Por: Fernando Cvitanic*
EN los primeros días de abril se desarrolló en Panamá la VII Cumbre de las Américas, un evento lleno de sorpresas diplomáticas. La de más relevancia e impacto fue el punto final de la guerra fría en el continente, representado por un abrazo amistoso entre el presidente de Estados Unidos, Barack Obama y el de Cuba, Raúl Castro.
En el ambiente sonaron anacrónicos y pasados de moda los discursos antiimperialistas del presidente de Bolivia, Evo Morales; la presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner; y del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro; llegando a estar tan fuera de contexto que abrazaban y estrechaban las manos de personas que en sus propios discursos criticaban, haciendo que su participación no fuera tan relevante como la de Colombia, Cuba, Estados Unidos e incluso Brasil.
Quizás los últimos rezagos de la guerra fría quedaban presentes en la ruptura de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos, y en el conflicto en la frontera de las Coreas, pero con este avance, presenciado por todo el mundo, ya quedan muy pocos asuntos para dar por erradicadas las secuelas de esta guerra.
Sin duda ese apretón de manos, ese abrazo y esas palabras amables por parte de cada uno de los presidentes de Cuba y Estados Unidos es la punta del iceberg, pues todavía queda un amplio trabajo por hacer.
En Cuba, si analizamos bien, la situación no ha cambiado mucho: sigue presente un régimen gobernado por los Castro que lleva aproximadamente 50 años. Por otro lado nada en la política de este país es claro, no se sabe si Fidel Castro está de acuerdo o no con el acercamiento entre su país y Estados Unidos, tampoco se sabe si su hermano Raúl lo incluye en las decisiones relacionadas con este tema y se también se desconoce si todo el Partido Comunista Cubano está de acuerdo con los acercamientos.
Tenemos que dejar de precipitarnos y pensar que Cuba en menos de un mes va a ser una República Dominicana. Para que esto llegue a pasar primero se deben solventar asuntos como las condiciones de los Derechos Humanos en la isla, el tema de los presos políticos, el cual sigue bastante frágil, y la libertad de los cubanos comunes y corrientes, que por estos días no ha cambiado mucho.
Respecto a Estados Unidos, recordemos que pronto vienen las elecciones presidenciales y sin duda este acercamiento a Cuba será un tema candente en los debates y discusiones entre candidatos. Por el Partido Republicano, el seguro candidato presidencial es Marco Rubio, un personaje latinoamericano de sangre, que ha cuestionado mucho la fragilidad de la actual política exterior promovida por el presidente y lo débil que se ha mostrado Barack Obama frente Irán y frente a Cuba.
Marco Rubio en su postura como candidato presidencial ha expresado que Irán no es un país de confiar y que por lo tanto Estados Unidos debe brindar apoyo a Israel. En lo relacionado con Cuba, critica la facilidad con la que Estados Unidos se ha debilitado frente al régimen de Castro y que ahora se está mostrando una Cuba ganadora, porque a la larga se podría levantar el embargo, a la larga se podría olvidar que Cuba sigue siendo una dictadura y de esta manera se premiaría a un presidente que se siente complacido con este regalo que no lo ha ganado, ni se lo merece.
Ahora bien, también se debe tener en cuenta que Marco Rubio representa un grave peligro para la candidatura demócrata porque él, al ser un latinoamericano de sangre, el cual a diferencia de otros candidatos republicanos si habla español perfectamente como lengua materna, pone en riesgo un nicho de votos del Partido Demócrata representado por los votos de los latinoamericanos
Entonces, teniendo en cuenta esta situación y suponiendo que los republicanos ganen las elecciones quedan varias preguntas sobre el acercamiento entre Cuba y Estados Unidos: ¿Qué podría pasar con las negociaciones? ¿Seguirán adelante? ¿El cambio en la Casa Blanca entre Demócratas y Republicanos alterará absolutamente todo? ¿Para qué negociar con un partido Demócrata que probablemente no siga en el poder?.
Si bien estas preguntas aplican si llega a haber un cambio de partido en la Casa Blanca, también se debe tener en cuenta que el próximo presidente de Estados Unidos, sin importar su partido, no ofrecerá las mismas condiciones a las negociaciones entabladas con Cuba.
Por todo esto he llegado a pensar que la negociación y el acercamiento entre Estados unidos y Cuba es una especie de política de prestigio que solo muestra abrazos, palabras de buena voluntad y buenas intenciones pero que en el fondo no progresa en nada, dando un pronóstico incierto.
*Profesor y analista internacional de la Universidad de La Sabana