Galán, inscrito. Los devotos de la memoria de Luis Carlos Galán pueden hallar en el hijo Carlos Fernando Galán oportunidad de hacer presente su nombre por cuatro o cinco decenios más, incluso si no arriba a la alcaldía de Bogotá. Ayer tarde se inscribió para esta responsabilidad. Los años mozos de que aún disfruta no le encandilan ni lo mueven a ignorar las matemáticas electorales. El sabe, como David Luna, otro aspirante, que el 30 de octubre resultará elegida alcalde otra persona diferente a cualquiera de los dos. Podría ser Enrique Peñalosa. Y si entonces las mayorías bogotanas obran enloquecidas impondrían al militante del M-19 Gustavo Petro, hombre con cero experiencia administrativa y lleno de resentimientos sociales.

Narcos y Farc. Apreciados amigos, vecinos de Popayán, insisten en quejarse del narcotráfico y las Farc que -dicen ellos- hace 10 o nueve meses volvieron a negarles la paz a importantes regiones del sur y el norte del Cauca. Indignados emiten frases de enojo. La más suave dice: “Para Bogotá, el Cauca no es Colombia a pesar de tantos Presidentes de la República que le ha dado”. Los bandidos obran de nuevo con la osadía que practicaban antes de 2003, cuando la Fuerza Pública empezó a no darles respiro. Estuvieron aplacados ocho años. Pero han vuelto a plagiar, chantajear, robar y matar principalmente en 11 infortunados municipios de los 42 que tiene el Cauca.

Idea seria. O el Espíritu Santo o un buen amigo iluminaron a la junta directiva de la Cámara. En efecto, llevó al cerebro de sus integrantes la idea de hacer elaborar y mantener actualizado un registro de quienes suelen presionar a los legisladores para lograr nuevas normas o modificar algunas de las existentes. Así el lobby deja de ser una actividad que propicia la chismografía contra la clase política.