Felipe Negret | El Nuevo Siglo
Domingo, 8 de Febrero de 2015

Larga, titánica, con altas y bajas, pero, al parecer, con un final feliz. Esa es la mejor descripción que se puede dar sobre lo que ha sido la lucha del presidente de la Corporación Taurina de Bogotá, Felipe Negret, y de miles de aficionados a la actividad taurina, por lograr que la Plaza de Toros de La Santamaría pueda, antes de un año, volver a ser lo que era: el principal escenario colombiano de la fiesta brava y la arena de mayor prestigio a nivel americano.

El fallo de la Corte Constitucional el miércoles pasado reiteró que los alcaldes no pueden prohibir las corridas de toros en aquellas ciudades y municipios en donde la actividad taurina ha sido una tradición cultural y de larga data. Al ratificar una decisión judicial de septiembre del año pasado, la Corte recalcó que sólo el Congreso puede legislar sobre ese aspecto. Con el fallo del máximo tribunal quedó sin piso, entonces, la decisión de la Alcaldía de Bogotá que mediante distintas maniobras jurídicas había desterrado las corridas de toros de la capital del país, bajo la tesis de que estas eran propias de la ‘cultura de la muerte’.

Ahora, el Distrito tiene que restituir la plaza a su función taurina tradicional, aunque ello no podrá ser automático debido a que deben mediar obras de restauración y reforzamiento estructural del emblemático escenario, lo que podría tardar varios meses, dependiendo de la adjudicación del respectivo contrato y la terminación de las obras.

Según Negret, los toros vuelven de donde nunca se tuvieron que ir. “El llamado que los aficionados hacemos al alcalde Petro es que, acogiendo su política del amor, se desarme y no persiga más a los taurinos”, precisó el dirigente.

Así las cosas quedan ahora tres grandes retos. En primer lugar, que se acelere el proceso de restauración de la plaza, toda vez que si la licitación se demora, entonces el sentido del fallo para revivir la fiesta brava lo más pronto posible se dilatará en la práctica. En segundo lugar, es necesario bajar el tono a la polémica entre defensores de la actividad taurina y opositores, para evitar que la contradicción desemboque en enfrentamientos y saboteo. Y, por último, aunque el prestigio de la temporada de toros en Bogotá no se ha perdido por la interrupción en los últimos dos años, es claro que se requiere ir pensando en un gran relanzamiento de la plaza para 2016.