El papa Francisco denunció a los "ídolos pasajeros" como el dinero, el poder y el placer este miércoles en su primera misa pública en Latinoamérica, en el mayor santuario de Brasil, el país con más católicos del mundo, dedicado a su patrona, la virgen Aparecida.
"Hoy en día, todos un poco, y también nuestros jóvenes, sienten la sugestión de tantos ídolos que se ponen en el lugar de Dios y parecen dar esperanza: el dinero, el éxito, el poder, el placer", dijo el papa argentino, de 76 años, ante más de 200.000 fieles en Aparecida, a 180 km al este de Sao Paulo.
"Con frecuencia se abre camino en el corazón de muchos una sensación de soledad y vacío, y lleva a la búsqueda de compensaciones, de estos ídolos pasajeros", añadió.
La Iglesia católica enfrenta una sangría de fieles en Latinoamérica, mientras asiste al fuerte crecimiento de los evangélicos, que proponen una "iglesia del bienestar" y prometen la obtención de riqueza y de éxito, así como de las personas sin religión.
Católicos "alegres, nunca tristes"
Francisco, el primer papa latinoamericano de la historia, defensor de una Iglesia cercana a los pobres, llamó asimismo a transmitir a los jóvenes los valores que los hagan "artífices de una nación y de un mundo más justo, solidario y fraterno".
También pidió a los católicos "ser alegres, nunca tristes".
"El cristiano no puede ser pesimista. No tiene el aspecto de quien parece estar de luto perpetuo", afirmó.
También prometió regresar a Aparecida en 2017, cuando se cumplen 300 años del descubrimiento de la imagen de esta virgen negra.
"Les voy a pedir un favor (...) recen por mí, recen por mí, lo necesito. Que Dios los bendiga. Que Nuestra Señora de Aparecida los cuide, y hasta 2017 que voy a volver", dijo en español el papa, que hasta ahora siempre se había expresado en portugués en público, en un saludo a los fieles que asistieron a la misa fuera de la basílica.
La multitud, en éxtasis, coreaba su nombre y agitaba banderas con su imagen.
Francisco había visitado el santuario para la V Conferencia Episcopal Latinoamericana y del Caribe (Celam) en 2007.
En ese entonces, cuando era arzobispo de Buenos Aires, el cardenal argentino Jorge Bergoglio denunció la "exclusión" de "grandes masas de la población" debido al neoliberalismo y a la globalización, el "juego de la competitividad y la ley del más fuerte".
Miles de personas pasaron la noche en las calles de Aparecida, muchos de ellos con mantas, tiritando de frío bajo la lluvia, para asistir a la misa o al menos ver pasar al papa.
Desde que Francisco llegó a Brasil el lunes, un frente frío congela al sureste de este país tropical. Ha nevado en 131 ciudades y la ciudad de Sao Paulo regirstó este miércoles la madrugada más fría en 13 años.
"Pude saludarlo, verlo de cerca. Cuando en la primera parte de la misa habló de Nuestra Señora me emocioné mucho", dijo a la AFP la brasileña Leila Barbosa, de 27 años.
Unos 5.000 militares y policías están a cargo de la seguridad. El domingo fue hallada una pequeña bomba de fabricación casera en uno de los baños del santuario, que fue detonada, informó el ejército.
Aparecida ya había sido visitada por los papas Juan Pablo II (1980) y Benedicto XVI (2007).
Reunión con adictos al crack en un hospital
Este miércoles, al retornar a Rio de Janeiro desde Aparecida, el papa visitará al caer la tarde un hospital franciscano, donde la Iglesia inaugurará un ala para tratar a adictos al crack, un derivado de la cocaína.
Francisco se trasladará al hospital en un automóvil cubierto y no en papamóvil, como estaba previsto inicialmente.
El estilo llano del papa puso en problemas a la organización a su llegada el lunes a Rio, cuando su vehículo quedó atrapado varias veces en el tránsito, en medio de una multitud enfervorizada, luego que el conductor errara el recorrido.
El martes, horas antes del inicio de la misa de apertura de la JMJ que reunió a cerca de medio millón de personas en Copacabana, el metro de Rio se paralizó durante más de dos horas por un problema eléctrico, dejando varados a miles de peregrinos en varios puntos de la ciudad.
Pese a su popularidad, el papa llegó a Brasil en medio de protestas por los altos costos de su visita y de la JMJ, estimados en 53 millones de dólares, que terminaron en violencia el lunes por la noche en Rio de Janeiro.