El expresidente francés Nicolas Sarkozy negó este jueves las acusaciones de corrupción que pesan en su contra, en su primera reacción a todos los casos judiciales en los que su nombre ha sido citado.
"Hoy es mi deber romper el silencio. Si lo hago, es porque principios sagrados de nuestra República son pisoteados con una violencia inédita y una ausencia de escrúpulos sin precedentes", afirmó Sarkozy en una columna en el diario Le Figaro.
El exmandatario denunció principalmente que su teléfono y el de su abogado hayan sido escuchados por los jueces.
"Me niego a que la vida política ceda su puesto a golpes sucios y manipulaciones flagrantes", sostuvo.
"Toda persona que me llama debe saber que será escuchada. Leen bien. No es un extracto de la maravillosa película `La vida de los otros´ sobre Alemania del este y las actividades de la Stasi. Se trata de Francia", dijo con ironía el ex jefe de Estado.
Las escuchas, realizadas entre el 28 de enero y el 11 de febrero, se realizaron por orden judicial en una línea que el ex jefe de Estado conservador había abierto con un falso nombre porque sabía que su teléfono oficial estaba intervenido.
Las conversaciones tratan sobre la demanda de la justicia francesa para que Sarkozy entregue sus agendas en el marco de varias investigaciones, como la indemnización millonaria por parte de un tribunal privado de arbitraje al empresario Bernard Tapie y las acusaciones de que su campaña electoral de 2007 fue financiada con dinero del entonces líder libio Muamar Gadafi.
Una de las conversaciones dio lugar a la apertura de una investigación judicial por violación del secreto de instrucción y tráfico de influencia, porque de ella se desprende que el juez Gilbert Azibert, del Tribunal de Casación (que decidirá si Sarkozy debe entregar sus agendas), informó al expresidente de cómo avanzaba su caso.