La posibilidad de que el exministro y ex aspirante presidencial en 2014 vuelva a activar su precandidatura para 2018 no es fácil. Tiene varias ventajas frente a los otros cinco precandidatos en campaña desde hace varios meses, pero también arrastra riesgos que no se pueden desconocer
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Puntos fuertes
1. Potencial electoral
El exministro de Hacienda, Óscar Iván Zuluaga, después del expresidente Álvaro Uribe Vélez, es el que tiene el mayor potencial probado en las urnas por el Centro Democrático. Su último antecedente son las elecciones a la jefatura de Estado en 2014, cuando Zuluaga en primera vuelta obtuvo 3.759.971 votos, derrotando al entonces presidente-candidato Juan Manuel Santos. A pesar de que en la segunda vuelta perdió por casi un millón de votos, obtuvo cerca de 7 millones de sufragios. La fortaleza electoral de Zuluaga se ubica básicamente en el centro del país. Ninguno de los cinco precandidatos actuales del uribismo tiene ese potencial probado, por más que se diga que los votos, todos, son de Uribe y van para quien él diga.
2. Es reconocido
La campaña presidencial de 2014 hizo que Zuluaga catapultara su imagen a nivel nacional, tanto por contar con el guiño de Uribe como por el papel que cumplió como candidato. Incluso el propio escándalo del ‘hacker’ le dio más eco a su nombre. En las encuestas se evidencia que el excandidato es conocido por amplios porcentajes de los consultados, lo que no ocurre con Carlos Holmes Trujillo, María del Rosario Guerra, Rafael Nieto, Paloma Valencia e Iván Duque, que en las encuestas aparecen con porcentajes muy bajos de conocimiento público de sus perfiles y trayectorias, pese a que llevan más de cinco meses recorriendo todo el país con Uribe a bordo.
3. Experiencia pública
Zuluaga tiene una larga carrera en el sector público y privado. Se desempeñó como ministro de Hacienda durante el segundo mandato de Uribe. Fue senador y cofundador del Partido de La U. Fue concejal (1988-1990) y alcalde (1990-1992) de Pensilvania (Caldas) y candidato presidencial del uribismo en los comicios de 2014. Ha pertenecido a diversas juntas directivas, entre ellas, la Federación Nacional de Comerciantes (Fenalco), Federación Colombiana de Industrias Metalúrgicas (Fedemetal) y la Cámara de Comercio Colombo-Venezolana. Fue representante de la Industria Siderúrgica Colombiana y fue miembro de la Junta Directiva de Celfin Capital de Chile. Se desempeñó como Presidente Ejecutivo de Acerías de Colombia (Acesco) de 1992 a 2001. El resto de los precandidatos, salvo Trujillo y Guerra, que fueron ministros, no cuentan con esa trayectoria pública, siendo su principal flanco débil.
4. Más alto en encuestas
Cuando Zuluaga retiró la precandidatura tras resultar salpicado en el caso Odebrecht, en marzo pasado, estaba entre los cuatro nombres del lote puntero o el perseguidor en las encuestas, con porcentajes por encima del 8 y 10 por ciento, casi siempre. Sin embargo, el resto de los precandidatos uribistas nunca han podido siquiera igualar, sumados todos, esos porcentajes que tenía Zuluaga cuando dio un paso al costado. Se trata de un hecho que tiene muy preocupado al uribismo, sin duda. Aunque se diga que el candidato uribista que sea elegido de inmediato se disparará en las encuestas, bajo la tesis “del que diga Uribe”, nadie garantiza que ello pueda ocurrir. Con Zuluaga ese riesgo sería menor.
Puntos débiles
1. Escándalo de Odebrecht
A pesar de que el Consejo Nacional Electoral archivó el pasado martes la investigación a la campaña de Zuluaga en 2014, tras determinar que no existen pruebas sólidas de que Odebrecht asumió un pago a favor del publicista ‘Duda’ Mendonca, por $1,6 millones de dólares, este hecho ha golpeado duramente la imagen del exministro, sobre todo en una campaña en donde los escándalos de corrupción han puesto este tema como prioritario. Sin duda el fallo del CNE es un punto a su favor, pero la Fiscalía insiste en que tiene testimonios de directivos de Odebrecht sobre esos pagos y no se sabe si el proceso penal pueda evolucionar en esa dirección a mitad de la campaña. El escándalo, entonces, sigue vivo.
2. ‘Fantasma’ de 2014
El eco del escándalo por las interceptaciones ilegales a los negociadores del proceso de paz, que involucró a la campaña de Zuluaga en 2014 y que tuvo como eje central al llamado “hacker” Andrés Sepúlveda, fue determinante para que Zuluaga perdiera con Santos en la segunda vuelta en 2014. Incluso poco antes de esa votación, los medios buscaban al candidato para que diera explicaciones sobre el caso pero este prefirió aislarse en la última semana, lo que lo afectó mucho. La Fiscalía no encontró, luego, que Zuluaga estuviera relacionado con estos hechos. Hay quienes, en el Centro Democrático, temen que el escándalo Odebrecht le estalle otra vez a Zuluaga en medio de la campaña y deje al uribismo en posición de perder, otra vez, la contienda presidencial.
3. Lanzamiento tardío
En marzo Zuluaga decidió suspender su precandidatura y en los siete meses que han pasado desde esa determinación, los cinco precandidatos han realizado precampaña sin parar, saliendo en medios y recorriendo el país de la mano de Uribe. En caso de que Zuluaga decidiera reactivarse de nuevo como precandidato, hay quienes temen que se trate de un lanzamiento tardío, pues ya muchos de los candidatos y precandidatos de otros partidos llevan varios meses en la plaza pública o recogiendo firmas. Además, el propio Uribe puso como meta que el próximo 19 de noviembre debe estar ya elegido el candidato, lo que deja a Zuluaga con muy poco tiempo para posicionarse en un electorado uribista muy jugado.
4. No se dejaría negociar
Para nadie es un secreto que en la próxima contienda presidencial las coaliciones interpartidistas, incluso antes de la primera vuelta, serán claves para conquistar la Casa de Nariño. Es claro que cualquier de los cinco precandidatos que hoy tiene el uribismo pueden ser ‘negociable’ en medio de esas alianzas, ya que se trata de dirigentes nuevos en esta clase de contiendas, sin mayor capital electoral probado y que dependen exclusivamente de Uribe. Cosa contraria es Zuluaga, que no sólo ya sumó 7 millones de votos, sino que es un dirigente con más peso específico que sería difícil convencer de dar un paso al costado si fuera necesario para conformar una coalición, o incluso aceptar ser fórmula vicepresidencial.
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