Grandes retos esperan a quien sea elegido mañana para suceder al suizo Joseph Blatter como presidente de la FIFA, entidad que por lustros mantuvo una imagen incólume, pero que fue destruida por la goleada que le metió la corrupción.
Bien sea Gianni Infantino o el jeque Salman, quien tome las riendas de un organismo debilitado por una crisis sin precedentes, tendrá una ardua labor: restaurar la confianza en una institución que perdió toda su credibilidad.
Para lograrlo, el futuro jerarca deberá llevar a cabo una verdadera reforma en el gobierno que devuelva el crédito perdido ante los patrocinadores, y gestionar los diversos procedimientos penales abiertos.
Desde el arresto de siete altos responsables del fútbol mundial, el pasado mayo en Zúrich, acusados por la justicia estadounidense de haber aceptado varios millones de dólares en sobornos, las revelaciones se han sucedido. Lo que muchos suponían se ha confirmado y la palabra FIFA es hoy a ojos de muchos sinónimo de corrupción.
Después de los subordinados, fue el patrón, 'Sepp' Blatter, el que cayó en diciembre, suspendido ocho años por la justicia interna de la FIFA, tras haber sido imputado por la justicia suiza. El motivo fue un supuesto pago de 1,8 millones de euros al que se postulaba como su sucesor, Michel Platini, presidente de la UEFA, que también recibió la misma suspensión.
Según Infantino, el principal favoritos a la presidencia, “la imagen y la reputación (de la FIFA) ha sido severamente puesta en peligro por los recientes acontecimientos. Mi objetivo principal será hacer cambiar las cosas y volver a situar al fútbol en el centro de las actividades de la FIFA”.
Pero la tarea no será sencilla para Infantino, Salman o quien sea elegido porque las investigaciones continúan y hay sospechas de que todavía quedan dirigentes en Asia, África o América, que pueden terminar tras las rejas por sus actuaciones.
En desarrollo de esa reingeniería, la FIFA deberá cambiar su gobierno. El ‘paquete’ de reformas adoptado en diciembre y que será sometido mañana al voto de las 209 federaciones reconocidas, incluye entre otras medidas una limitación a 12 años el término de mandatos (Blatter, cuando fue elegido por quinta vez en mayo, llevaba en el puesto 17 años); un control de integridad de cada nuevo miembro del Comité Ejecutivo o de cualquier otra comisión.
Además, entre las otras propuestas se destacan la publicación de las remuneraciones, entre ellas la del presidente, y una separación entre las decisiones políticas (comité ejecutivo) y económicas (secretaría general), para evitar cualquier conflicto de intereses.
Recuperar la confianza no será sencillo, tanto del público que espera que a nivel de clubes o de selecciones siempre haya espectáculo, pero se sintió defraudado por el actuar de los dirigentes, como de los patrocinados históricos, quienes en su momento pidieron la “salida inmediata” de Blatter, pero ninguno de ellos interrumpió su patrocinio porque, según el responsable de una gran federación olímpica, “a nadie le interesa ceder su posición a la competencia”.
Si la FIFA registró en 2015 unas pérdidas de cerca de 100 millones de euros, cuenta con reservas de 1.500 millones de dólares para amortizar el golpe, además de los millones que generará el Mundial de 2018 en Rusia.
Hasta ahora, a los procedimientos internos de la FIFA se añaden los procesos judiciales conducidos por la justicia estadounidense (39 personas y dos sociedades acusadas) y por la justicia suiza.
De la misma manera deberá, Infantino o Salman, borrar de la mente de los aficionados al fútbol las trincas que se montaron para amañar la entrega de las sedes de los mundiales, o las transmisiones de los partidos por televisión.
Por ello, quien sea elegido tendrá que empezar a trabajar con transparencia y mostrar resultados que inviten a alejar las suspicacias.
Todas las medidas que se adopten mañana y en el futuro inmediato, seguramente tardarán en dar resultados, pero todos tienen que encaminarse a evitar otra goleada de la corrupción y en la medida en que se descubran dirigentes que generen duda, investigarlos y separarlos.
La situación actual de la rectora del fútbol mundial se refleja en una encuesta de Transparencia Internacional, realizado entre 25.000 aficionados de 28 países, en el que un 69% de los consultados no tiene ninguna confianza en la FIFA.
Pero la esperanza subsiste, ya que un 50% de las personas interrogadas estima que la organización con base en Suiza tiene una posibilidad de restaurar su reputación oscurecida por los escándalos de corrupción.
Elección
Por ahora, todo parece indicar que esa misión, que sobre el papel parece imposible por todas las aristas que tiene y los tentáculos de corrupción que se han ido descubriendo y que tocaron a Colombia con Luis Bedoya, recaerá sobre el candidato de Europa, Infantino, o el de Asia, el jeque Salman.
En total, 209 federaciones votarán mañana en la sede de la FIFA, en Zúrich, en Suiza, para elegir al sucesor de Joseph Blatter al frente del fútbol mundial.
Infantino recibió el apoyo de la UEFA (Europa, 53 votos), de la que es el número dos detrás de Michel Platini, de la Conmebol (10 votos), y de 7 países de la Concacaf, que no ha dado ninguna consigna global.
El bahreiní está oficialmente apoyado por la AFC (Confederación Asiática, 46 votos), de la que es presidente, y la CAF (Confederación Africana, la más importante con 54 votos).
Es decir, cuenta con un total teórico de 100 sufragios, ampliamente superior a las intenciones de voto expresadas en su favor en el recuento de la AFP (28)./AFP-ENS