio e incluso lo forzó a una puesta en escena el día de su liberación, como lo fue la foto que tuvo que tomarse abrazado con el cabecilla de las Farc, alias ‘Pastor Alape’, imagen que al final terminó siendo más dañina para su honor militar y el de la Fuerza Pública, que el propio secuestro.
E incluso no faltan los que advierten que Alzate fue víctima del Estado, pues pese a haber sido plagiado y maltratado por las Farc, que fueron las verdaderas victimarias, el Gobierno le aceptó de inmediato la renuncia que presentó por honor militar, la Fiscalía ya lo citó a rendir declaración y hasta el Congreso espera sus explicaciones. Se habla, entonces, aquí de un típico caso de doble victimización.
Es un debate complejo y cada quien tiene su punto de vista. Lo único cierto es que al general Alzate se le acabó la carrera militar, algo que nadie habría pensado en enero pasado cuando orgullosamente recibía del presidente Santos la bandera como comandante de la Titán.