Por: Pablo Uribe Ruan
No sé si el fútbol colombiano es malo o lento, o más bien la mezcla de ambas cosas. Lo cierto es que cada fecha la mayoría de partidos van al ritmo de los caracoles y el juego, el de esos eternos 90 minutos, está lleno de equivocaciones. El efecto, por tanto, es el contrario a lo que espera el espectador: pases malos, y varios, uno que otro remate al arco, mucha maña y poco fútbol.
El fútbol colombiano sí es malo, así los técnicos -algunos- por simple respeto a su profesión afirmen lo contrario. O, acaso, ¿quién disfruta un partido de Liga, de Copa?, creo que pocos, y seguramente serán esos mismos que día a día están junto a sus equipos, sin importar si hay algo que apreciar. Sí, el hincha que está en las buenas, en las malas.
De esos hinchas hay pocos o eso parecen indicar las tribunas del país que fecha tras fecha representan un monumento a la ausencia. Porque no todo es sentimiento, también la boleta cuesta, y ese costo se tiene que reflejar en alguna medida en el principal motivo que lo lleva a la cancha: entretenerse. Entiendo, yo también me aburro viendo a Uniautónoma.
Algunos dicen que la falta de calidad es consecuencia de la llegada de estos equipos chicos a la primera división. Yo creo que además de los chicos, los grandes también están en un nivel muy bajo, por eso no pasan de las primeras rondas de las competiciones internacionales. Qué tal el caso de Nacional. Arroya en el ámbito local y cuando sale, le pasa por encima un equipo de media tabla en Uruguay.
Eso es lo que tenemos, un fútbol nivelado por lo bajo cuyo dueño es el mismo que patrocina al equipo que gana cada semestre.