La funcionaria ha denunciado el uso desmedido de la fuerza de la GNB, versiones mentirosas sobre muertes y ayer, frente al TSJ, criticó la sentencia que avala la Constituyente. Como ella, hay varios exfuncionarios que también han alzado la voz contra Maduro.
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El comentario siempre es el mismo: mientras el chavismo no se divida, es poco probable que Maduro deje el poder. Esta verdad, que al principio parecía irrefutable, ha ido cambiando con el paso de los días. Luisa Ortega, Fiscal General, y otros exfuncioanarios, han hecho duras críticas contra la Constituyente del Presidente, demostrando que en el oficialismo esa unidad que tanto defienden tiene fisuras y muchos roces.
El chavismo disidente –como algunos medios lo llaman- reconoce las ventajas de la Constituyente. Cree que es un escenario de deliberación para resolver las diferencias entre algunos sectores, pero critica el modo cómo Maduro, supuesto hijo político de Chávez, ha hecho las cosas.
Basta recordar un poco la historia de la asamblea de 1999 que derivó en la Constitución Nacional Bolivariana, aquella que, entre la amplitud de la mano de Maduro, sobrevive pese a la constante violación de un Ejecutivo que se ufana de respetarla. Al contrario del actual presidente, Chávez llamó a elecciones para refrendar el texto en múltiples ocasiones: 1999, 2007 y 2009 (estas dos últimas, reformas que le hizo).
Una heroína
Serena, cauta y tenaz, Luisa Ortega se ha convertido en la heroína de la oposición y aparentemente la nueva enemiga del oficialismo. Purasangre en las huestes de Hugo Chávez, ha dicho que su compromiso es con “la revolución” y la institucionalidad, no con el presidente de turno.
Desde que comenzaron las protestas contra Maduro (1 de abril), ha denunciado las violaciones de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) contra los manifestantes, siendo objeto de duras críticas de líderes chavistas como Diosdado Cabello o Jorge Rodríguez.
La oposición ha encontrado en sus declaraciones una aliada ante la elevada represión de las fuerzas de seguridad, que muchas veces, como lo han denunciado varias ONG´s, usan balines y perdigones para dispersar las marchas.
El 24 de mayo, cuando el país se levantaba con la noticia del fallecimiento de un estudiante más, Juan Pablo Pernalete, la fiscal acusó a la Guardia de haber matado al joven por un impacto de bomba lacrimógena en su tórax. El chavismo al enfrentarse a una versión distinta a la suya, citó a una marcha en su contra el 31 de mayo por “traidora” y “vendida” a la oposición.
Pero Ortega no se rinde. La oposición le pide más palabras y el chavismo exige su silencio. Ella, sin embargo, continúa ejerciendo como fiscal en un país que está cerca de la guerra civil y no da señales de reconciliación.
Rodeada de funcionarios, la fiscal volvió a denunciar al Gobierno por la Constituyente que intenta realizar pese al descontento generalizado de los venezolanos, que en un 74% están en desacuerdo con que se celebre.
Ortega presentó un documento ante el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) solicitando una explicación sobre la sentencia 378, que dio vía a la Constituyente. “Esta sentencia es un retroceso en materia de derechos humanos. Nuestra Constitución establece la progresividad, y bajo ninguna circunstancia esos derechos pueden ser desmejorados”, afirmó.
Añadió: “Hemos solicitado la aclaratoria sobre si perdió vigencia la democracia participativa y protagónica y se renovó la vigencia de la democracia representativa, porque de la letra de la sentencia parece que se elimina la democracia participativa, lo que le costó mucho al pueblo venezolano”.
El proceso para realizar la Constituyente avanza a pasos de gigante. El Consejo Nacional Electoral, manejado por el chavismo, fijó los criterios para convocar a este escenario. Dijo que los constituyentes no pueden venir de partidos políticos, sino representar sectores de la sociedad: obreros, estudiantes, ganaderos, campesinos. En total, serán elegidas 540 personas, de las cuales 168 el chavismo elegirá a su conveniencia.
Líderes opositores como Henrique Capriles y Julio Borges, presidente del Parlamento, han denunciado lo mismo que la fiscal, recordando que la Constituyente desconoce su espíritu popular y deliberativo.
Ortega no es la única chavista crítica de Maduro. Como ella múltiples exministros y exfuncionarios han alzado la voz para oponerse a las prácticas del régimen.
Disidencia
Ortega no es la única chavista crítica de Maduro y su gobierno. Como ella múltiples exministros y exfuncionarios han alzado la voz para oponerse a las prácticas en las marchas y a la Constituyente que desconoce la participación popular.
Ese es el caso de Miguel Rodríguez, exministro de Interior y Justicia, quien hoy desde la disidencia se ha convertido en uno de los mayores críticos del Gobierno. Hace poco, en diálogo con El País de España, recordó que Maduro emplea unos métodos totalmente alejados de los de Chávez. “Cuando las cosas se ponían difíciles, Chávez siempre era partidario de consultar al pueblo”, dijo.
Al exjefe de Interior y Justicia se le han unido otros exfuncionarios. El chavismo sí tiene fisuras, no es tan cohesionado como intenta mostrarse. El selecto grupo está conformado por Maripili Hernández, la exdefensora del pueblo, Gabriela Ramírez, y el excanciller Luis Alfonso Dávila, entre otros.
Ramírez, hoy fuera del chavismo, escribió en su cuenta de Facebook: “es impensable elegir constituyentistas si todo el pueblo no aprobó antes cuáles serían los términos y condiciones de esa elección”.
Antiguos miembros de las bases chavista que han fundado su partido bajo el lema “Marea Socialista” también han hecho anuncios contra el Presidente. Uno de sus dirigentes, Nicmer Evans, dijo que “el pueblo tendrá q devolver al TSJ y a Maduro a 5to grado para que una maestra les enseñe que la sentencia 378 es un golpe de Estado contra CRBV (Constitución)”.
Cada día es más claro que dentro del chavismo hay fisuras, incluso, algunos se atreven a decir que entre los máximos líderes no existe una buena relación Cabello- Maduro, por ejemplo.
La fiscal Ortega, por lo pronto, es la que ha demostrado mayor independencia frente al Gobierno. En Venezuela la moribunda separación de poderes aún existe, débil, pero existe.
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