El pontífice instó a las autoridades y a los responsables de la iglesia, ante los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro durante el Ángelus, a rebajar las tensiones, tras varios días de ataques contra un centro de acogida de demandantes de asilo en las afueras de la capital italiana.
"En los últimos días, hubo tensiones bastante fuertes entre residentes e inmigrantes en Roma", declaró el papa, aludiendo a los disturbios en el barrio de Tor Sapienza.
"Llamo a las autoridades, en cada nivel, a encarar lo que supone una emergencia social que, si no se trata pronto de forma adecuada, amenaza con degenerar".
"Se puede dialogar, escuchar al otro y trabajar juntos, y conseguir, de esa manera, vencer a la sospecha y el prejuicio y crear una coexistencia segura, apacible e inclusiva", concluyó Francisco.
La propuesta del papa no parece factible a corto plazo en Tor Sapienza, que fue escenario, en los últimos días, de los peores actos de violencia contra los inmigrantes que se recuerdan en Europa en años.
Un grupo de personas lanzó piedras y otros proyectiles contra cerca de 50 migrantes en un refugio, durante tres noches consecutivas. Rompieron los cristales, los contenedores y se enfrentaron a la policía antidisturbios en unos altercados tan importantes que las autoridades ordenaron sacar a los adolescentes que vivían en ese centro.
También hay pruebas de que varios grupos de extrema derecha reventaron las protestas locales contra lo ocurrido. Estos manifestantes llevaban banderas con referencias a "Il Duce" -el nombre que se puso el antiguo dictador italiano Benito Mussolini- y entonaban cánticos racistas.
El alcalde de Roma insistió en que los demandantes de asilo no van a ser trasladados a otro lugar, pese a las peticiones de los habitantes, que aseguran que la llegada de extranjeros trajo problemas de crimen y prostitución a la zona. /AFP