“Nunca antes, tantos debieron tanto a tan pocos”. De esta forma, el coronel retirado del Ejército y fundador de los Grupos de Acción Unificada por la Libertad Personal (Gaula), Jesús Antonio Bohórquez Mora, definió los 18 años de lucha frontal contra uno de los delitos heredados del terrorismo y el narcotráfico: el secuestro.
Esta actividad delictiva, que inició con fuerza durante la década de los sesenta al tiempo que se consolidaban grupos como las Farc, el Eln y el Epl, alcanzó su punto máximo en 1981, cuando el extinto narcotraficante Pablo Escobar Gaviria conformó el grupo Muerte a secuestradores (MAS) como respuesta a las extorsiones y plagios de que eran objeto los ‘capos’ del cartel de Medellín por parte de los grupos terroristas.
Esta época la recuerda Bohórquez como una de las más difíciles en la historia reciente del país. De hecho, argumenta que el secuestro fue luego utilizado por los narcotraficantes como arma política, para tratar de evitar la extradición hacia los Estados Unidos.
Y como las operaciones de las autoridades se intensificaron a inicios de los noventa contra los carteles de la droga, los ingresos de los grupos armados ilegales también se vieron afectados y los casos de secuestro extorsivo aumentaron de manera considerable, al punto que el Gobierno de entonces optó por crear la Dirección Nacional Antisecuestro (Dinase) compuesta por personal del Ejército, la Policía, el DAS y la Fiscalía.
De allí nacieron las 16 Unidades Antisecuestro y Extorsión (Unase) divididas en nueve rurales –Ejército– y siete urbanas –Policía–. No obstante, la manera como operaban no era lo suficientemente efectiva y en 1996 el coronel Bohórquez, entonces delegado militar en El Salvador, fue llamado para diseñar una nueva estrategia contra el secuestro.
La razón fue sencilla: su experiencia como oficial de inteligencia en operaciones de infiltración en la guerrilla lo ubicó como el hombre ‘clave’ para este propósito.
Es así como el seis de junio de ese año el Gobierno promulgó la Ley 282, que dictó medidas específicas para erradicar delitos contra la libertad personal, especialmente el secuestro y la extorsión, y creó el Consejo Nacional de Lucha contra el Secuestro (Conase), de donde germinó el primer Gaula militar y que reemplazó a los Unase.
“Ahí hubo un trabajo grande, pues por primera vez en la historia se unificaron las Fuerzas Militares, la Policía, la Fiscalía y el DAS, para la planeación y ejecución de operativos. Por esa razón nos hicimos llamar Grupos de acción unificada”, explica Bohóquez, hoy en el retiro y dedicado a asesorar al Ejército en temas de secuestro y extorsión.
“Siempre que hay un director del Gaula lo visito y le digo: utilíceme, porque yo quiero a los Gaula como si fueran hijos míos, de hecho yo fui quien los creó”, dice el oficial en retiro, quien todavía dicta conferencias a los nuevos comandantes de las unidades antisecuestro sobre la forma de ejecutar una operación ‘Aguijón’.
“Esta estrategia la adapté a la geografía nacional luego de los cursos que recibimos, en los 90, de la policía francesa, Scotland Yard y el FBI. Se puso en acción en Antioquia inicialmente y consiste en infiltrar una fracción de tropa pequeña que llamamos el aguijón, la cual ataca en el momento oportuno. Siete minutos después, deben llegar las fuerzas de apoyo que son el cuerpo de la abeja”, narra Bohórquez.
Según las cifras de la Dirección Nacional de Gaula Militares, en los primeros cinco años se ejecutaron 1.940 operaciones antisecuestro y 1.231 antiextorsión, 1.302 rescates, 3.130 capturas y 335 bajas. Actualmente, la cifra de secuestros reportada en 2014 es 25 veces menor que la entregada en 2001, pasando de 2.917 a 115 casos registrados.
En lo corrido del año, los Gaula Militares lograron la captura de 782 personas, liberando a 31 secuestrados y evitando el pago de 2.643 millones de pesos en 136 extorsiones frustradas.