Aunque hay sectores que se oponen, se da por sentado que al final del proceso de paz con las Farc, el grupo deje de ser guerrillero y se transforme en una fuerza política sin armas.
De ahí la pregunta: ¿Están preparadas para dar ese paso, en caso de que concluya con éxito el proceso que comenzará dentro de un mes en Noruega?
Las Farc, fundadas en 1964 como una guerrilla de campesinos, emprenderá su cuarto intento en tres décadas por conseguir una solución negociada al conflicto, con lo que se abre la interrogante sobre el rumbo que tomará esa organización.
En la actualidad, las Farc se encuentran presentes sobre todo en las zonas rurales del sur de Colombia, y cuentan con unos 9.000 guerrilleros, la mitad que en los años 1990, cuando tuvieron su mayor auge, según cálculos del Ministerio de la Defensa.
Pero para el politólogo León Valencia, director de la Corporación Nuevo Arco Iris, "el número de guerrilleros es irrelevante".
"El mayor énfasis de las Farc ahora no es el reclutamiento, sino el apoyo social. Tienen una estructura de unas 30.000 personas muy cercanas, militantes activos de ese proyecto", dijo Valencia a la agencia France Press (AFP).
La primera vez que las Farc fueron a una mesa de diálogo, a principios de los años 80, varios de sus dirigentes se desmovilizaron y crearon una organización política, la Unión Patriótica, diezmada por ataques, especialmente de paramilitares, en los que murieron cerca de 3.000 de sus dirigentes y militantes. La magnitud de ese plan de exterminio llevó a que la legislación colombiana contemple un tipo penal que no existe en las normas del Derecho Internacional Humanitario: el genocidio político.
"Ya las Farc hicieron un pacto de paz en 1984. Su inserción como movimiento político sin armas es posible, pues ya se dio antes en otro contexto", comentó a la AFP Alvaro Villarraga, de la Fundación Cultura Democrática.
"Aquel proceso fracasó porque fracasaron las garantías" para la reinserción, sostuvo el analista, al aseverar que hay un espacio político que puede acoger a un nuevo movimiento derivado de esta guerrilla comunista, si en la mesa de negociaciones se logra un marco de seguridad para su participación.
De aquella experiencia quedaron enseñanzas. Luciano Marín, alias Iván Márquez, el segundo comandante de las Farc y designado como uno de los negociadores en este proceso, se reinsertó en aquel primer pacto de paz e incluso fue congresista por la Unión Patriótica. En 1987, con el asesinato del candidato presidencial Jaime Pardo, volvió a la lucha armada.
Este año se dio a conocer con una enorme manifestación que llegó a Bogotá: el movimiento Marcha Patriótica, que reúne a unas 1.700 organizaciones de campesinos, indígenas y estudiantes con una postura de izquierda radical pero divorciada de la opción armada.
Juan Andrés Casas, coordinador del Observatorio de Procesos de Desarme, Desmovilización y Reintegración de la Universidad Nacional, opinó que las Farc "tienen el potencial para lograr un discurso político" sin las armas.
"El puesto político pueden llegar a tenerlo, cuentan con apoyo", dijo a la AFP. "El Gobierno tiene que garantizarles la seguridad. Pero hay muchos movimientos populares que apuntan a preparar su inserción en el abanico político", añadió.
Como un avance de un proyecto de ese tipo, el comandante guerillero Luis Alberto Albán, alias Marcos Calarcá, declaró el jueves en La Habana que "tenemos claro que la forma de solucionar el conflicto implica resolver las causas sociales, económicas y políticas que lo generaron".
"Existimos por el respaldo popular y ese es nuestro compromiso. Si se revisa la agenda” de negociaciones “se verá que no hay puntos para resolver los problemas de los guerrilleros. La lucha por la paz es para resolver los problemas que nos tienen en la guerra", dijo Albán.
En Colombia la izquierda es muy minoritaria, y cuenta con solo dos partidos, el Polo Democrático, que obtuvo en 2010 ocho de los 102 senadores y cuatro de los 165 representantes, y el movimiento Progresistas, una escisión de éste que llevó a Gustavo Petro a la Alcaldía de Bogotá.
Pero esa escasa representación formal de la izquierda no parece desanimar a las Farc.
"La izquierda real no se circunscribe únicamente al escenario electoral, sino que tiene un componente vivo, móvil y cambiante en el agitado universo de los movimientos sociales", escribió en agosto Jorge Torres, alias Pablo Catatumbo, integrante del Secretariado de las FARC.