Por personas como Elio Rosi, el dizque periodista argentino que acusó de “mal paridos” a los jugadores de la Selección Colombia, es que el fútbol es proclive a la violencia. Insultos gratuitos como ese, en los que evidentemente la inteligencia emocional llega a sus mínimos niveles, están hechos para generar resentimiento y reacción, buscando sembrar los triqui traques que después resultan en las muertes que tanto ensombrecen la actividad futbolera.
Argentina, como Colombia, y muchas otras naciones verdaderamente aficionadas al fútbol, han emitido reglamentaciones para poner en cintura, por ejemplo, los pelitos cotidianos entre las barras bravas, tanto dentro de los estadios como por fuera de ellos. Inclusive, los mismos equipos son sancionados cuando se suceden circunstancias de este tipo, llegando a no jugar fechas o hacerlo en estadios vacíos.
Recientemente, precisamente, por comentarios racistas en favor del nazismo, se vio multado algún estadio en la antigua Yugoeslavia, donde se juegan las eliminatorias europeas. De hecho, cada tanto, en Colombia como en Argentina, los equipos de fútbol se ven igualmente sancionados cuando se trasciende lo históricamente deportivo.
América Latina ha sufrido con la sanción a uruguayo, Luis Suárez, lo que es perderse de ver jugar a una persona de semejante habilidad, fruto del mordisco que infirió a un miembro de la escuadra italiana en uno de los partidos del último mundial de fútbol.
La Copa América, por su parte, se vio ensombrecida por el tema de Arturo Vidal, cuando estrelló su Ferrari después de una noche de juerga, antes de llegar la concentración del equipo chileno. El tema no pasó a mayores., aún en medio de la controversia, porque el mismo Vidal pidió excusas tanto a Chile como a todos los aficionados, con lágrimas en los ojos.
Ahora, el dicho periodista Elio Rosi, insulta a los colombianos de forma ostentosa y baja. No se trata, por supuesto, de rebajarse a su nivel, contestándole con la misma moneda. De suyo, como se ha dicho, ese escalamiento es lo que termina produciendo la violencia fratricida.
Pero si se trata de que los periodistas argentinos, sus colegios profesionales o quien sea menester, produzcan la protesta y sanción correspondiente. Lo mismo que el canal televisivo que ha dado vía libre a semejantes estropicios. Porque si los futbolistas y los equipos son sancionados, no se entendería, en lo absoluto, como los periodistas promotores de la violencia mantienen micrófono abierto. De modo que, no vale contestarle al señor Rosi con las mismas palabras. Allá él con su procacidad y falta de profesionalismo. Pero lo que no se puede, eso sí, es permitir que la profesión periodística sea denigrada de semejante modo y utilizada para propiciar la hostilidad, el resentimiento y la agresión.