Estados Unidos decidió poner fin al apoyo financiero y logístico que brindaba a Bolivia en la lucha contra el narcotráfico, aunque decidió donar al gobierno boliviano ocho helicópteros H-1H, tres aviones de transporte C-130 y una avioneta, en medio de irresueltos roces bilaterales.
"Las aeronaves (que donamos) son las que tuvimos aquí para trabajar sobre el narcotráfico, entonces creo que esto es el fin del programa" de cooperación antinarcóticos, dijo el encargado de Negocios de EEUU, Larry Memmott, citado por la radio privada Erbol.
El funcionario estadounidense, el de más alto rango en Bolivia tras la expulsión del embajador a fines de 2008, acotó que "es el fin de una era, el tiempo en que el gobierno de Estados Unidos manejaba toda la logística para la guerra contra el narcotráfico, esto va quedar en manos del gobierno" boliviano.
Estados Unidos había prestado a Bolivia, en el marco de convenios antinarcóticos desde la década del 90, ocho helicópteros H-1H y de dos a cuatro aviones C-130 para la tropa de élite "Diablos Rojos", una unidad de la Fuerza Aérea Boliviana que apoyaba a la policía antidrogas.
También pagaba el combustible y el mantenimiento de las naves.
Memmott dijo que se informó oficialmente al gobierno boliviano de la donación, mientras el viceministro de Defensa Social boliviano, Felipe Cáceres, principal responsable político en la lucha antidrogas, confirmó la transferencia de equipos.
"Queremos comunicar la donación satisfactoria de helicópteros y aviones de Estados Unidos", afirmó el funcionario gubernamental.
Una fuente de la embajada norteamericana en La Paz, que requirió el anonimato, dijo a la AFP que "la transferencia de todo el material se realizará hasta septiembre de este año", tras conversaciones desde el año pasado con el gobierno boliviano.
Washington ya había anunciado en octubre de 2012 su intención de ceder a Bolivia el equipo aéreo "por limitaciones presupuestarias", según un comunicado oficial de entonces.
La cesión del equipo se produce en medio de irresueltos roces diplomáticos entre La Paz y Washington, principalmente por los ataques verbales del presidente izquierdista Evo Morales, un amigo de Cuba, Venezuela e Irán, quien suele condenar con frecuencia las políticas de la Casa Blanca en el mundo.
Con la llegada de Morales al poder en enero de 2006, la asistencia norteamericana disminuyó gradualmente hasta descender en 2013 a unos 11 millones de dólares, cuando en años anteriores superaba los 60 millones de dólares anuales. La oficina NAS de EEUU era el principal brazo financiero en el apoyo logístico a Bolivia.
Morales expulsó a la agencia antidrogas DEA del país a fines de 2008 y al embajador estadounidense, acusándolos de apoyar un supuesto complot político para derrocarlo, lo que fue negado por Washington, que en reciprocidad también echó al embajador boliviano.
Desde entonces ambos países carecen de diplomáticos del más alto rango, pese a los anuncios bilaterales para reponer embajadores, aún sin fecha.
La Paz decidió en años anteriores asumir el costo de la lucha antidrogas, a lo que ha llamado una política de "nacionalización", a la que asigna anualmente de 20 a 34 millones de dólares para erradicación, inteligencia e interdicción.
Con ese argumento, el propio Morales ha dicho en varias ocasiones que su país "está mejor sin Estados Unidos" en la interdicción al tráfico de drogas, pues los decomisos han llegado en el último año a unas 27 toneladas de cocaína, entre pasta y clorhidrato, verdaderos récords.
La asistencia financiera a Bolivia también ha migrado de Estados Unidos hacia la Unión Europea y Brasil, que se han convertido en principales cooperantes de La Paz en el sector.
Bolivia cuenta con 29.200 hectáreas plantadas de coca, según datos de las Naciones Unidas, y es el tercer productor mundial de la planta, materia prima para fabricar cocaína, después de Perú y Colombia.
AFP.