Uno de los escollos que se presentan para la internacionalización y la diplomacia de ciudades a nivel mundial es que muchas veces los propósitos en este sentido de los centros urbanos no coinciden con lo que quieren los gobiernos nacionales.
El papel desempeñado por los gobiernos locales se ha vuelto un tema fundamental dentro de los debates en torno a la globalización. Mientras que algunas ciudades se han convertido en nodos neurálgicos de la política y la economía mundiales, procesos como la descentralización y la ampliación de los flujos globales de capital han desencadenado la transformación de muchas urbes en actores diplomáticos importantes.
Un ejemplo de que en ocasiones lo que pretende una ciudad en materia internacional no coincide con lo que quiere su país es lo que pasó en Estados Unidos frente a la guerra en Irak, dijo Arlene Tickner, profesora titular del Departamento de Ciencia Política de la Universidad de los Andes. “Cuando la guerra en Irak muchas ciudades se opusieron a esta guerra con resoluciones” frente a la decisión del Estado nacional. Otro ejemplo es la “legalización o despenalización de drogas en algunas ciudades, que se enfrentan a políticas nacionales prohibicionistas en algunos países. Algunas ciudades han firmado resoluciones, por ejemplo el Protocolo de Kyoto, cuando sus estados nacionales no lo han hecho”, explicó la docente en el marco del Seminario Internacional Ciudades Globales, Diplomacia Municipal en el Siglo XXI.
Al respecto dijo que es un reto muy importante como enfrentar estas disputas que no deben existir entre el Estado nacional y el Estado subnacional.
Y es que la globalización que desde hace tiempo se tomó el planeta con el consabido flujo de personas, económico, tecnológico y cultural ha modificado también de manera sustancial las relaciones internacionales que anteriormente básicamente era entre países.
En ese sentido el Estado ha perdido poder en materia económica y social no solo a nivel interno por efectos de la descentralización, sino a nivel mundial en donde sus ciudades avanzan no solo en procesos de internacionalización con objetivos económicos sino que suman aspectos políticos sociales y ambientales, entre otros.
En el caso de Colombia, Tickner señala que “existen razones de sobra para que Bogotá, la principal urbe de Colombia, tenga una agenda internacional propia. Dos de ellas fueron insinuadas por Petro: la población de desplazados, cuya atención demanda una interlocución permanente con actuales y futuros donantes, y los posibles efectos del TLC. Sin embargo, la diplomacia municipal debe también promover procesos de aprendizaje mutuo con otras ciudades del mundo, la inversión, el comercio y el turismo, y, no menos significativas, la cultura y la educación”.
En ese proceso de internacionalización surge el término de diplomacia de ciudades al tenor de la cual establecen una agenda propia buscando hacer valer sus intereses y sus objetivos, que como se dijo anteriormente muchas veces distan del Estado nacional, y que se materializa por medio de modelos de ciudades abiertas y las redes de ciudades.
Sin embargo en ese camino los centros urbanos no solo tienen que observar con los recursos y potencialidades con las que cuenta para abrirse al mundo sino las limitaciones que a nivel nacional pueden existir.
El abanico de la diplomacia municipal es muy amplio: promover comercio y turismo, atraer inversión, promover desarrollo, posicionarse culturalmente, cooperar con otros gobiernos nacionales o locales u organismo internacionales, hacer cabildeo ante gobiernos internacionales o locales, participar en redes de ciudades, entre otras.
Hay otras estrategias que no se consideran diplomacia de ciudades pero que sí tienen efectos en sus procesos de internacionalización, como es el caso de las alianzas que establece el sector público con el privado, y la marca-ciudad, que es otra estrategia de marketing para construir imágenes positivas de ciudad con unos fines inmediatos para promover la inversión y el turismo.
No obstante no ha sido una tarea fácil para las ciudades avanzar en este proceso de internacionalización pues en muchas ocasiones chocan con sus propios estados, celoso en el manejo de sus relaciones internacionales. Este debate ha sido más álgido en países caracterizados por sistemas federales (Alemania, Brasil, Estados Unidos, México) o en aquellos en donde existen grupos subnacionales que exigen un reconocimiento diferenciado (España, Canadá), explicó Tickner.
Ese nuevo rol que juegan las ciudades del mundo en su internacionalización e intercambio interurbano ha permitido a la vez que a nivel local se replican procesos de desarrollo copiando experiencias exitosas de sus pares, por ejemplo, en la lucha contra la pobreza, informática aplicada a la educación, desarrollo urbano sustentable, seguridad, urbanismo, vialidad, desarrollo social, prevención y respuesta a desastres naturales, manejo de basuras, entre otros.
Este proceso también conocido como la paradiplomacia ha permitido pasar de un estadio inicial en que ciudades fronterizas de distintos países hacían acuerdos para solucionar problemas comunes, a verdaderas redes que las agrupa, mucha de ellas temáticas.
La Constituciónargentina faculta a las provincias a “celebrar convenios internacionales en tanto no sean incompatibles con la política exterior de la Nación y no afecten las facultades delegadas al Gobierno nacional o al crédito público de la Nación; con conocimiento del Congreso nacional. La ciudad de Buenos Aires tendrá el régimen que se establezca a tal efecto”.
El multilateralismo
Las ciudades también tienen un papel que cumplir en aportar soluciones a la crisis económica mundial y del mimo modelo de desarrollo, señaló Roberto Lippi, experto en cooperación internacional, desarrollo y gestión territorial.
Añadió que en la discusión que se da a nivel estatal sobre la crisis económica se dice que la única manera de enfrentarla es “reducir el Estado social de derecho, y ese es un paradigma que a mi manera de entender es totalmente falso”, dijo.
En ese sentido destacó que hay muchas ciudades de diferentes países que tienen exitosos modelos económicos y de desarrollo propios que pueden ser tomados como modelo para soluciones a nivel global.
Lippi destacó el esquema de redes de ciudades que se unen alrededor de objetivos comunes, especialmente las temáticas, es decir, que tienen temas focalizados, especializados, como son las ciudades inteligentes.
Añadió que la participación de las ciudades en las redes funciona mejor cuando además de las decisiones de tipo político hay la capacidad de un intercambio de conocimientos reales en materia de desarrollo de políticas públicas. De lo contrario esta participación en las redes será de “papel”, consideró.