Factores del odio del ISIS | El Nuevo Siglo
Domingo, 22 de Noviembre de 2015

Por Giovanni E. Reyes (*)

NO se trata de justificar ni mucho menos, atribuyendo razones exculpatorias, respecto a los actos del terroristas con los cuales activistas del Estado Islámico (ISIS) han manifestado su presencia y su odio en París, la fatídica noche del viernes 13 de noviembre de 2015.  Aunque lamentablemente no es el único caso, nada justifica la matanza de personas en nombre –paradójicamente- de Dios.  Lo que se pretende aquí es abordar el tema de los factores que, confesional o implícitamente, se encontrarían detrás del combate que los milicianos islámicos llevan a cabo contra Occidente.

No sólo son las razones militares, aunque estas también cuentan.  Sin embargo existen contrastes en las respuestas, incluso en el campo armado.  Francia ha sido un país que firmemente se ha manifestado y ha actuado en contra de los extremismos que desde abril de 2011 desangran a Siria.  Pero estas posiciones se han quedado más en el campo diplomático internacional, que de acciones directas en terreno. 

Una confirmación de lo anterior consiste en reconocer que los bombardeos franceses en relación con el conflicto en Siria comenzaron tan solo en septiembre pasado.  Estas acciones se ubican en una perspectiva más amplia mediante la cual países occidentales -especialmente en un inicio- apoyaron a yihadistas dado que éstos trataban de derrocar al mandatario sirio Bashar Al-Asad (1965 -). 

Esto representó una clara contradicción.  Se apoyó a los extremistas islámicos, mientras estos podían derrocar al gobierno sirio actual, pero se les combate cuando han avanzado ya significativamente –en un área de unos 61,000 kilómetros cuadrados- conformando un califato en regiones que corresponden a Siria e Iraq.  Fueron estas circunstancias, las que dieron base a Bashar Al-Asad para afirmar, tan sólo a 48 horas después de los ataques terroristas en París, que “las políticas erróneas adoptadas en la región por los países occidentales, y en particular por Francia, contribuyeron a la expansión del terrorismo”.

Véase también otra contradicción de Occidente en la región.  Los planteamientos democráticos que se pregonan chocan con las prácticas de aliados occidentales en la región.  Quizá uno de los casos más dramáticos y donde la hipocresía se manifiesta con mayor contundencia es en Arabia Saudita. 

No sólo la monarquía allí no tiene nada de democrático, sino lo último: un joven de 21 años, capturado y torturado cuando era menor, Ali Al-Nimr, ha sido condenado a ser decapitado y luego su cuerpo crucificado, para ser expuesto públicamente.  Todo por participar en una manifestación.  Esta escena más bien parece salida de una película de terror de fines de la Edad Antigua que de las condiciones en donde se supone que deben prevalecer las instituciones del Siglo XXI.  Pero Arabia Saudita es un aliado clave de Occidente, tiene petróleo.

Esto ha sido expuesto reiteradamente durante los choques armados y las controversias que enfrentan a shiítas, sunitas y kurdos en Iraq.  En especial por los shiítas que desde siempre deben enfrentar a los sunitas; siendo estos últimos, la base islámica de la que se conforma con mucho, el actual ISIS.

Otro de los factores -además de las contradicciones pragmáticas de amigos y enemigos, pasándose por encima de principios esenciales- tiene relación con los planteamientos que emergieron en el Siglo XVIII.  Se hace referencia aquí al llamado Siglo de las Luces, la Enciclopedia y la Revolución Francesa que han sido parte de la herencia universal que le debemos a Francia. 

Les debemos a ellos en general, la aurora de la Edad Contemporánea, en donde las instituciones en la vida social y política de los países deben consolidarse, en donde las discrepancias sociales e individuales deben pasar por el desempeño de instituciones incluyentes y por la prevalencia del estado de derecho.

Uno de los más notables resultados de la Revolución Francesa fue el Estado Laico, la separación permanente entre creencias religiosas y conducción de una sociedad.  Este rasgo está en el corazón de las discrepancias con ISIS.  La fortaleza ideológica de esta agrupación reside, entre otros aspectos, en la convicción y seguridad metafísica respecto a los beneficios que Dios concedería a los milicianos que mueran en la “guerra santa”, en el imperativo categórico de luchar contra “los infieles”. 

Este tipo de agrupaciones tiene el atractivo que no requiere que la gente piense, se cuestione, ni dialogue.  El lema es claro: a callar y a creer.  Y por supuesto, los bárbaros siempre están en un lugar: enfrente.  Nunca los bárbaros son parte de nosotros.

Además de los factores enumerados, habría otro de carácter histórico: ISIS o el Estado Islámico clama que las fronteras actuales en Medio Oriente y los países árabes son artificiales y se fijaron a conveniencia de los países europeos en su etapa de colonización.  Se puntualiza, es un hecho verificable, que el reparto de la región surgió del acuerdo Sykes-Picot, firmado el 16 de mayo de 1916 entre Francia y el Reino Unido. 

Eso propició el fin del Imperio Otomano y el surgimiento de las fronteras tal y como las conocemos en la actualidad.  La zona de influencia francesa quedó al norte de lo que hoy es Siria, extendiéndose hasta las regiones del sur de Turquía.  Las zonas de influencia británica abarcaron la parte sur de toda la región, incluyendo Siria, Palestina, centro y sur de Iraq, además de Kuwait y la salida occidental al Golfo Pérsico.  Como se ve, de nuevo aparece Francia como uno de los factores más importantes.

Con el acuerdo Sykes-Picot se perdió la Oumma o Comunidad de Creyentes del Califato.  Algo que está en el centro de las reclamaciones de los yihadistas.  Como una compensación de ello, se ha creado el Califato actual, con fundamento de gobernabilidad en el Corán y los principios islámicos.  Para los islamistas ellos son el pueblo elegido de Dios y prueba de ello es que en sus países es en donde precisamente se encuentra el petróleo, el combustible de los países occidentales.

La reconstitución de la Oumma es central en las finalidades de ISIS, es uno de sus objetivos más importantes, alrededor del cual integran a sus militantes. Se trataría de establecer un nuevo imperio islámico, apalancado con los recursos naturales con los que se cuenta en la región.  En la lógica de ISIS, todo lo demás es neocolonialismo occidental, opresión y artificiales fronteras diseñadas a conveniencia de las potencias contra las cuales lanzan ahora sus ataques.

(*) Ph.D. University of Pittsburgh/Harvard. Profesor Escuela de Administración Universidad del Rosario.